El segundo piso de la Cuarta Transformación está en marcha. No hay ambigüedad en las intenciones. Para consolidar la hegemonía del movimiento político fundado por Andrés Manuel López Obrador debe abatirse la disidencia, en cualquiera de sus manifestaciones.
Esta semana se escucharon de manera contundente dos argumentos a propósito de esta visión para el porvenir. Uno lo proporcionó Claudia Sheinbaum y el otro el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ambos tienen en común la intolerancia frente a cualquier proyecto político que se atreva a disputar el control del grupo dirigente.
Ante la decisión de Marcelo Ebrard de permanecer dentro de Morena, Sheinbaum le advirtió que, bajo su liderazgo, no habrá cabida para la diversidad política.
“No puede ser la segunda fuerza, ni la tercera, ni la cuarta fuerza, porque Morena es una sola fuerza”. Por tanto, aunque el ex canciller quiera quedarse, el ebrardismo, como expresión ideológica, política, o bien orgánica, no tendrá futuro.
El mensaje obviamente va más allá del caso concreto. Todo grupo que se pretenda contrapeso interno será marginado. Para que no haya duda en el tamaño de la amenaza, Sheinbaum citó los estatutos y también a la Comisión de Honor y Justicia de su partido.
Los actos contrarios a esta premisa implicarían una traición al propósito de conseguir, de manera “abrumadora,” la mayoría de los 21 mil cargos de elección que estarán en juego para 2024.
De su lado, el Presidente presentó una terna de mujeres para sustituir al ex ministro de la Corte, Arturo Zaldívar, cuya afinidad con la Cuarta Transformación no tiene quebraduras. Independientemente de los méritos propios que puedan poseer Bertha Alcalde, Lenia Batres o María Estela Ríos, estas tres mujeres tienen en común una pertenencia nuclear dentro del movimiento lopezobradorista.
Al aceptar el cargo estarán obligadas a acompañar las decisiones políticas del segundo tramo de la transformación, aun si con ello pudiesen contravenir la Constitución, incluido el principio fundante de la división de poderes.
Zoom: No hay engaño, no hay doblez, tampoco intenciones ocultas. Tocará al electorado ratificar, con su voto, la hegemonía propuesta, o bien, reconsiderar la importancia que tiene para la democracia la pluralidad y los contrapesos.