La cacareada “neutralidad” del gobierno mexicano en política exterior es indignante y lo confirma su veleidosa y tibia postura frente a la barbarie que significó la mortífera irrupción de terroristas de Hamás en Israel.
Con elemental sentido común, primero la cancillería condenó “inequívocamente los inconducentes ataques ocurridos en contra del pueblo de Israel por parte de Hamás y otras organizaciones palestinas (…) Todo acto terrorista constituye una amenaza a la paz y la seguridad internacionales (…). Ninguna causa justifica el recurso al terrorismo”; pero al día siguiente, Andrés Manuel López Obrador descafeinó el mensaje:
“Lamentamos mucho lo que está pasando por este enfrentamiento de palestinos, de israelitas. Se debe convocar a una asamblea de Naciones Unidas con la participación de todos los países miembros para pronunciarse por el diálogo, por la solución pacífica y evitar la guerra con todo el daño que ocasiona. Esa es nuestra postura”, dijo, y la regó:
“Nosotros no queremos tomar partido (…). Más que condenas, lo que se requiere es búsqueda de soluciones pacíficas (…). Vamos a seguir convocando al diálogo”.
Y puso el peor ejemplo:
“Como en el caso de Ucrania y Rusia…”.
Lo que llama “enfrentamiento” fue un ataque unilateral de fanáticos fundamentalistas contra la población civil, asesinando a casi mil personas y secuestrando a unas 150 personas.
“Evitar la guerra” es ilusorio porque ya empezó y lo de “no queremos tomar partido” pasma porque hablaba de un inequívoco ataque terrorista que merece la condena mundial (SRE dixit).
Lo peor es que invocó el diálogo a que un día convocó para poner fin a la guerra de Rusia contra Ucrania, tratando como iguales al agresor y al agredido.
Su concepto de “neutralidad” explica la insensata invitación al ejército de Putin para que un contingente de sus soldados marchara en el desfile del 16 de septiembre. La imprudencia ofendió al gobierno ucraniano y provocó una airada protesta de la embajadora de ese país (Oksana Dramarétska).
Ahora le tocó a la representante de Israel en México, Einat Kranz Neiger, expresar contrariedad y asombro por los dichos del presidente:
“No tomar partido es tomar partido por el terrorismo”, reprochó, e ilustró:
“Como la historia nos ha enseñado repetidamente, mantener una posición neutral en lugar de tomar partido implica, en última instancia, respaldar y apoyar al terrorismo…”.
Por su reacción de ayer, parece que López Obrador ignora la rotunda condena inicial de su cancillería:
“Publicamos un comunicado sin postura, espero que nos comprendan…”.
No lo harán.
Y quien hizo chuza fue el vocero de Claudia Sheinbaum, Gerardo Fernández Noroña, quien sin reparar en la ascendencia judía de la precandidata de Morena dijo esta babosada (que debe haber caído como ácido a la comunidad en México y al gobierno de Israel):
“Lo que estoy diciendo es condenar la guerra y no acusar de terrorista a quien se defiende y de que se defiende…”.