La intervención del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ante la Asamblea General de la ONU, reunida esta semana en su 78º periodo de sesiones, ha recordado este martes que la atención de la comunidad internacional y la actividad de la alta diplomacia siguen monopolizadas por la guerra de Ucrania. “Rusia cree que el mundo se cansará y le permitirá brutalizar a Ucrania sin consecuencias. Pero yo les pregunto lo siguiente: si abandonamos los principios básicos de la Carta de las Naciones Unidas para apaciguar a un agresor, ¿puede algún Estado miembro se...
ntirse seguro de que está protegido? Si permitimos que se trocee Ucrania, ¿está segura la independencia de cualquier nación?”, ha dicho Biden ante el plenario en la sesión inaugural de la 78ª Asamblea General.
“La respuesta es no. Debemos hacer frente a esta agresión descarada hoy para disuadir a otros posibles agresores mañana”, ha subrayado, al tiempo que pedía más ayudar militar para el Gobierno de Kiev. “Por eso Estados Unidos, junto con nuestros aliados y socios de todo el mundo, seguirá apoyando al valiente pueblo de Ucrania en la defensa de su soberanía e integridad territorial, y de su libertad”.
Igual que hiciera el secretario general de la ONU, António Guterres, en su discurso inaugural, el mandatario estadounidense instó a reformar el Consejo de Seguridad, una iniciativa en la que confirmó el inicio de “consultas serias” para abordar su ampliación. El máximo órgano ejecutivo de la ONU, compuesto por 15 miembros, de los cuales cinco, incluidos EE UU y Rusia, son permanentes, se encuentra bloqueado en lo relativo al conflicto ucranio por el poder de veto de Rusia, lo que ha dejado en papel mojado cada una de sus resoluciones al respecto. A esta instancia de la ONU, Biden propuso el envío rápido de una fuerza internacional a Haití para ayudar a su policía a combatir a las bandas organizadas que han secuestrado la seguridad del país.
Biden se sumó al mensaje que define esta Asamblea General: la consecución de un mundo “más seguro, más próspero y más equitativo para todos, porque sabemos que nuestro futuro está ligado al suyo. Y [porque] ninguna nación puede afrontar sola los retos de hoy”, dijo, citando como ejemplos “olas de calor sin precedentes en Estados Unidos y China. Incendios forestales que asolan Norteamérica y el sur de Europa. Quinto año de sequía en el Cuerno de África. Trágicas inundaciones en Libia que han matado a miles de personas”, instantáneas que “narran con urgencia lo que nos espera si no reducimos nuestra dependencia de los combustibles fósiles y empezamos a preparar nuestro mundo para el cambio climático”. El presidente puso como ejemplo a su Administración en el combate de esta crisis climática: es “[una] amenaza existencial no solo para nosotros, sino para toda la humanidad”. Con respecto a China, aseguró que su Administración no quiere que la relación con Pekín “degenere en conflicto”.
La simbólica intervención presencial del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que el año pasado participó por videoconferencia, ha sido la punta de lanza de la renovada campaña de imagen global de Kiev, cuando discurre el segundo año de la invasión rusa y tras nuevas purgas en el Gobierno ucranio para combatir la corrupción. Vestido de caqui como acostumbra, Zelenski ha acusado a Rusia de utilizar la energía y el desabastecimiento de materias primas como el grano como arma de guerra y ha denunciado el secuestro de menores del este del país por Moscú, una deportación forzosa que no ha dudado en calificar de “genocidio”.
El cómico reconvertido en estadista ha propuesto a los dirigentes del mundo una “cumbre por la paz”, que no debe confundirse con la invitación al diálogo bilateral con Rusia que algunos países del sur, como Sudáfrica o Brasil, plantean. “Rusia se sirve del precio de los alimentos [en referencia al grano ucranio] y de la energía nuclear como armas”, ha dicho en la tribuna de oradores durante su discurso, muy aplaudido. La ONU es la principal artífice de la llamada iniciativa del mar Negro, que ha permitido la exportación de cereales, dieta básica de muchos países del sur, pese a las zancadillas de Moscú, que en julio rechazó prorrogarlo. El Programa Mundial de Alimentos adquirió en julio el 80% de la producción de grano de trigo ucranio, un 30% más que el año anterior.
Tras poner en valor el acuerdo para la exportación de cereales auspiciado por la ONU, que ha permitido abastecer de alimentos “a más de 40 naciones”, Zelenski, que este miércoles presentará ante el Consejo de Seguridad los detalles de su plan de paz, respaldado por EE UU y la Unión Europea, también acusó al Kremlin de intentar granjearse el apoyo de algunos países, sin identificar, con componendas secretas y les advirtió de que no se puede confiar en el diablo. Si Rusia sale triunfadora de la guerra, alertó, “muchos escaños” de la sala donde se reúne el plenario de la ONU quedarán vacíos, pues allá por donde pasa “el Estado agresor”, va dejando “polvo, cenizas y ruina”.
El 78º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, la cita anual de la diplomacia internacional, la semana grande, en teoría, de la negociación y el diálogo, ha arrancado este martes en Nueva York con un programa copado por la intervención de grandes líderes como Biden, Luiz Inácio Lula da Silva y Volodímir Zelenski, aunque el nivel político de la convocatoria, con la agenda marcada por segundo año consecutivo por la guerra de Ucrania, es más bien limitado: prueba de ello es que el presidente de EE UU será el único líder de los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad que tomará la palabra ante el plenario. Por parte de Francia y el Reino Unido no intervendrán Emmanuel Macron ni Rishi Sunak, por no hablar de Rusia, relegada a la irrelevante sesión del sábado, o China, que tampoco enviarán a sus presidentes. El denominado sur global, mientras, pretende hacerse oír por encima de las menciones a la guerra de Ucrania.
En su discurso de apertura, Guterres ha inaugurado la sesión con una mención expresa a la catástrofe de Derna (Libia), donde, ha dicho, se acumulan las crisis: la de un conflicto enquistado, la del “caos climático” y la resultante de la incapacidad de sus líderes —los dos bandos de la guerra que se reparten el país— de alcanzar un acuerdo pacífico que resuelva el desgobierno imperante desde 2011. Guterres, que no se cansa de repetir la acuciante necesidad de enfrentar la emergencia climática y avanzar hacia la equidad y la solidaridad globales, ha asumido que las instituciones multilaterales no logran dar respuesta a los retos. “El mundo ha cambiado, pero nuestras instituciones no lo han hecho”, ha dicho Guterres. “No podemos enfrentar con eficacia los problemas tal como son si las instituciones no reflejan el mundo tal como es [ahora]”.
“Ha llegado la hora de renovar las instituciones multilaterales basándonos en las realidades económicas y políticas del siglo XXI, basadas en la equidad, la solidaridad y la universalidad, ancladas en los principios de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional. Esto significa reformar el Consejo de Seguridad en consonancia con el mundo actual”, ha dicho sobre el máximo órgano ejecutivo del organismo, gripado por el derecho de veto de Rusia y China, y maniatado e inoperante en la práctica, como ha demostrado la invasión rusa de Ucrania. No reformar esas instituciones conducirá “a una mayor fragmentación” en un mundo marcado “por un autoritarismo en auge”.
Tras Guterres, y antes que Biden, ha tomado la palabra Luiz Inácio Lula da Silva. “Brasil ha vuelto al primer plano de la comunidad global, para ayudar a enfrentar los desafíos globales de la humanidad, que se resumen en uno: la desigualdad”, ha dicho el presidente brasileño, que volvía a subir a la tribuna de la Asamblea 20 años después de su primer mandato. Lula se erigió en abanderado del sur global, con un enérgico llamamiento para erradicar el hambre y la pobreza, claves de la desigualdad. “El hambre debe ser un tema central”, declaró Lula, recordando que “735 millones de seres humanos van a irse a dormir esta noche sin saber si van a comer mañana”.
El mandatario brasileño enarboló también la validez de la democracia para combatir plagas como la desinformación y el peligro de “los aventureros de la ultraderecha” y propuso el diálogo para solucionar el conflicto de Ucrania, cuya prolongación es un ejemplo, a su juicio, de la incapacidad del organismo y la comunidad internacional. Retomando su matizada propuesta de una tercera vía para solucionar el conflicto, Lula instó a sentar a Rusia y Ucrania a la mesa de negociaciones, aunque Guterres consideró que no es el momento.