El general ya votó
La poderosa personalidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, que hacia el interior de su gabinete inspira terror, ha cambiado muchas cosas dentro y fuera del gobierno. Una de ellas, por extraordinaria, es la forma como el Presidente le está armando el gabinete a quien está convencido que lo sucederá, Claudia Sheinbaum, y la manera como varios miembros de su equipo han normalizado lo atípico e ilegal al seguir las reglas de juego de López Obrador. El más significativo, por lo que representa la institución que encabeza, es el secretario de la Defensa Nacional, el general Luis Cresencio Sandoval.
Durante algún tiempo a finales del año pasado y al comenzar este, el general coqueteó con la idea de repetir en el cargo, lo que no es ilegal pero totalmente inusual y, probablemente, que causaría una molestia interna, e incluso fracturas en la oficialía. La idea se desvaneció antes de que, hasta donde se sabe, se la planteara al Presidente, que coincidió con varios trascendidos en la prensa impresa sobre la lucha por el cargo entre los generales Ricardo Trevilla, jefe del Estado Mayor Conjunto del Estado Mayor de la Sedena, y el general Gabriel García Rincón, subsecretario de la Defensa Nacional.
Los tres son contemporáneos, aunque el general Sandoval entró al Colegio Militar en 1975, un año antes del general García Rincón, y tres antes que el general Trevilla. Sandoval y Trevilla tiene como arma la Caballería, mientras que García Rincón es de Infantería. A los dos los ha ido empoderando. A Trevilla lo ascendió en marzo de 2021 desde la Subjefatura de Administración y Logística del Estado Mayor –donde jugó un papel relevante durante la pandemia de covid-19– al poderoso puesto de jefe del Estado Mayor Conjunto del Estado Mayor que hoy ocupa, mientras que a García Rincón lo ascendió el año pasado de ser oficial mayor de la Sedena a subsecretario.
En los círculos castrenses no había duda de que el secretario de la Defensa Nacional en la siguiente administración saldría de esos dos generales, que según la tradición serían quienes probablemente fueran los que presentara el general Sandoval a quien resultara presidenta electa. La terna, como se le llama aunque no sea siempre una terna, no significa que de las propuestas del secretario salga su sustituto, como pasó con el general Sandoval, el penúltimo más joven de los 23 generales cuando López Obrador tomó la decisión de quién sería el titular, y optó por él contra las dos propuestas del entonces general secretario, Salvador Cienfuegos.
Hoy en día, ese protocolo ha sido borrado por el general Sandoval, quien llevó al presidente López Obrador el nombre de quien considera su mejor sustituto, y envió un mensaje al equipo de Sheinbaum con el nombre de su propuesta. La iniciativa del general no tiene precedente. Es totalmente extemporáneo –faltan todavía dos tercios de la campaña presidencial– y asume que Sheinbaum será la ganadora de la contienda –inclinándose de facto por la candidata oficialista–. Lo que no se sabe es si ya le comunicó al general Trevilla que él no será el próximo secretario de la Defensa, si es que López Obrador no veta al general García Rincón, y Sheinbaum gana la Presidencia y acata lo que le diga el Presidente.
El general García Rincón tiene un perfil que ideológicamente está en las antípodas del pensamiento del presidente López Obrador, al haber obtenido fundamentos centrales de su formación castrense con el Ejército de Estados Unidos. García Rincón tuvo cursos de capacitación “avanzada de Infantería en Fort Benning” –como dice su biografía oficial–, que ha sido rebautizada como Fort Moore, que es a donde se trasladó en 1984 la nefasta Escuela de las Américas que estaba en la zona del canal de Panamá, que por cuatro décadas entrenó militares de todo América Latina, con manuales de la CIA para acabar con la disidencia y enfrentar la violencia política, y por donde pasaron algunos de los más notables dictadores y golpistas de la región.
García Rincón, que cursó el Pana-Jungla Teribe Internacional, un ejercicio en la provincia del Atlántico panameño Bocas del Toro de sobrevivencia en la selva y operaciones contraterroristas diseñado por las fuerzas especiales del Pentágono, es probablemente el general que más veces (4) ha sido comandante del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, conocidas como los Gafes, que es una de las unidades de élite en el mundo, por el entrenamiento que les han dado en Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, y que tienen como una mancha indeleble que de ahí surgieron los guardias pretorianos de Joaquín el Chapo Guzmán, y los fundadores y primeros jefes de Los Zetas.
La preferencia del secretario de la Defensa Nacional por el general García Rincón no debe sorprender, porque ha ocupado puestos importantes en el manejo de los recursos durante este sexenio, en que la Sedena se ha convertido en la pieza fundamental de legitimidad para el gobierno de López Obrador, y su caballo de batalla para construir los megaproyectos presidenciales –su viabilidad y factibilidad es una discusión aparte– que tienen como característica la opacidad en su ingeniería financiera y la adjudicación de contratos.
La nula transparencia con la que han actuado la Presidencia y la Sedena ha sido objeto de crecientes críticas ante las denuncias de probables corruptelas de familiares de López Obrador y de su primer círculo de confianza. Si quiere evitarse que esta caja de Pandora se abra, no basta que se reserven por años los detalles de las obras, como lo hicieron López Obrador y Sheinbaum con el primer tramo del segundo piso en la Ciudad de México por razones de seguridad nacional –que legalmente no podría aplicarse a una obra civil–; necesitaría el gobierno garantizar que quien esté al frente de la Sedena en el próximo gobierno sea quien fue parte de la ingeniería financiera que está oculta en la actualidad.
Hay generales que necesitan que se mantenga la opacidad durante los próximos años. Lo sabe el general Sandoval, cuya iniciativa, en este contexto, tiene sentido.