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USO DE RAZÓN

Tiranía o democracia

Propuestas en salud, transición energética, o dónde cargar los acentos con los programas sociales, pueden ser más atractivas las de una candidata u otra, pero lo de fondo es que México elegirá entre la democracia y la tiranía.

El país no vive una dictadura. No, gracias a las elecciones de 2021 en que la ciudadanía no le dio a la coalición gobernante la mayoría calificada para cambiar la Constitución.

Gracias a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que ha actuado con rectitud pese a presiones y chantajes.

Y gracias a los (pocos) medios de comunicación libres que aún quedan, a pesar de ser tratados como delincuentes.

 

La tiranía está en proceso de construcción, mediante la demolición de las instituciones que son pilares de la democracia.

Claudia Sheinbaum Pardo es la candidata que, en caso de ganar, va a consolidar la instauración de la tiranía en nuestro país.

Ella pide ganar la Presidencia y la mayoría en el Congreso para aprobar el paquete de cambios legislativos que ya mandó López Obrador.

Con eso cambios se entrega al Presidente, a través de su partido, el control del Poder Judicial y la organización de las elecciones.

La democracia termina cuando se transfiere toda la autoridad a una sola persona.

Parece una obviedad, pero hay que repetirlo.

Ahí está la pregunta que vamos a responder en las elecciones del 2 de junio: queremos tiranía o preferimos democracia.

Claudia Sheinbaum no está fintando para engañar a López Obrador y después de ponerse la banda presidencial se va a convertir en demócrata.

Hace campaña en favor de la elección directa de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial.

Está por la desaparición del Instituto Electoral y ponerlo bajo la tutela del gobierno. No les basta con tener a la mayoría de los consejeros de su lado.

Las elecciones las debe organizar el gobierno, los votos los cuenta Morena y las denuncias las resuelve el gobierno.

Ella es congruente. No viene de la izquierda democrática (viene de Convergencia Comunista 7 de Enero), y nunca ha dicho que estaba equivocada, o que ya cambió y ahora cree en la democracia representativa.

Los que, sabiendo qué está en juego, engañan con la ilusión de que si Sheinbaum gana la Presidencia va a cambiar, serán los responsables del cambio de régimen hacia uno basado en la tiranía.

Cuando está en riesgo la democracia, la neutralidad no es una virtud. Ni en académicos ni en analistas políticos.

Es un imperativo de honestidad intelectual explicar hacia dónde vamos.

O para decirlo con la claridad del músico Joaquín Sabina: “Que las verdades no tengan complejos, que las mentiras parezcan mentiras y ser cobarde no valga la pena”.

En la interesante entrevista que Salvador Camarena le hizo a Claudia Sheinbaum, publicada el viernes en estas páginas, el columnista le preguntó:

-¿Usted tendría interlocución con las bancadas del PRI, PAN y PRD?

-Para eso hay un secretario, o secretaria, de Gobernación, a la gobernación es a la que corresponde estar en contacto con la bancada de Morena, y muchas veces desde la bancada de Morena la relación con las otra bancadas, así fueron los otros presidentes, ¿eh? –contestó.

Primero, eso no es verdad: los presidentes –y sus secretarios de Gobernación–, desde Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón hasta Enrique Peña Nieto, siempre tuvieron un diálogo permanente y fluido con los dirigentes de la oposición.

En este sexenio se acabó la interlocución del titular del Ejecutivo con los que tienen otros puntos de vista.

Y si Sheinbaum gana, ya anunció que ella no hablará con los que piensan distinto ni tampoco lo hará el o la titular de Gobernación, pues se entenderá con Morena.

Camarena le planteó: “La gente dice: ‘México no aguanta otros seis años de polarización’”.

A lo que Sheinbaum contestó: “… Yo siempre que se habla de polarización digo, a ver: primero, la mayor polarización, la más riesgosa, incluso para el país, es la polarización social, las profundas desigualdades, y esas se han ido acortando… cuando pregunto por qué quieren tanto al Presidente y me dicen ‘es que por primera vez nos volteó a ver un presidente’, es muy revelador de lo que existía antes, entonces esa polarización social ya no existe”.

Así ve Sheinbaum al país: sin polarización social.

Hay quienes ven (vemos) la polarización que se inculca desde la niñez en los libros de texto en primarias y secundarias, y que además son explicados por los maestros de la CNTE.

Y hay quienes no ven (no vemos) al presidente López Obrador como el que acabó con la polarización social, pues la principal fábrica de odio y desinformación del país está en Palacio Nacional.

Hay propuestas positivas en el programa de Sheinbaum y también en el de Xóchitl. Perfecto. Sin embargo, la elección está en otro lado: democracia o tiranía.

Ámbito: 
Nacional