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DÍA CON DÍA

Napoleón y el catecismo combatiente

 

Hay la gran historia escrita, siempre un fresco diverso y complejo. Pero hay también el pequeño incidente, la proclama, el texto de época que sugiere todo sobre ella, como una gota de sangre en el laboratorio.

Ayer cité una de esas gotas, la proclama que Napoleón emitió al invadir España, luego de tomar Madrid, pensando que ahí terminaba su conquista. No había hecho sino empezar.

La Inquisición, que Napoleón abolió en sus decretos, cifró en un catecismo lo que sería el alma de su resistencia. Decía así:

—Dime, hijo mío, ¿qué eres tú? Español, por la gracia de Dios.

—¿Qué quieres decir con eso? Hombre de bien.

—¿Quién es el enemigo de nuestra felicidad? El emperador de los franceses.

—¿Cuántas naturalezas tiene? Dos: la naturaleza humana y la diabólica.

—¿Cuántos emperadores franceses hay? Uno verdadero y tres personas engañosas.

—¿Cómo se llaman? Napoleón, Murat y Manuel Godoy.

—¿Cuál de los tres es el más malo? Los tres lo son igualmente malos.

—¿De quién proviene Napoleón? Del pecado.

—¿Y Murat? De Napoleón.

—¿Y Godoy? De la formación de los dos.

—¿Cuál es el espíritu del primero? El orgullo y el despotismo.

—¿Y del segundo? La rapiña y la crueldad.

—¿Y del tercero? La codicia, la traición y la ignorancia.

—¿Qué son los franceses? Antiguos cristianos que se han convertido en herejes.

—¿Es pecado dar muerte a un francés? No, padre; se gana el cielo matando a uno de esos perros herejes.

—¿Qué suplicio merece el español que falta a sus deberes? La muerte y la infamia de los traidores.

—¿Quién nos librará de nuestros enemigos? La confianza entre nosotros y las armas.

El genio del idioma, de este catecismo, rima con el fuego de la resistencia popular española que al final dobló a Napoleón.

La invasión, resistida por España, fue un lastre a la movilidad y al tempo de las obsesiones napoleónicas: disciplinar Austria e invadir Rusia.

El espíritu de aquel catecismo, que tomo del libro Napoleón, de Alexander Dumas, es una perfecta gota de la historia de sangre de Napoleón en España y de la forma como España le mordió la cola, y trabó al gran hombre.

Ámbito: 
Nacional