Sheinbaum en problemas
No es invencible, como la pintan.
Donde va la reciben con quejas, y se enoja.
Sus auditorios no aplauden, parecen dormidos.
La candidatura presidencial de Claudia Sheinbaum no prende.
Ni modo, es una mala candidata.
Apenas iniciaron las precampañas y la popularidad del Presidente y sus flancos fuertes fueron abollados de inmediato. Los errores del gobierno son expuestos –levemente– en los spots que van en todas las televisoras abiertas.
Claudia Sheinbaum no tiene peso político propio ni prestigio por algún motivo, como en su momento lo tuvieron Arnoldo Martínez Verdugo, Rosario Ibarra de Piedra, Heberto Castillo (que declinó), Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador.
Su medianía no sería problema si existiera obra de gobierno que convoque a la continuidad de su partido en la Presidencia. Y no es el caso.
La reciente encuesta de EL FINANCIERO refleja el efecto de las precampañas: la aceptación del presidente López Obrador es sólo de 55 por ciento.
Es el nivel más bajo que haya tenido un presidente desde que se mide la popularidad, con la excepción de Peña Nieto.
Y en el sexenio de Peña estaban, en los principales canales de televisión abierta, periodistas críticos, incisivos e implacables. Ya no están.
¿En qué nivel andaría hoy la popularidad de AMLO con Carlos Loret en la mañana y Joaquín López-Dóriga en la noche, por el principal canal de la televisión abierta de México?
Vamos a lo concreto, a lo que hay.
La encuesta de Alejandro Moreno, publicada en estas páginas el 3 de enero, es reveladora de por qué Claudia Sheinbaum está en problemas: no hay respaldo popular a la continuidad.
¿Qué continuidad va a ofrecer Claudia Sheinbaum en seguridad pública?
El respaldo a la política de seguridad del presidente López Obrador es sólo de 25 por ciento. La población padece el asedio del poder de los criminales mientras el mandatario dice que la violencia es exageración de los medios.
Sólo 32 por ciento de la ciudadanía aprueba la política anticorrupción del Presidente. Está ampliamente reprobado en aquello que era su fuerte y lo hizo ganar de calle la elección de 2018.
Por primera vez en el sexenio la opinión sobre la honestidad del Presidente está por debajo de 50 por ciento.
De noviembre a diciembre su imagen de honestidad cayó de 58 a 47 por ciento. Va en picada. Y eso que Loret sólo está en un canal de YouTube.
La “honestidad valiente” está abollada. ¿Continuidad? Como bandera de la candidata de Morena, no parece muy creíble.
Durísima la caída de AMLO en la percepción de su capacidad para dar resultados: sólo 33 por ciento de la población lo considera capaz. Cayó nueve puntos en un mes.
¿Cómo va a transmitir Claudia Sheinbaum que ella, a diferencia de su jefe, sí puede dar resultados? Está en problemas.
Únicamente 37 por ciento de la población aprueba el desempeño del gobierno en materia económica. Así de mal, a pesar de la machacona campaña de que la economía va por buen camino.
Al parecer la gente ve los nubarrones en el horizonte y no compra el cuento de que en los siguientes seis años sólo se necesitará una gerente de la patria subsidiada que marcha sobre ruedas.
Ninguna de las tres obras emblemáticas del sexenio tiene una aprobación por encima de 50 por ciento. Ninguna. Y son obras.
El Aeropuerto Felipe Ángeles sólo lo aprueba 37 por ciento de la población. De septiembre a diciembre cayó 13 puntos.
La refinería en Dos Bocas la aprueba únicamente 40 por ciento y el Tren Maya 44 por ciento.
Claudia Sheinbaum sólo puede ofrecer continuidad, de manera exitosa, en las transferencias de recursos de los programas sociales. ¿Quién se opone a que regalen dinero?
Una precampaña tibia de Xóchitl Gálvez mostró que el indestructible tiene los pies de barro después de cinco años de gobierno.
El primero de marzo empieza la campaña presidencial, y si Sheinbaum quiere conservar la ventaja deberá idear algo novedoso.
Una campaña cara a cara, como la que empieza en marzo, no la aguanta con la criminalidad desbordada y negada.
Con la opacidad de 80 por ciento de los contratos de obra pública.
Con la incapacidad del gobierno para hacer algo distinto a destruir.
Con el discurso en favor de la continuidad que la mayoría de la población no quiere.
Con porras a un aeropuerto que nadie quiere usar.
El aparato de propaganda del gobierno y los heraldos de la doctora en los medios han hecho creer que va sola, que no tiene rival, que le lleva más de 30 puntos a su oponente.
Sí, sí puede ganar, y también puede perder.
En marzo empieza a caminar el reloj hacia la hora de la verdad.