La religión es poderosa aliada y feroz adversaria. Políticos de diversas creencias e ideologías visitan El Vaticano antes y después de las elecciones, por algo será. Después de ganar el poder, el ultraderechista Milei pasó de considerar al Papa “el maligno en la Tierra” a verlo como “el más importante de toda Argentina”. Sin llegar a esas ridiculeces, ni mucho menos, el Pontífice ha sido protagonista en las últimas horas en México, inmerso el país en la campaña presidencial. Primero llegó a Roma la candidata de la derecha, Xóchitl Gálvez, con huipil oscuro como manda el protocolo. Horas después, sin que se sepa a ciencia cierta cuántas, aterrizó en la residencia privada de Santa Marta la presidenciable de la izquierda, Claudia Sheinbaum. Y las dos han publicado su foto con Bergoglio. De los 90 millones de católicos con más de cinco años que existen en México, un buen puñado irá a las urnas el 2 de junio.
El encuentro con Francisco ha sido como una de esas antiguas comedias de puertas, no se sabe cómo entró la una ni por dónde salió la otra. Los silencios y las sorpresas han tenido a los medios de comunicación ocupados en tareas detectivescas. Gálvez comunicó en conferencia que iría a España el pasado fin de semana, como así fue, pero nada dijo de que brincaría al Vaticano, donde se reunió con el Pontífice de forma privada. Aseguró que el martes ya estaría en México, esa mentirijilla sabrá perdonarla Roma. Cuando el asunto no hacía más que trascender a la prensa, el equipo de Sheinbaum daba la campanada: la jefa también estaba de visita en Santa Marta. Igual en este caso, el encuentro se cerró por vía privada, directamente con el Papa, que suele hacer esas cosas atendiendo la mediación de conocidos. Como ambas son candidatas, El Vaticano hizo de árbitro para publicar las fotos a una hora convenida. En una aparece la candidata panista junto a Francisco, ambos de frente, en una toma formal. En la otra, Sheinbaum y el Pontífice se tocan las manos más calurosamente. El papa no lleva solideo y a pesar del traje de sastre de la candidata, la imagen se hace más cercana, cotidiana, doméstica.
Nunca es fácil adivinar para quién son los votos del electorado que se declara católico. En una primera aproximación se diría que la izquierda es menos confesional que la derecha, pero en México eso es decir mucho, para empezar porque las ideologías son difusas y la devoción por la Virgen de Guadalupe, por ejemplo, se sienta en cualquier curul del Congreso. Lo que no es discutible es el enorme poder que las religiones juegan en estos tiempos en los procesos políticos de Latinoamérica, ya sea la católica, la evangelista u otras. Son determinantes para ganar las elecciones, como se ha visto en varios países, y los aspirantes no dudan en arrimarse a los representantes de los dioses para alcanzar el sillón presidencial.
El pasado septiembre, ya en tareas de campaña, Claudia Sheinbaum, quien ha sido descalificada por sus adversarios argumentando que es judía, se reunió con líderes de varias confesiones, que representaban hasta 30.000 templos, todos hombres, salvo ella, en la foto. Xóchitl Gálvez hizo lo propio el 12 de diciembre, mezclándose entre la marea humana que acudía a México para rendir honores a la guadalupana. Como el vía crucis, las campañas electorales tienen sus estaciones: la visita a Roma ya se ha cumplido para las dos candidatas. El sentido del humor en México se dejaba ver en memes y comentarios: ¿cuándo acudiría a Roma el tercer candidato en liza, el emecista Jorge Álvarez Máynez?
México es un país aconfesional antes de que lo fuera Francia y los poderes públicos atendían ese precepto, hasta hace unos lustros, cuando la obligación y la devoción se fueron juntando de nuevo. El presidente actual ha sido uno de los que más ha enarbolado la figura de Jesucristo y la de la Virgen de Guadalupe en sus intervenciones públicas. Su idea de la figura de Jesús es la misma que la izquierda ha tenido durante décadas, la de un buen hombre apegado a los pobres y a la justicia terrenal antes que a la divina. Se desconoce en detalle cuál será la de su sucesora. Sheinbaum ha manifestado la “profunda admiración por el pensamiento humanista” de Francisco, recurriendo a uno de los símbolos del movimiento que preside, el humanismo. Y lo ha calificado como “uno de los líderes y pensadores globales más grandes de los últimos tiempos”. Sobre su visita, ha dicho: “Fue una hora excepcional que nunca olvidaré, me regaló grandes consejos de vida”.
Por su parte, Gálvez ha deslindado la visita papal de electoralismo alguno al señalar que su fe y su religiosidad “están por encima de cualquier oportunidad política”. En efecto, la candidata nunca ha rechazado que sea una mujer de fe, muy creyente en la Virgen de Guadalupe, confesó en entrevista con este periódico. Pero obtuvo del Papa una frase que se compadece con la imagen que proyecta como candidata, la de persona con arrestos: “Celebro que usted tenga el coraje que tiene”, dicen que le dijo Francisco antes de desearle éxito en su trayectoria.
La ciudadanía mexicana tendrá que elegir entre ambas mujeres a su próxima presidenta, ambas ya bendecidas en su cometido por el máximo líder católico.