El costo de una locura
Las pérdidas económicas causadas al país por “el mejor presidente de la historia”, por falta de crecimiento económico similar al de gobiernos anteriores, más el despilfarro en ocurrencias y sobrecostos de las obras faraónicas, son colosales.
Superan, sumados, los cinco o seis billones de pesos.
México ha perdido tiempo, y es posible recuperarlo si se corrige el rumbo.
Lo imposible de recuperar es la vida de cientos de miles de personas que murieron por la irresponsabilidad con que el gobierno manejó la pandemia.
Asombrosa fue la insensibilidad que dominó en los ahorros en el sector salud para gastar el dinero en frivolidades.
Irreparable es el daño causado al futuro de niños y jóvenes al haberlos privado de educación con maestros capacitados y evaluados, para aspirar a mejores ingresos y calidad de vida.
Veamos los datos (contenidos en el libro AMLO, el costo de una locura, que José Carreño, Julián Andrade y Jorge Fernández me hacen el honor de presentar hoy a las 18:00 en la casa de la Cultura Jesús Reyes Heroles de la Ciudad de México).
Por la pandemia, entre enero de 2020 y marzo de 2022, en México se registraron 786 mil 826 muertes en exceso (INEGI). Por cada 100 mil habitantes, tuvimos el triple de mortalidad que la media mundial.
El doctor Francisco Moreno, el médico que tanto ayudó a orientar mientras un charlatán –López-Gatell– desinformaba sobre la pandemia, afirma que, en México, uno de cada 165 habitantes murió por el covid.
En dos países con población similar a la nuestra y régimen político distinto entre ellos, los resultados fueron: en Japón murió uno de cada 23 mil 800 habitantes, y en Vietnam uno de cada 18 mil 100.
La diferencia de lo que ocurrió en México y lo que pasó en Japón o Vietnam no fue un asunto de ideologías, sino la diferencia entre la sensatez y la locura.
Con datos de la Secretaría de Hacienda, la periodista Belén Saldívar publicó que el gasto en salud del gobierno, en 2023, fue el menor en una década. De hecho, hasta 2023 ese gasto completaba tres años seguidos a la baja.
México padeció el golpe más fuerte a la educación desde hace más de un siglo. Lo explica el exsecretario de Educación Pública Aurelio Nuño Mayer:
“Hoy hay menos niños en primaria, secundaria, bachillerato y en la universidad de los que había en 2018. Eso nunca había pasado en el país. La calidad de la educación era mala, pero la cobertura, desde la Revolución hasta 2018, no había dejado de crecer. Cada sexenio tenía más cobertura. Este es el primer sexenio que tiene un retroceso en cobertura en todos los niveles educativos”.
-¿En todos?
-En todos. En preescolar, de 2018 a 2023 se cayó nueve por ciento la matrícula. Hay 500 mil niños de preescolar menos en la escuela de los que había en 2018. En primaria hay 626 mil niños menos de los que había en 2018. En secundaria hay 200 mil niños menos que en 2018. En media superior hay 141 mil estudiantes menos que en 2018. En total, entre todos los niveles educativos, hoy hay un millón 200 mil niños y jóvenes menos en las escuelas de este país. Un retroceso de 4%. ¡Es dramático! –respondió el extitular de la SEP.
De acuerdo con la prueba PISA que realiza la OCDE a jóvenes de 15 años en casi todo el mundo, en México sólo 1% de los estudiantes es capaz de distinguir un hecho de una opinión luego de leer un texto corto.
El gobierno que termina dentro de poco, acabó con las escuelas de tiempo completo, en las que los niños comían y eran atendidos por maestros evaluados que ganaban más porque era jornada doble.
Bajó el presupuesto de capacitación magisterial de mil 200 millones de pesos a 90 millones de pesos.
Ya estamos en la era de la robótica, de la inteligencia artificial, en la que un estudiante necesita desarrollar capacidad analítica, capacidad de juicio, capacidad interpretativa, capacidad de razonar, conocimiento de idiomas.
Esas son las habilidades que demandan los nuevos puestos de trabajo que surgen en lugar de los trabajos manuales, o mecánicos, que están siendo sustituidos por robots, algoritmos e inteligencia artificial.
Ya veremos la profundidad del daño que, con una educación pésima, condenó a la niñez mexicana a un futuro de empleos precarios, o a cosas peores, como dejar su patria y su familia.
El actual gobierno les habrá cercenado, también, la posibilidad de ser libres. Libres de elegir qué vida quieren.
Es el costo de una locura.
En descargo de López Obrador es justo apuntar que no actuó sólo.
Dentro del gabinete hubo y hay personas inteligentes que debieron haberle dicho no. Salvo Carlos Urzúa, los demás callaron para no arriesgar el puesto u obtener un ascenso político.
Las cúpulas empresariales hicieron la ola a las ocurrencias más estrafalarias.
López Obrador, como el rey Lear, cree que existe el reino imaginario que con su verbo y el aplauso de los aduladores construyó en su imaginación.
Y a manera de despedida, en plan torero, dará vueltas al ruedo nacional con el rabo y las orejas del país.