Para tirar la toga esto aduce:
“Estimo que es de la mayor importancia sumarme a la consolidación de la transformación de México, desde los espacios que me brinden la oportunidad de tener incidencia en la construcción de un país más justo y más igualitario, en el que sean prioridad quienes menos tienen y más lo necesitan. Espero poder seguir colaborando hacia el México que todas y todos soñamos”.
Como era de inferirse, la oportunidad se la brindó la candidata virtual de Morena a la Presidencia, la doctora Claudia Sheinbaum, quien exeó la foto en que ambos posan sonrientes bajo la explicación:
“Me reuní con Arturo Zaldívar (@ArturoZaldivarL) acordamos trabajar juntos para avanzar en la transformación del país”.
Su salida de la Corte se produce luego de 14 años de ejercicio porque, asume, “mi ciclo en la Corte ha terminado”, y “toca ahora seguir sirviendo al país en la consolidación de la transformación de un México más justo y más igualitario, en el que sean prioridad quienes menos tienen y más lo necesitan…”.
Quién sabe lo que hará en el equipo de Sheinbaum pero a partir de que el Senado apruebe su renuncia Zaldívar quedará impedido dos años (con y sin la señora en la Presidencia) para ocupar una secretaría de Estado, la Fiscalía General de la República o un asiento en cualquiera de las cámaras del Congreso.
Tampoco, por cierto, podrá litigar ante la justicia federal.
Sin embargo, permanecerá en el misterio cómo se resolverá el requisito constitucional para que proceda su renuncia, pues el artículo 98 mandata en su tercer párrafo:
“Las renuncias de los ministros de la Suprema Corte de Justicia solamente procederán por causas graves; serán sometidas al Ejecutivo y, si éste la acepta, la enviará para su aprobación al Senado”.
Zaldívar salta directa y francamente a la 4t cuando le quedaban 13 meses para cubrir su periodo de 15 años, después del bochornoso capítulo en que, con el apoyo de su amigo López Obrador, pretendió sin éxito estirar dos años su gestión como presidente del Poder Judicial de la Federación, cargo al que para fortuna de la República y la separación de Poderes, llegó la ministra Norma Lucía Piña Hernández.
Si su nombramiento fue aprobado por mayoría calificada, para la renuncia no hay regulación y, aguas, podría imponerse su aceptación por mayoría simple del oficialismo.
Pero de mucho mayor fondo:
Tampoco está regulado cómo saber lo “grave” de las razones de Zaldívar, pero bien pudieran ser que cocinará el venenoso proyecto de reforma que convierta al Poder Judicial de la Federación en una dependencia de quinta al servicio de la “cuarta…”.