Se salvó porque conducía una camioneta blindada que sus patrones le convencieron de usar y le facilitaron, en la que impactaron nueve balas de .09 milímetros dirigidas certeramente a su cabeza: “seis en el vidrio del lado del piloto y tres en el parabrisas”, consta en el peritaje.
Cinco días después, en una frase, el presidente López Obrador cometió este doble dislate:
“Pudo ser un autoatentado, no porque él se lo haya fabricado sino porque alguien lo hizo para afectarnos a nosotros”.
Y mes y medio más tarde dijo que el ataque era “un asunto de Estado” porque no descartaba que se tratara “en el fondo” de un intento de desestabilizar a su gobierno.
Externó su confianza en que el caso sería resuelto, sobre todo por suponerlo (como casi todo) resultado de una conspiración en su contra.
Reconoció sin embargo:
“No es fácil llegar a los autores intelectuales. Vamos a buscar si es posible hacer algunas reformas para que los que cooperen con información puedan tener una consideración en sus penas cuando se trata de asuntos de interés público, de asuntos de Estado, porque esto se trata de desestabilizar, es sabotaje, es subversión…”.
A un año ya, aunque 14 imputados están en la cárcel (uno de ellos capturado por alguaciles de San Diego, California), sigue sin saberse lo principal: ¿de quién es la autoría intelectual y por qué se quiso asesinar a Gómez Leyva?
Trece de las detenciones en México fueron mérito del ex secretario de Seguridad de la capital, Omar García Harfuch, en tanto que las investigaciones ministeriales que debió hacer la Fiscalía que aún encabeza Ernestina Godoy sirvieron lo mismo que la carabina de Ambrosio y por esto, a mediados de agosto, Ciro pidió y obtuvo la intervención de la Fiscalía General de la República pero seguimos en lo mismo.
Por lo que dijo AMLO en los primeros días y semanas del atentado, no dejo de sorprenderme cada que en sus mañaneras y sus patológicas embestidas contra periodistas “tradicionales” incluye a Ciro.
Creo que por aludir a un sobreviviente de la inseguridad que se tolera con “abrazos, no balazos”, no debiera jamás infamarlo.
A propósito de encuestas que a nadie ya importan, ha osado inclusive afirmar que el de Gómez Leyva “es un acto deliberado de corrupción, Ciro actúa de manera corrupta”.
El periodista le reviró:
“Usted acaba de mentir, usted está diciendo que yo cometí un acto de corrupción, ¿y qué sigue, Presidente? Lo dijo hace un mes, lo repite hoy. ¿Qué sigue, Presidente? ¿Cuál es el segundo punto de su escalada? ¿Está buscando un segundo atentado…?”.
Solo en el último mes a López Obrador le he contado seis fregadazos a Ciro.
Recurrí a quien hace marcaje personal al presidente, Luis Estrada, director de SPIN, y me sorprendí todavía más: en el año que hoy se cumple del ataque, López Obrador ha injuriado 190 veces a Ciro. Y en lo que va de su gobierno lo ha buleado en 270 ocasiones…