Pascal Beltrán del Río ha recuperado una estadística que debiera por lo menos bajar el volumen de lo que decimos en México respecto de la violencia en el mundo.
Sobre la violencia que sacude a Israel y Gaza, hemos oído hablar a nuestro gobierno y sus parleros como si fueran concursantes de Miss Universo, deseando a todos la paz universal, con ese tonillo peculiar, peculiarmente vacío, de las famosas concursantes: qué triste es todo, qué inocente soy, y qué autorizada a decir simplezas.
Las cifras recuperadas por Beltrán del Río desmontan la autoridad del gobierno de México, y de cualquier mexicano, para hablar con superioridad moral o bonhomía condescendiente de la violencia que aqueja a otros.
Cada vez que hablamos aquí, en especial cada vez que habla el gobierno, de la violencia que sacude a otras partes del mundo, lo que hacemos es ver la violencia en el ojo ajeno y no la hecatombe en el propio.
El hecho simple es este: han muerto más personas asesinadas en México durante los últimos cinco años, que en todos los conflictos entre árabes e israelíes del último siglo.
Son las cifras recuperadas por Beltrán del Río a partir de fuentes como la Jewish Virtual Library, el Monitor Palestino de Derechos Humanos, el sitio Wars of the World y el diario inglés The Guardian.
Entre 1920 y 2023 las guerras entre árabes e israelíes produjeron 116 mil 342 muertes, 24 mil 981 de israelíes y 91 mil 361 de árabes. (Excélsior 19/20/23)
Las cifras mexicanas comparativas son: durante cinco años del gobierno de López Obrador, hasta el 12 de octubre pasado, la cifra de asesinatos en México fue de 168 mil 175, con 44 mil desaparecidos.
Ese es el tamaño de nuestra violencia comparada con la árabe/israelí. Israel y los países árabes necesitaron cien años de odio para conseguir lo que aquí alcanzamos en cinco años de transformación profunda de nuestra historia, la cual incluye la revolución de las conciencias y el mandamiento de darnos abrazos, no balazos.
Árabes e israelíes pueden tomar clases de convivencia pacífica en México. Les extiendo sin costo la primera lección: hagan como que los asesinatos no existen, cuéntenlos sin hacerles caso.