Es cierto que los políticos usan sus cerebros para hacer política, pero su mente solo piensa en el poder y cómo conquistarlo, no importa lo que tengan que hacer para lograrlo. Cabe preguntarse entonces ¿En el cerebro de los políticos habita la corrupción? Y; por supuesto, en términos generales ¿La corrupción está en el ADN de los mexicanos?
Por ahí en el año 2000 el neurofisiólogo mexicano Arnulfo Romo explicó que la corrupción, la impunidad o la violencia no son características incluidas en la genética de los mexicanos; simplemente cambian las características sociales y económicas en las que se desenvuelven. Nacemos predispuestos a aprender porque el cerebro es curioso; pero hay que modularlo. Hay modulaciones internas, pero también hay las del Estado.
Con este referente, en vísperas de las elecciones del 2024 podemos observar que el Estado mexicano no tiene interés en combatir la corrupción, por el contrario, parece que crea las condiciones para favorecerla y se conduce con mucha opacidad. Por ello, ante los ojos del mundo parecemos un Estado corrupto, además de mediocre.
Mientras el Estado mexicano no construya un mejor ambiente con mensajes e instituciones para favorecer el desarrollo de los aprendizajes del cerebro de los mexicanos, que permitan reducir la corrupción y favorecer la creatividad y contar con cerebros con visión de futuro para alcanzar un mejor Estado de bienestar para todos, seguiremos atorados en el juego de los intereses de los gobernantes.
Mientras tanto, las sociedades con visión de futuro están aprovechando las ventajas que trae la ciencia y tecnología. El momento actual está dominado por el desarrollo de la inteligencia artificial aplicada a temas estructurales de la sociedad. Mientras los gobernantes mexicanos están pensando en la sucesión presidencial del próximo año. Están más interesados en cómo perpetuarse en el poder.
Desafortunadamente, el habitante del Palacio Nacional en el último año de su gobierno está pensando en contratar e incrementar la deuda pública para el 2024. De concretarse la deuda de cada mexicano pasará de tener una deuda de 118,780 a 126,818 pesos para el siguiente año, según cálculos del periódico Economista. Pero el tema de fondo, me parece, es preguntarse qué tenemos que hacer los mexicanos para pagarla, al parecer eso a nadie le importa.
Pensar en la mente es pensar en el cerebro, en este caso en el cerebro de los mexicanos y como dijera el padre de la Neurociencia moderna, Santiago Ramón y Cajal, “Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro” y parafraseando lo expresado por el neurocientifico mexicano Arnulfo Romo, el gobierno mexicano debería proveer de los medios e instrumentos para que cada mexicano pudiera modelar su cerebro. Pero eso sucede a cuenta gotas.
Renglón aparte, se registraron más de 28 candidatos de morena para suceder al gobernador de Morelos. Cabe preguntarse cuántos de esos contendientes tienen un cerebro competente para ser un buen gobernador. Sí la respuesta es todos ¡Guauuu! Podemos decir que Morelos tiene futuro; sí la respuesta es uno o una, tendremos esperanza, pero sí la respuesta es ninguno ¡Qué jodidos estamos… habrá que ver en las corcholatas de la oposición.