Soy devoto de la duda, de la incertidumbre, de cotejar, de preguntar, de asesorarme. Toda persona, con excepción de nuestro expresidente Enrique Peña Nieto, “que ni siquiera sabe que no sabe”, tal y como lo calificó con precisión la revista The Economist, busca ayuda e inquiere cuando la duda acecha. Lo hacen literatos, deportistas, carpinteros, científicos, plomeros, filósofos, e incluso, al menos el 29 de febrero, algunos políticos.
Tener datos es parte de la vida. Contar con otros datos también es normal; durante el correr del tiempo, lo cual es sano y “normal”, la misma persona, tras indagar, cambia su postura por poseer otra información. Entre dos individuos, al conversar sobre el mismo tópico, también es frecuente contraponer referencias distintas. Contrastar información permite crecer. Descartar sin discutir es un error. Lo hacen quienes poseen poder autoritario —no autoridad—, quienes no cuentan con elementos suficientes y sólidos para dialogar, quienes escuchan a los suyos y son sordos ante las cuestiones del universo otro, y aquellos cuyas certezas son quasi divinas y por ende inamovibles. Una suerte de fanatismo.
En las sesiones de cada mañana y en otros eventos, Andrés Manuel López Obrador ha acudido al mundo “yo cuento con otros datos” en una (casi) infinidad de oportunidades. Lo hace cuando lo cuestionan, lo incomodan o le presentan información distinta a la suya; lo triste y lo peor del caso, es que espeta su letanía, “yo cuento con otros datos”, junto con los términos neoliberalismo y conservadores en una multiplicidad de ocasiones; no escucha. Ante los diferendos, aunque la información de quien cuestiona provenga de fuentes vinculadas con su Gobierno, López Obrador responde con rapidez y altanería.
Muestra de ello, entre una miríada de sucesos fue el desencuentro —indiálogo— el 12 de abril con Vanessa Hauc, periodista de Telemundo, quien acudió a la mañanera para conocer la posición del Presidente por una verdad conocida y vivida por innumerables connacionales, independientemente de su filiación política: la escasez de agua. Hauc preguntó acerca de las estadísticas oficiales, es decir, gubernamentales, en relación a “las dificultades, sobre todo de las comunidades más pobres, como el Estado de Chiapas, para contar con agua potable”. De acuerdo a Hauc, “tres de cada 10 hogares en el estado sureño tienen dificultades para conseguir agua”. López Obrador respondió: “Nosotros tenemos otros datos”; y agregó, tras acusarla de ser poco profesional: “Los medios de información, en general, no son objetivos y no son profesionales”.
En el video difundido por El País, el presidente repite su motto: “Nosotros contamos con otros datos” a pesar de que Hauc sostiene que su información proviene de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), entidad gubernamental. Además, la información de la periodista es incontrovertible: acudió a Chiapas donde corroboró la falta de agua en “la mayoría de los hogares”; a pesar de la información viva de la periodista, López Obrador afirmó que Chiapas es uno de los estados que más agua tiene en la República. Agua en ríos o mares no significa agua en grifos.
Dos referencias. En noviembre de 2023, Conagua anunció la reducción de bombeo del sistema Cutzamala debido a que contiene sus mínimos históricos por falta de agua; dicha escasez causó estragos en la hoy llamada Ciudad de México y en muchos municipios del Estado de México. Amén de la falta de agua, el desperdicio en las alcantarillas es enorme, tal y como lo ha denunciado hasta el cansancio Iván Restrepo. Comparto otra tragedia made in Mexico: “El río Santiago, en Jalisco, que en los últimos años ha perdido la mitad de su caudal natural, es el más contaminado de toda América Latina”.
Ahora, junto con el número creciente de semaforistas, de expresidentes fuera del país y de ser la nación más violenta del mundo, ocupamos otro triste primer lugar debido a la situación del Río Santiago.
Quienes tienen dinero compran agua. Se dice que el narco, en algunos sitios, ya se ha adueñado del floreciente negocio de las pipas transportadoras del líquido vital. Por último, la realidad: quienes carecen de agua tienen otros datos: de las llaves no sale agua o huele a combustible como hoy sucede en la ciudad de los morenistas.