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La paradoja detrás de que las candidatas presidenciales decidan vestir bordados ancestrales y huipiles

 

Candidatas Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez con huipiles

Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez.Reuters

Los trajes sastres de los candidatos presidenciales siempre tan grisáceos, tan neutros, tan mudos, tan difíciles de diferenciar a pesar de las distancias ideológicas que separan a quienes los portan, han tomado un viraje inusitado en las figuras de las dos candidatas que se disputan hoy la contienda hacia las elecciones de 2024 en México.

Mientras a Xóchitl Gálvez la vemos usar con pasmosa frecuencia huipiles de diferentes procedencias, que parecen amplificar su autoproclama de tener orígenes indígenas; una mirada rápida a la cuenta de Instagram de Claudia Sheinbaum permite advertir que los tejidos de los pueblos originarios y los bordados ancestrales han cobrado una prominencia contundente en su narrativa visual, ahora como candidata presidencial.

La apuesta resulta novedosa en el ámbito político mexicano, en donde quizás solo se puede rememorar este uso de vestidos tradicionales en Luis Echeverría Álvarez, con sus guayaberas, y en Carlos Salinas de Gortari, quien llegó a usar incluso atuendos indígenas .”Lo primero que pienso cuando veo a dos mujeres que participan en las elecciones vestidas de huipil es que esto no es común en la política de nuestro país. Lo segundo, es que es una paradoja, porque la mujer indígena que usa estos vestidos normalmente ha estado degradada”, sentencia con tono inquisitivo Natividad Gutiérrez Chong, experta en temas indígenas y coordinadora del Colegio de Desarrollo y Gestión Interculturales de la UNAM.

Pero a pesar de esa novedad en materia de estilo, la estrategia detrás de que Gálvez y Sheinbaum invoquen los trajes de los pueblos indígenas durante los periplos de su campaña presidencial, parece más bien obedecer a un viejo mecanismo de apropiación que, según los expertos, se puede rastrear desde el siglo XIX. “Desde el comienzo de la constitución de las democracias en América Latina, las élites locales han echado mano de los elementos “de lo propio” para crear unos relatos de nación autónoma. Lo ves con las peinetas en Argentina, con la ruana en Colombia, las guayaberas en Centroamérica, con el huipil en México y con muchos otros elementos que revelan cómo las élites criollas utilizaron esos discursos visuales para acercarse a los que ellos llamarían pueblo”, explica por su parte Edward Salazar, del doctorado de Estudios Latinos de la Universidad de California.

Esos trajes que vemos hoy con tanta frecuencia en la televisión en estas épocas electorales “son formas de apropiación exitosas”, añade Natividad Gutiérrez. “Ha habido una tendencia, un hábito, una política en México de que haya apropiación de lo indígena y, efectivamente, esto lo vemos desde el patriotismo criollo. La manera de distanciarse de lo español y de forjar una identidad diferente era agarrándose el mundo simbólico cultural indígena, porque… ¿De qué más se iban a agarrar? Ese es el grosor de la cultura mexicana y está tan normalizado que nadie lo cuestiona”.

Pero si esto es una práctica tan “normalizada”, tan arraigada, tan invisible para la sociedad mexicana y latinoamericana en general, parece entonces difícil increpar a las dos candidatas por llevar blusas y bordados tradicionales tejidos por las mujeres triquis y mixtecas en sus apariciones públicas. El tema, sin embargo, se hace más complejo, por las posiciones de poder y de visibilidad que ellas encarnan.

“¿Por qué es tan problemático ver a mujeres en la política usando estos vestidos?, porque ese uso no tiene conciencia histórica, no revela la deuda que se tiene con esos pueblos. Se echa mano de las indumentarias desde una lectura folclorista o de ornamento. Se invoca la imagen gloriosa del indio, de ese indio precolombino, arqueológico, pero no se reconoce las situaciones de marginalidad de los indios vivos”, añade a la discusión Nelly Lara, doctora en Ciencias Políticas del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM.

Los asesores de las candidatas —hoy en día es muy probable que los candidatos presidenciales cuenten con un andamiaje que les ayude a mandar mensaje a través de todos los recursos simbólicos posibles— estarían apostando por una estrategia que en otras épocas y con otras mujeres mexicanas ha tenido un gran éxito. Es el caso, evidente, de Frida Kahlo que, sin ser de origen indígena, sin tener una vocación clara por cuidar o trabajar por estos pueblos, hizo famosos en todo el mundo sus bordados oaxaqueños, sus faldas campesinas y los cintillos tehuanos.

“Artistas como Frida Kahlo jugaron un papel fundamental en la construcción del ideal de la nación mexicana, de eso que se llamó ‘forjar patria’. Ella era una mujer urbana, que hablaba español, que nada tenía que ver con los pueblos originarios y aun así la veías con sus blusas oaxaqueñas. Los antropólogos que vienen de poblaciones originarias son muy críticos con lo que hicieron estos artistas que cayeron en esta lógica: nuestros indios mexicanos, que tanto nos han dado y que nos inspiran en los vestidos, pero con quienes no nos sentamos a comer en la mesa”, explica Lara.

Lo de Kahlo, y lo de las políticas de esta contienda electoral, sería entonces como usar la ropa tan bellamente creada por los pueblos indígenas para dar una idea de una nación unificada e igual, cuando ese equiparamiento no ocurre en la vida cotidiana, porque solo se usan los recursos simbólicos, pero no se le da una relevancia y representatividad a todo lo que significa ser indígena.

La estrategia, sin embargo, a Natividad Gutiérrez Chong, le parece muy poco acertada: “Si usan huipiles para acercarse al pueblo, creo que hay una mala lectura de lo que es el pueblo”, sentencia. “Por un lado, si es para acercarse a las mujeres indígenas, este es un uso del vestido muy diferente al que ellas hacen. Las mujeres de los pueblos originarios tienen un solo huipil, la mujer nahua se viste con el huipil de su pueblo, no se pone el de tehuana o el de la mazahua, eso es impensable, es como poner banderas de otros países en tu casa porque son bonitas. Y si es para acercarse al pueblo, hay que recordarles a las candidatas que el pueblo no se viste así, se viste con ropa de China”.

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Nacional
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