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REPASO

Hay ciudadanos que son miembros de grupos políticos o públicos, cuyas oportunidades, independientemente de su capacidad laboral o profesional, las obtienen dadas las relaciones copulares que ostentan. Hay otros ciudadanos, de a pie, quienes pese a su desempeño profesional demostrado en el día a día, nunca son tomados en cuenta por las clases gobernantes. Eso ha pasado en Cuernavaca, desde luego. Y seguirá pasando? porque el actual alcalde va en camino de convertirse en un gran fraude.

Desde su campaña para buscar la alcaldía capitalina morelense, bajo unas siglas partidistas emergentes y fraudulentas,  Cuauhtémoc Blanco, excelente futbolista, histrión desinhibido y ñero de barrio defeño hasta las cachas, así como bravucón empedernido pero echado para atrás cuando el tiro era inevitable, sostuvo junto con sus “estrategas” que su gobierno sería literalmente ciudadano.

Esa etiqueta de ciudadano, en el contexto populachero, escaso de significado por cuanto a compromisos anclados en un desarrollo municipal democrático y con equidad, empleado por Blanco y su equipo de “transición”, tiene cuando menos dos acepciones. 

La primera acepción que le encontramos, tendría su motivación sólo para establecer una diferencia entre los “políticos corruptos”, como insistió en afirmar, y lo que el ayuntamiento de Cuernavaca presuntamente sería durante los tres años venideros, matizado por su acercamiento a la gente, por su identificación con los de a pie, con aquellos que no tuvieron ni tienen la oportunidad de tener relaciones con influyentes. Obviamente, todo fue un ardid.

La segunda acepción, para nosotros la menos probable, consistiría en tener la apertura para incorporar precisamente a cuernavacenses sobresalientes, desvinculados de filiaciones políticas o partidistas cupulares. Afirmamos que fue la menos probable, porque por un lado, nada se dijo al respecto y el término ciudadano, insistimos, se empleó sólo en el discurso y no en acciones; por otro lado, si aceptásemos aquello de que para muestra un botón, hay que recordar que de los integrantes del equipo de transición nombrado en sus inicios por Cuauhtémoc, a la abrumadora mayoría no se le pudo considerar ciudadano común y corriente, puesto que los que allí estuvieron han desarrollado actividades públicas y profesionales dados sus vínculos con los grupos políticos y partidistas que todos conocemos. Esa circunstancia, hay que decirlo, no le resta a dos que tres, que estén identificados como profesionistas competentes y hombres de bien. Los demás, reiteramos, están o estuieron allí por las relaciones de elite a las que nos referimos. 

Pese a la anterior circunstancia, ¿opera ya una política municipal de inclusión de esos otros ciudadanos de los que sólo habla su responsabilidad y desempeño transparente en los ámbitos sociales y profesionales donde se desempeñan? No pensamos incluso en los miembros de agrupaciones no gubernamentales o civiles cuyos compromisos sociales son claros, pero no desde posiciones gubernamentales que vician sus aspiraciones de mejora comunitaria en todos sentidos.

Nos referimos a una especie de búsqueda de talentos, al estilo y práctica de lo que se hace en el deporte, en donde se rastrea verdaderamente a quienes tienen facultades para alcanzar la excelencia, dados sus rendimientos pasados y actuales. 

Quizá el ejemplo al que acudimos sea muy elemental, pero nos permite insistir en nuestra apreciación: el equipo de trabajo que acompañó al principio a Cuauhtémoc Blanco y que lo acompaña ahora después de su ruptura con quienes lo invitaron a participar, puede que intente gobernar para bien de los ciudadanos, pero sin ellos. Una especie de tutela mediante la cual se determina qué necesitan los habitantes de los rumbos capitalinos, suponiendo incluso que se les escuche, pero haciendo a un lado que al momento de la toma de decisiones esos ciudadanos tengan algo qué ver.

Obviamente, no sería el alcalde de Cuernavaca quien pueda argumentar lo que aquí dudamos, haciéndonos eco de los escepticismos de otros semejantes con los que hemos intercambiado puntos de vista. Cuauhtémoc Blanco, sin afán de incomodar a su seguidores, carece de las fortalezas intelectuales para reflexionar sobre cuestiones que no se le dan, incluidas las de la cosa pública y política. Ya está demostrando con sobra de evidencias su inutilidad..

E mail: profechon@hotmail.com

 

 

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