Arde Sinaloa
El gobernador Rubén Rocha Moya llegó al cargo con la colaboración siniestra del Cártel de Sinaloa, hoy en guerra interna, y está atado por sus compromisos.
En la lucha entre el tío (Aureliano Guzmán Loera, alias el Guano) y sus sobrinos (hijos del Chapo), ¿para dónde se hace el gobernador?
Hacia Los Chapitos, pero en los pleitos de familia tomar partido es delicado.
Les debe el puesto y la mayoría en el Congreso del estado.
Rocha Moya está moralmente inhabilitado para gobernar.
Así es como la población paga las consecuencias de un gobernador insolente que ostenta un cargo mal habido.
El viernes una fracción del Cártel de Sinaloa, en un operativo relámpago, secuestró a 66 personas –familias completas, con todo y niños– en Culiacán y Mazatlán.
Fue en respuesta al asesinato de tres personas de Los Chapitos en Badiraguato, calcinados y decapitados, con una cartulina que llevaba los atentos saludos de la Gente del Guano (GDG).
Rocha Moya, que tiene una estatua en bronce de dos metros 30 centímetros en Badiraguato, acusó a la prensa de crear alarmismo al dar a conocer la noticia de los secuestros y señaló “a los intereses que mueven a los que sacan esas notas escandalosas”.
Pidió tranquilidad a sus gobernados: “No tengan miedo, son cosas que suceden; la autoridad no está rebasada”.
Rebasada y comprometida de origen está la autoridad.
El anterior secuestro masivo realizado por el Cártel de Sinaloa fue en las elecciones intermedias. En unas cuantas horas secuestraron a más de 200 dirigentes y operadores electorales del PRI para asegurar el triunfo del morenista Rocha Moya.
¿Cuántos detenidos hubo por ese espectacular y eficaz operativo electoral del Cártel de Sinaloa?
Ninguno. La complicidad del gobierno estatal y la inacción de la administración federal le otorgaron a la mafia impunidad absoluta.
Más de 200 secuestrados para que Morena ganara la gubernatura y la mayoría calificada en el Congreso, y no hubo un solo detenido.
Crimen que queda impune, se repite.
El fin de semana se repitió.
Se enviaron a Culiacán 600 integrantes de Fuerzas Especiales del Ejército, más 300 de la Guardia Nacional y los elementos que ya estaban, más policías estatales y municipales.
No rescataron a nadie.
El cártel los fue liberando (hasta el momento de enviar esta columna al diario, aún quedaban ocho personas levantadas) porque quiso.
Oswaldo Villaseñor, prestigiado periodista sinaloense, formuló ayer las siguientes preguntas que desnudan a los gobiernos federal y estatal:
-¿Cuántos detenidos como responsables por los levantones masivos hay desde el inicio del intenso operativo? Ninguno.
-¿Cuántas personas fueron rescatadas de las manos de sus captores por parte de las Fuerzas Especiales del Ejército, la Guardia Nacional o policías estatales o municipales? Ninguna.
-¿Cuántas casas de seguridad han sido reventadas en la búsqueda de las personas levantadas? Ninguna que se sepa.
¿Cuántos “punteros”, que siguen como sombra y como “brothers” a los convoyes de soldados, han sido detenidos? Ninguno.
-¿Cuántas armas han sido decomisadas como resultado del intenso despliegue militar que se realiza en Culiacán y alrededores? Ninguna.
Las preguntas de Villaseñor desnudan al gobierno del estado y al federal.
No hay labor de inteligencia.
Es el cártel el que sigue al Ejército y no al revés. Yo lo vi.
Cincuenta o 70 metros detrás de los camiones con tropa viene el motociclista del cártel, con un radio, que avisa de los movimientos del Ejército.
Luego se releva, por otro u otros motociclistas. Son los “punteros” del Cártel de Sinaloa.
También vi en la zona de El Mercadito, de Culiacán, casi un centenar de puestos callejeros de compraventa de dólares y pesos.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos señala que hay “mercado negro del peso (BMPE), para lavar dinero producto de la venta del fentanilo ilícito para el Cártel de Sinaloa”. Desconozco si hay relación con los puestos callejeros, pero no es normal.
Vi en tiendas de Culiacán cachas de pistolas Magnum y Browning bañadas en oro y perlas preciosas.
Desde luego vi en Badiraguato la estatua del gobernador Rocha, que en febrero reveló que le había propuesto al Presidente lanzarse por la reelección a través de “una curvita de la ley”.
El 21 de este mes fue el asesinato de los tres presuntos cercanos a Los Chapitos en la sierra de Badiraguato, a manos de GDG (Gente del Guano, hermano del Chapo y por el cual EU ofrece cinco millones de dólares de recompensa por su captura).
Un día antes, en el golfo de Santa Clara del estado vecino, Sonora, se dio la llegada de 35 camionetas con pistoleros de Los Rusos, que encabeza Juan José Ponce, señalado como operador del Mayo Zambada.
La batalla fue contra Los Chapitos por el control de la pesca y tráfico ilícito de totoaba (a cuyo preciado buche se le llama “la cocaína del mar”), así como el acceso a 500 kilómetros de frontera con Estados Unidos.
En la balacera entre Rusos y Chapitos cayó muerto Samuel Ibarra Peralta (alias el Pío), jefe de plaza de los hijos del Chapo en Sonora y Baja California.
Mientras en Pesquería (Nuevo León), también el día 20, se encontraron los cadáveres de 10 personas asesinadas, calcinadas, tres adentro y siete al exterior de una camioneta, con cartulinas firmadas por sus asesinos, el Cártel del Noreste, que tiene su base en Tamaulipas y está en guerra con otros grupos criminales.
Así está esa región del país.
“No tengan miedo, son cosas que suceden”, dice el gobernador de Sinaloa.