Lo primero que tenemos que reconocer es que los partidos políticos están en crisis y están en crisis porque sea han vuelto entidades pragmáticas, vulnerables, convenencieras. Han perdido identidad e ideología, operan más como franquicias o empresas familiares o camarillas de cuates o de clase política. Han perdido el rumbo porque son entidades que buscan el poder por el poder mismo. Se han distanciado de la sociedad y; en mayor o menor grado, utilizan narrativas e instrumentos de comunicación para vender ilusiones ofreciendo, el oro y el moro, a incautos ciudadanos con programas sociales electoreros o narrativas que se alejan de la realidad.
Para dar cuenta de lo que escribo, basta observar cuidadosamente con ojo crítico lo que hablan, dicen o prometen los candidatos o candidatas y los equipos que los rodean. Invariablemente, son políticos, de dulce de chile y de manteca. Son una especie de mafia que han encontrado el modo de hacer de la política un modus vivendi. Cada proceso electoral cambian de un partido a otro, el que les ofrece más o en el que su instinto les indica que tendrán mayores posibilidades de triunfo. Los políticos no se complican la vida, la mayoría de ellos son pragmáticos y cínicos.
Ahora que se ha puesto de moda que las candidatas han presentado a sus equipos de trabajo, en ellos podemos observar personalidades interesantes, políticos reciclados y de diferentes trayectorias y corrientes políticas, para darle prestigio a su candidatura y crear la ilusión de que ahora sí habrá el cambio esperado con esos equipazos.
Pero la complejidad estriba en que los analistas políticos y comentocrátas, ponderan o descalifican o; simplemente, cuestionan a los equipos de las candidatas. Así es la democracia, pero hoy en día hay un nuevo ingrediente, el de los ciudadanos que también opinan, calificando o descalificando a las candidatas y/o a sus equipos. Este fenómeno político crea una reverberación de opiniones que no permiten hacer un análisis con profundidad, quedando expuestos al análisis superficial y a la toma de decisiones, simplemente, emocional.