Estamos presenciando hechos que preludian el derrumbe de la gobernabilidad en el país, y en la oposición no hay una voz que asuma el liderazgo para frenar el deterioro.
¿Y Xóchitl?, es la pregunta.
A ella se le eligió coordinadora de un amplio frente de partidos y organizaciones de la sociedad, preocupados por el camino hacia la autodestrucción por el cual avanzamos.
Por lo visto, Xóchitl Gálvez lo ha tomado como si se tratara, únicamente, de una próxima candidatura presidencial.
Mientras el gobierno niega los problemas que nos llevan al quiebre institucional del país, la coordinadora de la oposición se abstiene de fijar postura y poner los puntos sobre las íes.
La vemos sentada en un banco en la universidad a la espera de aclarar o rectificar un tema relacionado con su tesis profesional, trasladándose en bicicleta o recibiendo aplausos en informes de gobernadores.
Eso seguramente –o tal vez– le granjea algunas simpatías entre el electorado, pero hoy el liderazgo de la oposición tiene que señalar el fatídico tobogán de ingobernabilidad por el cual nos deslizamos.
México no aguanta otros seis años así.
Hasta ahora se oye una sola voz, la oficial, que dice que tales problemas son inventados.
Grupos criminales ganan espacios y gobiernan, cooptan gobiernos o se asocian a ellos o los someten, y crean estados paralelos para el cobro de vidas o impuestos en amplias zonas del país.
Negocios, compra y venta de materiales, transportes y constructores deben pagar impuestos a grupos armados que nadie detiene ni pone en su lugar.
En ciudades medias se ven a los nuevos señores feudales con escoltas de 30 o 40 pistoleros en camionetas que ni siquiera tienen la preocupación de cubrirse la cara con un pañuelo.
En Tijuana (ojo, es Tijuana y no un pueblo apartado), la alcaldesa culpó a unos músicos (Peso Pluma y el grupo Fuerza Regida) por cancelar un concierto por amenazas del narco.
“Estos dos artistas cantan sólo a un grupo criminal, luego entonces, ¿por qué la preferencia a un solo grupo y no a otro?”, reprochó la autoridad de Tijuana a las víctimas.
En el estado de Guerrero, la autoridad estatal es amiga de Los Ardillos, y la autoridad de la capital de la entidad es amiga de Los Tlacos. Y en medio de esa disputa entre grupos criminales aliados de las autoridades local y estatal, ambas del mismo partido, hay un reguero de cadáveres, secuestrados y descuartizados.
¿Otros seis años así? ¿Le seguimos?
Al parecer así será, porque la oposición no tiene una voz que señale el problema y ponga contra la pared al gobierno federal.
Vivimos una crisis migratoria y humanitaria en el país, con cientos de miles de centro y sudamericanos que entran al país por la frontera que controla el narco en el sur de México, y cruzan el territorio nacional en condiciones de mendicidad y víctimas de la extorsión de bandas criminales y de autoridades federales, estatales y municipales.
También lo padecen los mexicanos, que ven oleadas de migrantes instalar tiendas de campaña en las banquetas y usar las calles como urinarios y otras cosas peores, porque el gobierno no tiene el control de la frontera; tampoco pone albergues ni proporciona alimentos a los migrantes.
En lo que va de 2023, más de 2 millones de migrantes llegaron a la frontera norte, publicó el viernes LaPolíticaOnline, y ahí señala el periodista Milton Merlo que, al menos, 300 personas estaban entre los terroristas más buscados por Estados Unidos.
La mayoría de esos 2 millones que llegaron a cruzar la frontera son mexicanos, donde no hay problemas de desempleo, sino que huyen de su patria por la violencia de los grupos armados.
México está desbordado, y las máximas autoridades del país niegan el problema, dicen que no existe, que no hay tal crisis migratoria ni de falta de Estado.
Esa es la única voz que se oye, la del gobierno, y no dice la verdad.
¿Y Xóchitl?
¿No es este el momento de exhibir la destrucción de México y encarar a la candidata de la continuidad?
No es un tema de si la economía es mejor o peor con más gobierno y menos sector privado. Esos debates se darán en campaña.
El punto es el derrumbe dramático de la gobernabilidad y la erosión de las instituciones encargadas de la defensa nacional.
Xóchitl Gálvez aparece en la universidad, en la casa de un adulto mayor en Macuspana y dispensa sonrisas arriba de una bicicleta.
¿Eso era todo?
¿Y quién fija el rumbo de la defensa política de México ante la irresponsabilidad y la barbarie?
Joseph Biden ya no tiene cómo defender a su vecino del sur. Los republicanos le dicen que la guerra que tiene que pelear está en México y no en Ucrania. Le tienen parado el presupuesto.
Todos los precandidatos presidenciales de ese partido se pronuncian, de uno u otro modo, por la intervención militar en México. Ante eso nuestro gobierno sólo tiene discurso ideológico que no sirve para defender a la nación ni nos quita el peligro de encima.
La CBP (Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EU) informó que la incautación de fentanilo en este año fiscal será el doble que el año pasado (25 toneladas contra 14).
México está en un momento crítico de su historia, y el gobierno se limita a negar los problemas uno por uno.
La oposición carece de voz, no obstante haber elegido a una líder que sólo ha enseñado que sabe sonreír (se agradece), andar en bicicleta y decir groserías en tono simpático.
Tiene tiempo, aunque no mucho, para armar equipo y asumir el liderazgo.
Hay millones esperándola.