Donald Trump vuelve a ganar. Su triunfo en las elecciones primarias de New Hampshire ha quedado claro al poco de cerrarse las urnas. El triunfo de Trump en New Hampshire sobre Nikki Haley se suma a la victoria aplastante del presidente la semana pasada en los caucus de Iowa. En el último medio siglo, todos los candidatos que han ganado en Iowa y New Hampshire han logrado la nominación como candidatos a las presidenciales.
Trump tiene el camino aparentemente despejado, pero su rival, Nikki Haley, se resiste a tirar la toalla, lo que ha amargado algo la fiesta al expresidente.
“Esta carrera está lejos de terminar, hay docenas de Estados por delante y el siguiente es mi dulce Estado de Carolina del Sur”, ha dicho Haley en su comparecencia de este martes tras las elecciones. “Los votantes de Carolina del Sur no quieren una coronación. Quieren unas elecciones y vamos a tenerlas porque solo estamos empezando”, ha añadido. Trump ha mostrado su enfado al aparecer una hora después: “¿Quién demonios era la impostora que ha subido al escenario que iba delante y se ha atribuido la victoria? Lo ha hecho muy mal en realidad”, ha dicho el expresidente, pese a que lo primero que hizo Haley fue felicitarlo como ganador.
New Hampshire es el Estado donde tenía mejores perspectivas Nikki Haley, la única rival real de Trump que quedaba el martes tras la retirada del gobernador de Florida, Ron DeSantis. Pero si Haley no ha sido capaz de ganar en este Estado relativamente moderado, donde contaba con el apoyo entusiasta del gobernador, Chris Sununu, y donde los votantes independientes tenían la posibilidad de participar en las primarias republicanas, más difícil lo va a tener en el resto del país. Con un 91% escrutado, Trump tiene un 54,8% de los votos, frente al 43,2% de Haley.
La victoria de Trump es clara, pero no aplastante, como los 30 puntos de diferencia que sacó tanto a DeSantis como a Haley en Iowa. Y ha sido inferior a la que pronosticaban las encuestas, lo cual no le ha gustado a Trump, que ha arremetido contra su rival. “Ron quedó segundo [en Iowa] y se ha ido, Ella quedó tercera y sigue por ahí. La otra cosa es que ella solo ha tenido el 25% de los votos republicanos. No sé si habéis visto el tremendo número de independientes que han votado porque tenéis un gobernador que francamente no sabe qué diablos está haciendo en este Estado”, se ha quejado.
“No dejemos que alguien se lleve una victoria cuando ella tuvo una muy mala noche”, ha insistido Trump. “Está dando un discurso como si hubiera ganado. No ha ganado. Ha perdido”, ha continuado, para añadir: “Solo una pequeña nota para Nikki: no va a ganar”.
Su discurso no ha sido eufórico, como el de la semana anterior en Iowa, sino más bien algo colérico. “No me enfado demasiado. Me desahogo”, dijo en un momento dado. La campaña de Haley lo ha descalificado, diciendo que ha sido un “desvarío furioso y farragoso”. “Si Trump está en tan buena forma, ¿por qué está tan enfadado?”, se preguntan.
La próxima cita es en Nevada, donde Haley no está inscrita en los caucus, las asambleas que van a elegir los delegados para la convención republicana, sino en las primarias, votaciones en urna, que en ese Estado están desautorizadas por el partido. Trump, por tanto, se llevará allí el 100% de los delegados. Luego llega el 24 de febrero Carolina del Sur, el Estado de origen de Haley, pero donde Trump lidera las encuestas y cuenta con el respaldo del aparato del partido y la inmensa mayoría de sus líderes locales. El camino de Haley está lleno de obstáculos.
Si los actos de campaña de estos días sirven de indicio, la victoria de Trump en New Hampshire se veía venir. Ha dado sus mítines en polideportivos y teatros con mucha más capacidad que las salas de institutos, colegios, restaurantes y hoteles que ha elegido Haley. Los simpatizantes han abarrotado los lugares donde intervenía Trump tras aguardar durante horas el frío y la nieve.
El martes, la presencia de trumpistas se notaba también más en los centros de votación. Michael Guglielmo, de 61 años, defendía a las puertas de un colegio electoral en Concord, la capital del Estado, que “Trump es el único candidato legítimo que representa al pueblo”. “Dice lo que hace, hace lo que dice. No miente. Cumplió sus promesas. Tuvimos paz a través de la fuerza. No tuvimos guerras. Tuvimos una gran economía, empleo para negros, hispanos, zonas empresariales. Era un hombre de negocios. Y tal vez no tenía el mejor decoro, pero sus políticas daban en el clavo. Así que prefiero los tuits malos y las buenas políticas”, sostenía Guglielmo, carpintero.
Muy cerca de allí, cerca de la sede del legislativo estatal, una placa informativa recuerda la importancia que le dan los ciudadanos de New Hampshire a las primarias. Desde 1920 se celebran allí antes que en ningún otro sitio. El cartel para turistas afirma que los votantes de Nuevo Hampshire “han favorecido habitualmente al candidato que al final alcanza el Despacho Oval”.
Trump es el líder carismático en torno al que han girado estas primarias y su presencia va camino de definir las presidenciales del 5 de noviembre contra el actual presidente, Joe Biden, una reedición de las presidenciales de 2020. La mayoría de sus seguidores, como Dylan Quatrucci, estudiante de 26 años, sostienen que las elecciones de 2020 estuvieron amañadas y que sus imputaciones son interferencia electoral para los comicios de este año: “Siguen atacando nuestra democracia mientras fingen defender la democracia. Lo cual es un poco ridículo”.
Quatrucci dice que hay un “montón de razones” por las que apoya a Trump. “Yo diría que la principal razón es la libertad de expresión, que yo diría que está amenazada en Estados Unidos hoy en día”, sostiene. “Va a reconstruir la mejor economía de todos los tiempos. Va a mantenernos seguros, seguros a nivel nacional e internacional, construyendo nuestro muro fronterizo. Y va a detener todas las drogas que entran por la frontera sur, porque ese es un gran problema para la gente de New Hampshire. Mucha gente conoce a alguien que ha fallecido por la epidemia de drogas aquí”, añade.
Le contradice una mujer de 57 años que prefiere no decir su nombre y que apoya a Nikki Haley. “Creo que es hora de un cambio. Me gusta Trump, pero Trump y Biden son demasiado viejos y creo que Nikki Haley tiene más posibilidades de ganar la elección general en noviembre. Necesitamos una nueva generación. También creo que es hora de tener a una mujer como presidenta”, añade. La tesis de la elegibilidad es una de las que más ha manejado la candidata republicana, la idea de que el caos y los escándalos que acompañan a Trump ahuyentan a los votantes moderados e independientes y pueden llevar a una derrota de su partido, como prueban los malos resultados electorales de 2018, 2020 y 2022.
Las encuestas a pie de urna han mostrado este martes que el dominio de Trump es abrumador entre los votantes registrados como republicanos, mientras que Haley solo se abre paso entre los que no declaran su preferencia partidista, a quienes se califica de independientes. Eso puede abonar esa tesis de que a la hora de la verdad, la de las elecciones del 5 de noviembre contra Biden, los votantes puedan dar la espalda a Trump. En todo caso, así como hace algo más de un año, tras las elecciones legislativas de noviembre de 2022, cundía la impresión de que Trump no podía ganar las presidenciales, las encuestas recientes le sitúan como favorito. Eso explica en parte que las primarias se hayan decantado tan claramente a su favor y se hayan quedado en el camino alternativas como la de DeSantis.
El martes también había primarias entre los demócratas. En ellas, el favorito indiscutible era Joe Biden. El escrutinio se ha complicado algo por el hecho de que Biden no figuraba en las papeletas por una disputa del Partido Demócrata. Los que querían votarle tenían que escribir su nombre a mano y eso no lo leen las máquinas. Pese a ello, Biden no ha tenido problemas para imponerse con claridad al congresista Dean Phillips y la escritora de libros de autoayuda Marianne Williamson, los dos rivales más relevantes. El presidente ha logrado en torno a dos tercios de los votos, frente a aproximadamente el 20% de Phillips y menos del 5% de Williamson.
“Estoy aquí para mostrar mi apoyo a Joe Biden y animar a mis amigos y vecinos a que le voten”, decía este martes Colin Van Ostern, ejecutivo tecnológico de 44 años y destacado militante demócrata, a las puertas de un colegio electoral en Concord. “No está en la papeleta por una disputa política dentro del partido, pero no voy a dejar que los burócratas del partido decidan a quién voto, si voy a votar por él o no. Joe Biden es la única persona que ha vencido a Donald Trump y lo hará de nuevo. También defiende cosas que son muy importantes para mí, como una economía que funcione para todos, no solo para los de arriba, y derechos básicos como el derecho al aborto, que está siendo realmente atacado en este país ahora mismo”.