Por lo visto, puede ganar Xóchitl
Era de esperarse. La elección se comienza a cerrar.
Aunque por lo observado en estos días, la tendencia apunta a una contienda mucho más disputada de lo previsto en el cuartel de campaña de la candidata del oficialismo.
Ese cuartel de campaña está en Palacio Nacional.
Nunca se había visto al Presidente tan descompuesto como ahora. Hasta físicamente.
Ayer le preguntaron sobre si aceptaría una hipotética victoria de la candidata de oposición, y trastabilló. “Mejor cambia de ejemplo”, dijo.
La respuesta lógica, evidente, y sobre todo cuando se tiene la certeza del triunfo, es sí.
Se fue por las ramas para concluir que “la voz del pueblo es la voz de Dios”. (Algo así debió pensar Pilatos cuando el pueblo le pidió crucificar a Jesús y liberar a Barrabás).
En la misma conferencia, ayer, uno de los voceros de Comunicación Social de la Presidencia –habilitado como periodista– expuso una teoría hasta ahora inédita del asesinato de Luis Donaldo Colosio, para meter a como dé lugar la insidia en la conversación pública.
Algo anda muy mal como para recurrir a una perversidad de ese tamaño. Lo que anda mal, para sus fines, es la elección.
Las encuestas pagadas, que ponen a la candidata del gobierno más de 20 o 30 puntos arriba, sirven para desalentar, aunque no para ganar.
Morena puso el grito en el cielo por la decisión del INE de contratar a Signa Lab para que seleccionara en las redes sociales las preguntas que se harán en el primer debate de las candidatas.
Signa Lab pertenece al Instituto Tecnológico y de Estudios de Occidente, es de los jesuitas, y los representantes de Claudia Sheinbaum impugnan al ITESO porque la directora de Signa Lab, dicen, es crítica de la ‘4T’.
¿Por qué tanto nervio si están 20 o 30 puntos arriba?
Lo mismo el Presidente, ¿por qué insulta a la candidata de oposición como lo hace en su reciente libro?
¿Por qué interviene públicamente en la elección, cuando la ley se lo prohíbe?
Si su candidata llevara esa ventaja, inalcanzable según sus números, ¿para qué agredir? En todo caso les conviene una elección limpia, inobjetable.
Desconozco si la intervención diaria del Presidente en contra de Xóchitl y en favor de Sheinbaum le reste votos a la abanderada de la oposición. Quién sabe.
Lo que sí es un hecho es que las palabras presidenciales son órdenes a los gobernadores y dirigentes de Morena, a los operadores de las granjas de bots de la Presidencia y a sus medios afines –casi todos– para que pongan el turbo.
¿Por qué? Con tanta ventaja no sería necesario.
Xóchitl creció antes de que inicie la campaña. Eso no estaba en el libreto.
La incompetencia del gobierno empieza a manifestarse en temas delicados donde no tienen excusas ni manera de culpar a nadie, más que a ellos mismos. El agua.
¿Qué respuesta dan a la crisis de agua, luego de cinco años en el gobierno sin una sola obra hidráulica importante?
¿Dónde está el dinero del Fondo de Desastres, que desaparecieron?
No pueden decir que “los neoliberales” les dejaron secas las presas.
Tampoco pueden decir que no les dejaron dinero para obras.
Se gastaron todos los ahorros que heredaron de “presidentes neoliberales”. Y lo tiraron en el tren y en Pemex, donde perdemos hasta la camisa.
Xóchitl Gálvez, nos agrade o no, se acerca al primer lugar, antes y con mayor fuerza de lo previsto, como reacción a un mal gobierno.
Y como rechazo a la polarización y odio que esparce a diario el Presidente de la República. Se excedió.
En el equipo de Claudia Sheinbaum hacen control de daños por los insultos y provocaciones cotidianas del Presidente a los medios de comunicación.
La semana pasada, el (hasta ahora) encargado de la comunicación social de la candidata del gobierno, Alfonso Brito, viajó a Nuevo León para reunirse con dueños y directivos de medios.
Durante la comida, en el restaurante La Torrada del municipio de San Pedro Garza García, Brito les dijo que –a diferencia de AMLO–, Claudia no quiere pelearse con los medios.
El mensaje fue que “hay que normalizar la relación con los medios”.
Luego de eso vino la renuncia del subsecretario de Gobernación, César Yáñez, para incorporarse al área de comunicación social de la candidata.
Yáñez es 100 por ciento leal a López Obrador. Quienes lo hemos tratado alguna vez nos constan sus buenos modales y su fidelidad incondicional a AMLO. Esto último lo narra con detalles Luz Elena Chávez en su libro.
¿Por qué el Presidente lo mandó a reforzar una campaña que –según dicen– ya ganó las elecciones? Sume usted lo que se ve:
El nerviosismo en Palacio, y un “plebiscito” inventado, con una pregunta insultante.
La exacerbada desmesura del Presidente para maltratar a una candidata que –dicen– no tiene ninguna posibilidad de victoria.
Los gritos de guerra a gobernadores y funcionarios para redoblar los ataques.
La canallada de usar a un orador de utilería en la conferencia mañanera y reactivar con insidias la discusión sobre el asesinato de Colosio.
Atropellar la ley y la investidura presidencial para meterse al juego sucio de la campaña.
La acentuada y bochornosa presión sobre los dueños de medios de comunicación…
¿Por qué, si ya tienen la continuidad en la bolsa?
Porque al parecer la ganadora será Xóchitl.