José Agustín, considerado de culto por insertar en la literatura mexicana el habla, la estridencia y el ánimo rebelde de la juventud nacional, falleció a los 79 años en Cuautla, Morelos.
Ni siquiera contaba con 20 años cuando encabezó una rebelión que tomó por asalto a la alta literatura.
Sucedió con La tumba, la novela que lo posicionó para siempre en el mapa literario mexicano, y prosiguió con De perfil, entre otras obras.
"En muchos sentidos, José Agustín fue un autor inau-gural", recordó ayer Juan Villoro ante la noticia de la muerte del escritor.
"La contracultura no podía tener cabal expresión en México porque los conciertos masivos estaban prohibidos y, en cierta forma, él cumplió ese papel. El punto de vista juvenil encarnó en sus páginas con la misma fuerza y a un ritmo tan sincopado como el que practicaban los grupos de rock".
Con él, la juventud podía finalmente leerse: "Logró el raro milagro de hacernos sentir que la literatura nos incluía".