La mala relación
El deterioro de la relación México-Estados Unidos se vuelve preocupante, pues no se trata sólo de frases electoreras aquí y allá, sino de hechos de evidente mala fe.
Ayer se informó que en la reunión de alto nivel entre funcionarios de los dos gobiernos, el general Cresencio Sandoval dijo a su contraparte que se ha detectado tráfico de armas de uso exclusivo del Ejército estadounidense hacia grupos criminales en México.
Eso quiere decir todo lo que se lee en las entrelíneas del señalamiento del titular de Sedena, revelado por la canciller Alicia Bárcenas: en el gobierno de Estados Unidos habría fuerzas que buscan la desestabilización de México.
¿Qué tipo de armas? ¿Qué potencial destructivo tienen?
Al Ejército mexicano no se las mandaron, ni a coleccionistas de armas, sino obviamente a los cárteles porque se trata de operaciones clandestinas.
Del lado estadounidense, la delegación encabezada por el secretario de Estado, Antony Blinken, y Alejandro Mayorkas, titular de Seguridad Nacional, se informó que la visita a México se debió a que el gobierno mexicano no estaba cumpliendo sus compromisos en materia migratoria.
Eso quiere decir que las autoridades mexicanas estarían jugando en la elección presidencial de Estados Unidos en contra de la reelección de Biden y en favor de Donald Trump.
López Obrador tiene la llave para la reelección de Biden. El debate central de la elección estadounidense no será económico, sino fundamentalmente migratorio.
La molestia del gobierno de Estados Unidos, que vino con su plana mayor a México, se basó en cifras que Mayorkas traía en la mano para fundamentar su reclamo.
El reporte de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos dio cuenta en diciembre de 250 mil cruces ilegales en la frontera sur.
Esa cifra es la más alta de la historia, desde que hay estadísticas. Si lo anualizamos, da un total de 3 millones de cruces ilegales (detenidos o expulsados en la frontera) desde México.
Sin duda la inmigración ordenada es benéfica, para Estados Unidos y el mundo en general, pero ningún país aguanta la llegada de 3 millones de migrantes al año, de manera ilegal.
Ahí es donde el gobierno del presidente Biden ve mano negra para sabotear su reelección.
El caos fronterizo es alimento para las aspiraciones de Donald Trump, que esta vez no ha cargado contra el libre comercio, sino contra el flujo de millones de personas que cruzan ilegalmente para instalarse en su país.
A Trump le conviene más el problema que la solución.
Los republicanos en el Capitolio tienen bloqueado el presupuesto adicional que solicitó la administración Biden (14 mil millones de dólares) para reforzar la vigilancia en la frontera sur y para el sistema de tribunales que llevan temas migratorios.
Sin esos recursos, no hay manera de atender la marea humana que llega del sur. La cantidad de cruces ilegales es histórica.
Ayer, EL FINANCIERO dio a conocer una revelación del embajador estadounidense en nuestro país, Ken Salazar. Vale la pena tomar nota.
El embajador Salazar dijo que la reunión que sostuvo –por separado– con las candidatas presidenciales Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez no fue sólo para escucharlas y hablar de temas que son de interés común, como se publicó en diciembre.
Ahora fue más específico, y contó que era importante dar a conocer a las candidatas el punto de vista estadounidense, sin hacer intromisión política.
“Colaboración”, fue el término que escucharon las candidatas Sheinbaum y Gálvez.
Es que, explicó ayer el embajador, “ahí es donde se va a definir el futuro de la relación”.
Ni a Estados Unidos le conviene un México desestabilizado con armas de su Ejército en manos de criminales, ni a México le conviene convertirse en un enemigo de Biden. De Trump, ya lo somos.
Más vale no jugar con fuego, si queremos aprovechar el boom económico que se prevé con el nearshoring.