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El sismo del 7 de diciembre se produjo en la misma región que el terremoto del 19 de septiembre de 2017

 

El sismo que sacudió el centro de México el 7 de diciembre guarda similitudes significativas con el terremoto del 19 de septiembre de 2017, el más mortífero en los últimos treinta años, reveló un reporte del Servicio Sismológico Nacional (SSN). A diferencia del 80% de los temblores perceptibles en el país que se concentran en Guerrero, Oaxaca y Chiapas a lo largo de un área conocida como zona de subducción mexicana donde convergen cinco placas tectónicas, los sismos del 19 de septiembre de 2017 y del 7 de diciembre de 2023 no vinieron de la costa del Pacífico, la zona en la que históricamente se generan los terremotos más destructivos en el país.

En su lugar, ambos terremotos tuvieron como epicentro un radio menor a diez kilómetros ubicado en los límites del céntrico Estado de Puebla y Morelos, al sureste de la capital. Este tipo de sismos, conocidos como intraplaca, son terremotos de profundidad media poco comunes, que en lugar de producirse en los límites de una placa, donde tienen lugar típicamente, suceden tierra adentro, al interior de la misma. A diferencia de los sismos interplaca provenientes de la costa del Pacífico, la ruptura que provoca un terremoto intraplaca puede ocurrir en cualquier lugar de una falla geológica, una característica que los hace aún más impredecibles.

La diferencia sustancial entre el poder destructivo de ambos, sin embargo, radicó en la energía liberada por cada uno. El terremoto de septiembre de 2017 alcanzó una magnitud 7,1 contra la magnitud 5,7 calculada por el SSN para el evento del 7 de diciembre.

Debido a la menor distancia entre Puebla y la capital, los sismos intraplaca del 19 de septiembre de 2017 y 7 de diciembre de 2023 no se alertaron con la misma eficiencia que un terremoto interplaca producido en las costas del Pacífico. El sistema de alerta sísmica mexicana, un proyecto que comenzó en 1989 con la instalación de sensores en las costas de Guerrero, fue diseñado originalmente para alertar al centro del país de los terremotos con potencial destructivo para causar daños en zonas densamente pobladas del Valle de México, en especial en la capital, donde como en ningún otro sitio del mundo, el suelo lacustre amplifica las sacudidas producto de las ondas sísmicas. El epicentro también explica porqué en algunas alcaldías ubicadas al sur de la capital el movimiento se percibió con mayor intensidad que en las zonas al norte.

A partir de la evidencia producto de un siglo de medición instrumental de los sismos en México, la estadística revela que diciembre es el mes en el que ocurren más temblores; sin embargo, la idea de que septiembre es el mes con mayor incidencia de terremotos en el país se debe a los daños causados por los terremotos del 7 de septiembre de 2017 y el 19 de septiembre de 1985 y 2017, los tres más catastróficos en el último siglo en territorio nacional.

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Nacional
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