Por lo mismo, no es la calidad de su discurso lo que puede hacerle perder o aumentar la ventaja que lleva.
El viernes pasado, Sheinbaum pronunció su discurso final de precampaña, y volvió a quedar claro que imita mal y recrea sin fuerza la retórica, los lemas y las desmesuras de su jefe de campaña, el Presidente de la República.
La candidata de Morena no se priva de nada y aún le sube un gradito a toda esa realidad alterna, según la cual el país vive una transformación histórica, y seguirá su velocidad de meteoro cuando la hoy candidata tome la estafeta presidencial.
Algunas líneas de do mayor:
“No creo exagerar al decir que somos el movimiento social político más fuerte de todo el planeta”
“Hoy México es respetado en el mundo entero y es una referencia, es ejemplo de buen desempeño económico”.
“Encabezamos un proyecto que representa la única opción en el México de hoy de prosperidad a su pueblo”.
“Hemos hecho a lo largo de todos estos años, lo que parecía imposible, la revolución de las conciencias, de la mente del pueblo de México”.
“Estamos dando un ejemplo al mundo y lo vamos a seguir haciendo”.
El país y el mundo reconocen cada día en sus distintos foros estos hechos, y no hay cómo refutarlos, salvo decir que hay algunos buenos lectores en el país de medios internacionales donde ninguna de esas cosas aparecen.
También hay un grupo minoritario en casa, desde luego conservador, probablemente antimexicano, que escucha estas palabras como quien oye a alguien cantar desentonadamente, pero en do mayor, lo que realmente pasa en el país, a la manera de las célebres cantadoras del himno cuando terminó el acto final de precampaña.
Las frases que cito son los momentos más descontrolados de un discurso que hay que leer, que no se ahorra elogios para los logros del gobierno, pero que permite ver con cierta claridad el tamaño de la continuidad asumida por Claudia Sheinbaum.
Continuidad en do mayor.