Es difícil poner juntas las cifras del fracaso de Pemex en los años del “rescate” de la empresa que prometió este gobierno.
En 2018 Pemex produjo 1.8 millones de barriles diarios. Prometió llegar a producir 2.2 millones. Está produciendo 1.6.
Esta es la única línea de producción de Pemex donde la empresa no pierde dinero. En todas las demás pierde. Tanto, que en este sexenio ha perdido 875 mil 997 millones de pesos.
La mayor cantidad de esas pérdidas se ha registrado en la zona de la empresa que se supone que debería añadir valor, refinando el petróleo.
Es a lo que se dedica la rama de la empresa Pemex Transformación Industrial, la cual ha perdido en estos años 791 mil millones de pesos.
La deuda externa de Pemex es de más de 100 mil millones de dólares, y no puede cumplir con sus pagos sin la inyección de recursos que le hace la hacienda federal.
La deuda a proveedores, en cambio, ha subido de 66 mil millones de dólares en marzo de 2021 a 139 mil millones en febrero de este año.
Si se añadiera a esto lo que se llama la deuda contingente de la empresa, es decir, el dinero que tendrá que pagar en el tiempo para sus jubilados, podría concluirse que Pemex no es de los mexicanos, sino de sus acreedores: bancos, contratistas y trabajadores.
A los números rojos acumulados en estos años por la empresa hay que agregar decisiones como la construcción de la refinería de Dos Bocas, cuyo costo empezó en 8 mil millones de dólares y anda en 20 mil millones, sin que haya refinado aún un barril de petróleo.
En materia de refinación, el único buen negocio que ha hecho Pemex es comprar la refinería que administraba Shell, Deer Park, que ha ganado dinero en estos años, como todas las grandes empresas petroleras y refinadoras del mundo, salvo Pemex.
El “rescate” de Pemex le ha costado al gobierno mucho más que lo dedicado a financiar programas sociales, con la diferencia de que los programas sociales ponen dinero en manos de la gente y el rescate de Pemex sólo se lleva dinero del erario.