Acuerdos en lo oscurito para repartir alcaldías y posiciones, división en MC por su candidatura presidencial y disputas en Morena por el pago de moches evidencian la naturaleza de los institutos
El choque entre el presidente del PAN, Marko Cortés, y el gobernador de Coahuila, Manolo Jiménez (PRI), por el reparto de alcaldías y posiciones dentro del gobierno; la división en MC por su candidatura presidencial o las disputas en Morena por el presunto pago de moches, evidencian la naturaleza de los institutos que se encuentran más enfocados en pelear por el “botín político”, que en defender la democracia y/o hacer propuestas.
Así consideran los analistas José Antonio Crespo, Alberto Aziz y Fernando Dworak, quienes hacen una evaluación de la precampaña a la luz de los últimos acontecimientos.
Crespo Mendoza, maestro en Sociología Política y doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana, advierte que lo que se ve en la escena política es la disputa por los cargos de poder, diputaciones, alcaldías: “No lo justifico, pero eso es lo que les interesa a la gran mayoría de los partidos y, por lo tanto, a la hora de distribuir cargos y candidaturas hay pleitos y diferencias”.
Considera que los partidos y algunos liderazgos se comportan como “marxistas, pero de Groucho Marx —humorista estadounidense—, quien decía: “Estos son principios, sino les gustan tengo otros”.
No obstante, afirma que “el PAN cometió un grave error, primero por repartir de esa manera las posiciones con el PRI en Coahuila y segundo fue una equivocación estratégica divulgar ese acuerdo, porque además de exponerse a las críticas de sus adversarios, mucha gente puede decir: ‘Efectivamente, estos partidos no son tan confiables’”.
Aziz Nacif, integrante del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), subraya que los eventos de estos días muestran que para los institutos políticos su prioridad es el reparto de posiciones. “En esta secuencia de los miles de cargos de elección popular que se van a elegir en junio próximo los partidos tratan de colocar a su gente, pero en el interior de cada uno hay grupos, intereses, alianzas y coaliciones que revientan por esos intereses. Eso pasó en Coahuila claramente donde el PRI y el PAN pugnan por espacios para su gente y posiciones más allá de la legitima búsqueda de cargos de elección”, apunta.
Expone que esas “anomalías y estridencias” del sistema político mexicano se deben a que no hay mecanismos democráticos en la elección de perfiles para cargos de elección y son decididos en la mesa por ciertos perfiles dentro de los institutos políticos.
Dworak Camargo, maestro en Estudios Legislativos por la Universidad de Hull, Reino Unido, indica que desde 2018 el sistema de partidos políticos colapsó y no se ha podido reconfigurar porque no ha habido rotación de cuadros. “Los partidos siguen dominados por cúpulas o dirigencias que no son competitivas en tierra y cuya única fuerza es el control de las candidaturas, eso es lo que estamos viendo entre PAN y PRI, son liderazgos que prefieren morir en la raya que renovar sus institutos, porque si comienzan por la autocrítica y la renovación de cuadros, los primeros que van a desaparecer son ellos”, detalla.
Explica que esos liderazgos están más contentos al lucrar con la franquicia del partido, mientras les dura, que relanzar a sus partidos. La rebatiña por el botín político tiene repercusiones negativas, porque hace que los ciudadanos no quieran saber de la política: “Lo único que hacen es que se desmovilice la ciudadanía en las próximas elecciones, algo lamentable”.
Crespo Mendoza agrega que esos asuntos le pegan a la oposición, porque algunos pueden separar la lucha interna de los partidos de la candidatura de Xóchitl Gálvez y “pueden decir: ‘Ella no tiene nada que ver con esto’, pero fue un error ventilar esos problemas, lo único que hacen es darle municiones a los opositores, fue darse un balazo en el pie”.
Aziz Nacif dice que lo ideal sería ver propuestas, pero vivimos un proceso de sucesión adelantado donde las precampañas son una suerte de “ficción”.
Dworak considera que desde 2018 la clase política colapsó y tenemos un presidente, Andrés Manuel López Obrador, con un discurso moral muy atractivo que todos los días dice qué es lo bueno y qué es lo malo, y eso es creíble para mucha gente.