- Economía
- Empresas
-
- Nacional
- Mercados
- Fox Sports México
- Mundo empresa
- Bloomberg Businessweek
- Salud
- Mis Finanzas
- Viajes
- Transporte y Movilidad
- Monterrey
Secuestro clave en Sinaloa
El sábado a las ocho de la mañana fue secuestrado en Culiacán Luis Alonso García, junto con su ayudante Francisco Cerón.
Luis Alonso es candidato a regidor por el Frente opositor PAN-PRI-PRD-PAS. Pero el detalle que hace particularmente relevante este secuestro es que él es secretario de Organización del Partido Sinaloense (PAS).
El PAS es un partido local que tiene 167 mil militantes activos, más que el PAN y el PRI juntos.
Su papel en la alianza es clave: aporta su estructura, que abarca todo el estado, para promover el voto, organizar la movilización los días previos a los comicios y tener representantes en las casillas.
Todo lo anterior –promoción del voto, movilización, representación en casillas, etcétera–, que se conoce como “estructura”, tiene nombres y apellidos.
Luis Alonso García tiene a su cargo la estructura y lleva los nombres, apellidos, direcciones y tareas de cada uno de los que conforman la organización de la alianza opositora al gobierno.
La última imagen que se tiene de él es cuando su coche fue alcanzado y detenido por una patrulla (camioneta) de la policía en el bulevar de Las Torres, a dos cuadras de la avenida Álvaro Obregón, la principal de Culiacán.
Desde ese momento no se han tenido noticias suyas, no obstante el compromiso inicial del gobernador de encontrarlo y de la marcha que se realizó el domingo en demanda de su aparición con vida.
Hace tres años, en los días previos a la elección federal intermedia y de gobernador del estado, fue secuestrado el secretario de Organización del PRI, José Alberto Salas.
Igual que Alonso García en esta elección, Salas tenía a su cargo la “estructura” del bloque opositor.
Luego de su secuestro, alrededor de 200 integrantes de la estructura de la oposición fueron levantados, llevados a casas de seguridad, amarrados, con los ojos vendados, y los soltaron después de las elecciones.
Ganó de manera “abrumadora” el candidato de Morena al gobierno estatal, Rubén Rocha Moya, al priista Mario Zamora.
El narco y sus pistoleros operaron para hacer ganar holgadamente a Rocha Moya. A ellos se las debe.
Ahora, con el secuestro de Alonso, la historia parece comenzar a repetirse. Con una variante. Su secuestro se realiza un mes y medio antes de la elección y no días antes.
Se trata de esparcir terror entre quienes están en la estructura del bloque opositor. Ya tienen sus nombres, direcciones y el rol que juega cada uno.
Así, tal vez, no sea necesaria una operación tan llamativa y ostentosa como la que implementó el Cártel de Sinaloa en la elección pasada, en favor de Morena y de Rocha Moya.
Cuando se dio a conocer el secuestro de Alonso, el sábado, el gobernador Rocha Moya respondió al reclamo de la sociedad sinaloense y anunció que buscarían por todos los medios al dirigente desaparecido.
Luego se supo, mediante video, que el vehículo compacto en que viajaban Alonso y su acompañante fue detenido por una camioneta de la policía de Culiacán.
Ayer lunes el gobernador cambió su actitud de colaboración para ubicar a Alonso, y dijo sin ninguna prueba ni indicio que él tenía la hipótesis de que fue “autosecuestro”.
Entre las llamadas que hice a Sinaloa para conocer qué está pasando, recogí el comentario de un candidato a diputado local por la oposición: “Mi madre me exige que me baje” de la elección.
Sí, hay miedo. Ese es el objetivo. O por lo menos el resultado: terror.
Hace un par de semanas el Cártel de Sinaloa secuestró a 60 personas en Culiacán. “Son cosas que suceden”, dijo el gobernador.
Ninguna autoridad los liberó, sino el propio cártel, cuando quiso.
Así de empoderado está el narco en el gobierno de Sinaloa.
En esas condiciones batalla la oposición.