IA y Congreso
En los últimos meses, en México, EEUU y otros países, las preocupaciones por el uso de la inteligencia artificial se han intensificado. A finales de 2022, OpenAI lanzó el chat GPT. Su uso se popularizó rápidamente. Los periodistas, por ejemplo, empezamos a usarlo para traducir y resumir. Otros colegas lo usan para escribir esas notas aburridas, basadas en boletines, que no requieren mayor reportería. En un país con una precariedad laboral tan severa para los periodistas -con muchos colegas ganando sueldos miserables y escribiendo siete u ocho notas al día- una asistente virtual que redacte parece una buena idea.
Al mismo tiempo, las autoridades de muchos países han dicho que urge regular el uso y desarrollo de la inteligencia artificial. México es uno de ellos. Este año, el reporte sobre inteligencia artificial de la Universidad de Stanford enlistó a México como el noveno país con mayor cantidad de robots industriales (para tareas complejas, como líneas de producción o fabricación de maquinaria) y el tercero con mayor crecimiento de número de estos robots, después de Canadá e Italia.
En los últimos meses, México lanzó una Alianza Nacional de Inteligencia Artificial -que convocó a empresarios, legisladores, investigadores y activistas- y se presentaron al menos siete iniciativas de leyes o artículos para regularla. Ninguna se ha aprobado. Hasta ahora, los legisladores más realistas han propuesto adaptar leyes de otros países, y agregar artículos a leyes existentes, como la que sanciona la violencia contra las mujeres. Han dicho que debe evitarse la sobrerregulación. Estoy de acuerdo. En México sabemos de leyes bien hechas (como las que combaten el narcotráfico) sin mecanismos o personal para hacerlas cumplir.
Las propuestas legislativas giran en torno a lo que están regulando EEUU, la Unión Europea y otros países: que haya supervisión humana, transparencia y que los contenidos que se crean con inteligencia artificial tengan alguna marca, para identificarlos fácilmente.
En octubre, el presidente estadounidense, Joe Biden, firmó una orden ejecutiva sobre el uso de la inteligencia artificial. Consideró que, para el gobierno de EEUU, era de "máxima urgencia" gobernar su desarrollo y uso. Pidió a varios secretarios de su gabinete que informen, antes de abril de 2024, cuáles son los perjuicios que vienen para los trabajadores y qué hará el gobierno para que las empresas lo mitiguen.
No queda claro cómo piensa ese gobierno frenar a las grandes corporaciones con márgenes de ganancias multimillonarias y todo el dinero para hacer lobby en los Congresos contra leyes que reduzcan su poder o sus ingresos.
En México, el gobierno federal no ha hecho ningún pronunciamiento similar sobre las responsabilidades de las empresas y la necesidad de proteger a los trabajadores en un ambiente laboral vulnerable.
Pero el uso de esta tecnología llegó para quedarse. En los últimos dos meses, las búsquedas en Google México sobre estos temas se han disparado. Los términos de búsqueda permiten asomarnos a qué está pensando un usuario promedio de internet. Han buscado, por ejemplo, qué es la inteligencia artificial, o el chat GPT, cómo se pueden hacer logotipos, crear imágenes o presentaciones usando inteligencia artificial.
Para lograr leyes que efectivamente regulen y luego sistemas que vigilen que esas leyes se cumplan, hace falta algo que, creo, no tenemos en México: un cuerpo legislativo que entienda la dimensión del reto y tenga capacidad técnica para legislar al respecto, y un gobierno capaz de hacer cumplir la ley. "El problema que tenemos es que los propios legisladores no entienden qué es la inteligencia artificial", me dijo una persona que forma parte de las discusiones legislativas sobre IA en el Congreso.
Mientras tanto, el tic tac está sonando.
Pedí al chat GPT que me ayudara con algunas traducciones y resúmenes para esta columna y que escribiera el primer borrador de este texto. El resultado no me gustó. Lo sentí acartonado, formal. Reescribí todo y terminé leyendo los documentos, porque no confié en los resúmenes. Aun así, el chat había mejorado bastante desde la primera vez que lo usé, hace meses. Es muy probable que siga usándolo y que, en unos meses más, sepa exactamente cómo escribir un borrador que yo sienta como mío.
@penileyramirez