Sonora: la imagen atroz de un imperio criminal
Ocurrió la noche de este lunes en la plaza ubicada en la calle principal del poblado de Benjamín Hill, en el estado de Sonora. Hombres armados ataron a un poste a un desconocido y lo quemaron vivo. Lo habían atado de pies y manos.
Usuarios de redes sociales grabaron la escena: una pira humana, un cuerpo ardiendo espantosamente en el lugar más emblemático de Benjamín Hill: el monumento ferrocarrilero.
A un lado del hombre en llamas, los criminales dejaron un mensaje bajo una piedra. Contenía una amenaza para “los Deltas traicioneros” y para un sujeto conocido como El 8 o El Pelón.
El Pelón ha sido identificado como Omar Félix Loaiza, alias El 08 o El Pelón de Sonoyta. Se halla al frente de una organización criminal que opera al servicio de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, los famosos Chapitos, y disputa con grupos afines a Ismael El Mayo Zambada el tráfico de drogas y de personas en la región norte de Sonora.
A principios de octubre, poco después de la captura y extradición del hijo menor del Chapo, Ovidio Guzmán, mantas atribuidas a Los Chapitos aparecieron en distintos puntos de Sinaloa: por medio de estas, los jefes criminales prohibieron a su gente la venta, fabricación y transporte de fentanilo.
Unos días después, en el norte de Sonora, el grupo de Omar Félix Loaiza, conocido como Los Pelones, se sumó a la prohibición, y anunció que esta se iba a extender hasta Sonoyta y Caborca.
El corredor que parte de Benjamín Hill conecta por un lado con Magdalena de Kino, Ímuris y Nogales, y por otro con Santa Ana, Altar, Caborca y Sonoyta. Quien lo domina controla absolutamente todo tráfico ilegal.
En 2021 arreció la disputa por ese control. A través del encargado de “administrarlo”, Felipe de Jesús Sosa Canizales y/o Sergio Valenzuela Valenzuela, apodado El Gigio, el Mayo Zambada chocó con Los Chapitos. De acuerdo con reportes militares, El Gigio les entregó un ultimátum para que el corredor fuera desalojado.
De acuerdo con los mismos reportes, a fin de fortalecerse, Sosa Canizales entró en alianza con el Cártel de Caborca, fundado por Rafael Caro Quintero.
Las imágenes macabras de un hombre ardiendo en Benjamín Hill constituyen una de las expresiones más violentas que la pugna entre todos estos grupos ha desatado, y que mantiene bajo metralla a poblados y municipios aledaños: Trincheras, Tubutama, Pitiquito, Oquitoa, Saric, por nombrar solo algunos.
La violencia criminal en la región fronteriza y el desierto de Sonora ha vuelto la vida imposible para comunidades enteras. Hace apenas unos días se reportó un éxodo masivo en la comunidad de Sásabe: tras una larga jornada de balaceras y ante caravanas de hombres armados que recorrían las calles en completa impunidad, familias enteras abandonaron sus casas y emprendieron la huida hacia Estados Unidos. Muchas otras, sin embargo, no lograron salir de sus domicilios y tuvieron que encerrarse.
Ocurrió lo mismo en Benjamín Hill, durante la celebración del Día de Muertos, en que a resultas de diversos enfrentamientos se canceló el Desfile de Catrinas y la kermés tradicional. Las balaceras entre grupos criminales y los enfrentamientos contra corporaciones de seguridad, se presentaron durante varios días. Las clases fueron suspendidas. A través de redes, se recomendó a la población no abandonar sus domicilios.
El 22 de noviembre fue detenido en Culiacán Néstor Isidro Pérez Salas, apodado El Nini, miembro de alto rango del Cártel de Sinaloa y jefe de seguridad de Los Chapitos.
A diferencia de lo ocurrido durante El Culiacanazo, la detención del Nini no provocó ningún tipo de respuesta entre los integrantes del Cártel. Pronto corrió la versión de que sus propios jefes lo habían entregado: ya fuera para aliviar las presiones del gobierno de Estados Unidos, o bien porque seguía fabricando fentanilo por la libre.
En todo caso, de manera inmediata a la detención comenzaron a correr narcomensajes en la zona fronteriza: estaban dirigidos al Pelón Loaiza, alias El 8: “Ya entregó al Nini el Jefe Iván (Iván Archibaldo Guzmán), sigues tú baboso por querer quedarse (sic) con lo que no es ni será de ustedes”.
Este Loaiza es el mismo al que el lunes pasado le dejaron en la plaza principal de Benjamín Hill una pira humana, en un contexto de violencia que ha rebasado por completo a las autoridades, y en donde a lo largo de pueblos, ciudades y comunidades repartidas a lo largo de cientos de kilómetros, no hay más autoridad que la de los criminales.