Estruendosa, emperifollada, seductora. La narcocultura recorre minuto a minuto las venas de las redes sociales. Las dosis de videos, fotografías, canciones y comentarios están siendo inyectadas a diario por millones de jóvenes que alimentan una bola de fuego que llama la atención, cautiva. Casi todos pueden verla.
Un elogio a un capo, un agradecimiento al traficante que entregó despensas, una oda al líder criminal que alcanzó fama y riqueza, un reclamo al gobierno por no frenar la reproducción de un estilo de vida que hipnotiza.
Tan solo entre enero y septiembre de este año, 15 millones 23 mil 754 usuarios de redes sociales geolocalizados en México interactuaron con un millón 28 mil 365 mensajes digitales relacionados con la narcocultura.
Y aunque 62 por ciento de estos internautas rechazan o cuestionan la narcocultura, los oropeles del negocio de las drogas fascinan al 11 por ciento de los usuarios. Un millón 650 mil comentarios aplauden los corridos tumbados, las fotografías de capos patrullando una ciudad, los videos de sicarios practicando tiro al blanco en una vereda del Triángulo Dorado –Sinaloa, Chihuahua, Durango–. La ofrenda floral en homenaje a un traficante caído y las curvilíneas acompañantes de los mafiosos no pueden faltar en la oferta diaria.
El estudio La narcocultura invade las redes sociales, realizado por Dinamic Company, una firma de antropología digital que utiliza herramientas de Inteligencia Artificial (IA) para analizar el comportamiento de los usuarios de Facebook, Instagram, X, YouTube, TikTok y LinkedIn, revela lo anterior y expone las características de uno de los fenómenos sociales más consumidos por los mexicanos.
“En los últimos meses en México, la narcocultura se ha posicionado en las diferentes plataformas digitales: usuarios de redes sociales suben videos a sus cuentas donde aparentan vidas llenas de lujo, usando ropa de marca, en carros de lujo, con armas de fuego y contando fajos de billetes en moneda extranjera, que emulan los hábitos asociados a la cultura del narcotráfico sin pertenecer necesariamente a un grupo delictivo”, señala el informe.
La Generación G o Generación de la Guerra ya está acostumbrada a informarse o entretenerse con videos, fotos o comentarios que ensalzan la vida de los capos. Los mexicanos de 35 años tenían 18 en 2006; los que acaban de obtener su credencial de elector aún usaban pañales cuando Calderón declaró su cruzada contra los cárteles.
La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE 2023) muestra que la preocupación por el tema del narcotráfico afecta a dos de cada 10 mexicanos, pero el dato que llama más la atención es la percepción que tienen los ciudadanos sobre ciertas conductas delictivas.
Hace 10 años, el 40.1 por ciento de los mexicanos presenciaron consumo de drogas en las calles. La experiencia saltó al 50.5 por ciento en 2023. El 23.4 por ciento dijo en 2013 que observó venta de drogas cerca de su domicilio. Para este año esa cifra brincó a 34.9 por ciento.
Una de las críticas que realizan constantemente los jóvenes en redes sociales se refiere a la supuesta “criminalización” de los narcocorridos y otras expresiones relacionadas con la cultura que envuelve al negocio de las drogas. “Les dan miedo los narcocorridos, pero están muy tranquilos con la militarización”, escribió un usuario. Su comentario tuvo 86 mil reposteos.
El informe La narcocultura invade las redes sociales revela el tipo de expresiones que realizan los mexicanos. El 23.4 por ciento dice que es “lamentable”, el 11 por ciento observa “falta de valores”, el 8.2 por ciento comenta “pobre país”, el 5.6 por ciento apunta “qué mal por los niños” y el 4.8 por ciento manifiesta “dejen de escuchar narcocorridos”.
La Generación G no sólo está consumiendo narcocultura, sino que inyecta minuto a minuto contenido digital que alimenta la idealización de los capos y su estilo de vida.