El partido del gobierno está más endeble que nunca.
Morena es una gelatina guanga que apenas se sostiene, pues su grenetina es el reparto de diputaciones, gubernaturas, senadurías, y no alcanza para tantos legionarios que cobran en especie.
La unidad es artificial.
¿Alguien ha visto a Adán Augusto en los mítines de Claudia Sheinbaum? ¿A Monreal? ¿A Fernández Noroña?
Ebrard no se ha ido. Acumula fuerzas dentro de Morena mientras en ese partido la batalla es campal.
¿No han visto la guerra interna?
La Ciudad de México, Puebla, Chiapas, Veracruz, Guanajuato, Morelos…
Los jefes de la campaña de Claudia Sheinbaum, y ella misma, saben que el “30 por ciento” de ventaja es irreal.
Aquí en la capital del país la guerra interna en Morena es precisamente por eso: necesitan el voto de las clases medias y traen a un externo a competir, Omar García Harfuch.
¿Entonces? ¿No que el 30 por ciento de ventaja?
La izquierda tradicional no acepta a García Harfuch y quiere como candidata a la alcaldesa de Iztapalapa.
Impresionante el golpe que recibió Sheinbaum con el desplegado de 800 firmas de personas muy conocidas, respetables muchas de ellas, que le dicen no al exjefe de la Policía capitalina.
Pero si a Sheinbaum se le cae la candidatura de Omar García Harfuch, quedará en una posición de extrema debilidad.
El obradorismo en pleno se le fue encima a su candidata presidencial, y no sólo con el desplegado, sino con operación política: el alcalde de Gustavo A. Madero, Francisco Chíguil, se fue a coordinar la campaña de Clara Brugada.
Iztapalapa y Gustavo A. Madero, nada menos. Más toda la izquierda militante, artistas e intelectuales obradoristas.
Lo del bastón de mando es parte del folclor populista: un símbolo vacío de contenido real.
Sheinbaum puede quedarse sola antes de que inicie la campaña si pierde esta partida por la candidatura de Morena en la capital.
Y si la gana, no tendrá cargos suficientes ni del nivel que le reclamarán muchos de los abajofirmantes para venderle su lealtad.
Su precampaña, o como se llame, no se ve mal.
Asiste a mítines concurridos, no entra al debate de ideas con la oposición, se abstiene de dar opiniones sobre temas importantes (salvo en el caso de la elección de jueces y ministros), y se ve al gobierno tras ella.
Pero los mítines se los arman los gobernadores. Ellos son los dueños de la movilización porque tienen la chequera y operadores locales.
Conducen el “apoyo popular” en favor de quien quieran. Del partido y del candidato (a) que les convenga.
No hay tal “proyecto” ni “manda el pueblo”.
Sheinbaum está en medio del forcejeo entre tiburones del oportunismo. Carece de experiencia política para manejar las expectativas de quienes dicen que la apoyan.
Una mirada por regiones nos muestra que lo de “ideales” es cuento y “el proyecto” les importa un cacahuate.
Al que iba a ser candidato en Chiapas, Zoé Robledo, director del IMSS, lo bajaron: para atrás. No lo bajó “el pueblo”.
Mario Delgado vio frustrada su aspiración de competir por la Ciudad de México. No le preguntó “al pueblo”.
Ricardo Sheffield dejó la Procuraduría Federal del Consumidor para lanzar su candidatura a gobernador de Guanajuato, pero allá sus compañeras de partido lo recibieron con una acusación de violencia de género.
Sheffield lamentará haber dejado al PAN para subirse a un carro en el que sus ocupantes no se van a levantar de sus lugares para cederle el asiento.
Lo mismo que Ramírez Marín en Yucatán.
Veracruz es un palenque. El pleito es entre enemigos, todos de Morena.
¿Qué tal en Puebla? Enorme el encono entre los primos Mier, el senador y el diputado.
En Morelos el gobernador Cuauhtémoc Blanco vetó a la senadora Lucy Meza.
Inició su carrera en Desarrollo Social del ayuntamiento de Cuautla, perredista, fundadora de Morena. Cursó maestría en políticas públicas y seguridad, estudió en la Universidad Intercontinental, en el ITAM y en la Universidad George Washington. Fue regidora, diputada local, diputada federal, senadora.
Comenzó en la izquierda desde finales del siglo pasado, mientras el Cuau hacía rabietas en el césped del Azteca por faltas inexistentes.
El Verde, ¿se va a quedar sin nada por el bien del “proyecto”?
Nadie se engaña: el “proyecto” son dos obras inútiles y la pensión de adultos mayores que nadie va a quitar.
Morena y su candidata son bastante más frágiles de lo que aparentan.
La gelatina no cuaja. Y además no sabe a nada.