Hay cálculos más altos, que hablan hasta del doble. Pero dejémoslo en 270 mil millones.
El gobierno anunció un plan de reconstrucción de 20 puntos que en sus cuentas suman 60 mil millones de pesos.
Cuando se revisan los rubros del plan queda claro que el dinero nuevo, el dinero que cruzará realmente a los damnificados, es mucho menor. Quizá ni la tercera parte de lo dicho.
El gobierno anunció también que no habría dinero especial para Acapulco en el presupuesto de 2024.
Solidarios como nadie.
El gobierno no es responsable de la destrucción de Acapulco, desde luego, pero lo es de creer que la reconstrucción puede salirle tan barata como indica su plan, y que la Navidad no será amarga en Acapulco gracias a los cacahuates prometidos.
El hecho es que Otis destruyó Acapulco, pero el gobierno ha destruido el valor de varios Acapulcos en inversiones disparatadas o caprichosas que no han traído ni traerán al país más que improductividad y deuda.
Me da estas cifras un amigo: Durante estos años, el gobierno le ha hecho transferencias totales a Pemex por 80 mil millones de dólares, el equivalente de 5.3 veces el valor de lo destruido por Otis en Acapulco. Y Pemex, en vez de dar dinero, es una de las empresas petroleras más endeudadas del mundo.
En la ocurrencia del Tren Maya, el gobierno ha gastado unos 28.5 mil millones de dólares, algo así como 1.8 veces lo destruido en Acapulco.
En la construcción de la refinería de Dos Bocas, que aún no produce su primer barril, hablan ya de un gasto sin retorno de 20 mil millones de dólares, el equivalente de 1.3 Acapulcos.
Sólo con el dinero gastado, que no invertido, en Pemex, el Tren Maya y Dos Bocas, el actual gobierno le ha costado a México como 8.5 veces el valor de la destrucción de Acapulco por Otis.