México vive una de las peores sequías que se recuerdan. Hace un mes, los vecinos de la alcaldía Benito Juárez, en Ciudad de México, sumaron un problema más a la escasez. El poco agua que llegaba a sus casas tenía un fuerte olor químico y aspecto turbio. Al principio, las autoridades no dieron importancia a las denuncias ciudadanas, hasta que poco después, reconocieron el agua estaba contaminada por un compuesto “de la familia de los aceites y los lubricantes” y que había miles de personas afectadas. Pese a haber tomado más de 4.000 muestras de agua, según datos oficiales, ni el Gobierno de Ciudad de México ni el Sistema de Aguas de la capital (Sacmex) han hecho público qué sustancias hay en el agua, cuál es el origen de la contaminación y cuáles han sido las tareas para controlar el problema. Un silencio que se agrava más aún en mitad de la campaña electoral por la Jefatura de la capital, que se decidirá el próximo 2 de junio.
La pésima gestión de la crisis ha despertado la indignación de muchos vecinos que siguen sin saber, de manera oficial, con qué se bañan, cocinan o dan de beber a sus mascotas, aún cuando las autoridades insisten en que todo ha regresado a la normalidad. “Hasta que no nos digan cuál es el contaminante y cómo se elimina con el informe de un laboratorio certificado, no vamos a abrir la llave”, declara Teresa, desde la colonia Del Valle. El problema del agua contaminada acaparó el segundo debate entre los candidatos a gobernar Ciudad de México. También fue utilizado por la opositora Xóchitl Gálvez para atacar a la candidata oficialista de Morena, Claudia Sheinbaum, antigua jefa de Gobierno de la capital: “Hay una persona que dice que es científica, yo la invitaría a que se tome esta agua”, retó Gálvez a su contrincante.
El Gobierno de Ciudad de México, encabezado por el también morenista Martí Batres, se ha apresurado en dar carpetazo al caso e insiste en que “el agua ya está limpia”. Decenas de vecinos, sin embargo, siguen quejándose del mal olor y de sufrir afectaciones en la piel. “Tiene olor como a insecticida y una consistencia aceitosa”, dice Lucina Leo, otra vecina afectada. La mujer recuerda que los primeros que no quisieron beber agua fueron sus cuatro perros: Maya, Nala, Estrella y Kero. “Ellos se dieron cuenta antes”, señala. Al igual que Leo y su familia, la mayoría de los vecinos optaron por beber agua embotellada y abastecerse con pipas [camiones cisterna]. Ya llevan más de 1.000 pesos (58 dólares) gastados solo en agua este mes.
Las autoridades, mientras tanto, han repartido de manera gratuita más de un millón de litros en garrafones y han limpiado más de 10.000 cisternas contaminadas en las 12 colonias afectadas. Todo ello sin explicar a la población cuál es el contaminante. “La deficiente actuación de las autoridades vulnera el derecho a la salud, al agua y a la alimentación de los vecinos afectados”, denuncia David Sánchez Mejía, abogado especialista en Derecho a la Salud. “También se están violando los principios de transparencia y rendición de cuentas, lo que puede tener repercusiones políticas y jurídicas para los responsables”, apunta el especialista. Precisamente, un grupo de afectados decidió interponer el viernes pasado una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Ciudad de México por considerar que se ha vulnerado su derecho al acceso al agua y a la salud.
Hay vecinos que señalan que el olor ha desaparecido de sus casas y aseguran que han vuelto a consumir agua de la red. “El agua que está entrando ya no huele a combustible ni a cloro”, apunta una afectada a través de redes sociales. Otras personas, sin embargo, advierten de que el agua en sus casas sí presenta un fuerte olor a cloro y en otros casos, que persiste el olor a insecticida. Como, por ejemplo, en la calle Sebastián del Piombo 55, en la colonia Nonoalco. “Cuando les hemos dicho a las autoridades del fuerte olor a cloro, ellos mismos nos han dicho que el agua está contaminada y que nos enviarán a gente para tomar más muestras”, asegura Elí Bucio, administrador del edificio.
La confusión entre los afectados choca con el mensaje tranquilizador del Gobierno: “El agua está limpia y sin olor”, repiten las autoridades en videos y mensajes oficiales. “Limpia y sin olor”. Ese es el único dato que arroja la página web de Sacmex, en donde insisten que el agua está dentro de los valores “normales” para ser consumida, de acuerdo a los datos de ocho puntos de monitoreo de la red primaria dentro de la zona afectada. Este diario ha buscado desde el inicio de la crisis una entrevista con el coordinador de Sacmex, Rafael Carmona, sin obtener ninguna respuesta oficial al respecto.
La empresa municipal de aguas insiste en que todos los pozos que abastecen a la alcaldía están limpios y que es seguro consumir el agua, pese a ello, la mayoría de vecinos consultados por este diario dicen que no se fían de la versión oficial. “Que el agua se vea transparente y no tenga olor no significa que no esté contaminada”, agrega Pablo Morales, candidato a doctor del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico (Cinvestav) y experto en tratamiento de aguas residuales.
Cloroformo, Tricloroetileno, Diclorobenceno
Ante el silencio de las autoridades, un grupo organizado de vecinos encargó el pasado 17 de abril un análisis independiente en un laboratorio acreditado de acuerdo a la normativa mexicana. Los resultados arrojaron que en el agua de tres colonias ―Nápoles, Nonoalco y Del Valle― hay concentraciones de cloroformo, diclorobenceno, tricloroetileno, tetracloroetileno y bromodiclorometano, entre otras sustancias. Todas ellas tóxicas y cancerígenas.
Desde la semana pasada, la Administración de Martí Batres recomienda usar el agua de manera normal, sin haber aportado un solo dictamen que respalde esta teoría. Especialistas consultados por EL PAÍS contradicen la versión oficial y recomiendan a la población no utilizar el agua debido a la contaminación que pueda seguir en el suministro. “Las sustancias encontradas en el agua de Benito Juárez pueden provocar problemas inmunológicos, problemas en el sistema nervioso central y depende de la frecuencia de consumo y la exposición, pueden incluso provocar una falla renal y cáncer”, advierte Miguel Ángel Méndez, Premio Nacional de Química e investigador de la Universidad de las Américas de Puebla (UDLAP).
La secretaria de Protección Civil de la capital, Myriam Urzúa, asegura en entrevista con este diario que “Sacmex colocará en su página los resultados de los análisis realizados en el agua” y que se refutará con datos científicos las pruebas que apuntan a que la contaminación sigue en el agua. “Todo lo que se está haciendo, se está haciendo para volver a la normalidad y esta normalidad significa que la gente confíe y se de cuenta de que se están haciendo todos los esfuerzos para poder solucionar esto”, explica. El doctor Méndez considera necesario limpiar las cisternas para retirar el contaminante, sin embargo, apunta a que es más importante aún que el agua [nueva] que llegue de la red esté limpia. “Está bien para limpiar el lugar donde se almacena el agua de consumo, pero si la fuente de agua sigue contaminada, esto no lo remedia”, subraya.
La secretaria explica que continúan las pesquisas para conocer el origen de la contaminación y que se mantienen todas las líneas de investigación, incluida la del sabotaje del pozo Alfonso XIII, clausurado el 10 de abril y de donde, según las autoridades, procedía la contaminación. “El pozo está cerrado y lo que estamos entregando a la población es agua pura y agua limpia y lo que queremos es ayudarles a hacer su limpieza de las cisternas. Se han sacado más de un millón de litros del pozo”, resalta y agrega: “Hay varias líneas de investigación abiertas para ir acercándonos a la respuesta para dársela a la población en cuanto la tengamos”.
Ante la pregunta de si es posible que la contaminación haya alcanzado el acuífero y por lo tanto, llegue a otras colonias de Ciudad de México, la secretaria lo descarta categóricamente. Otros expertos, sin embargo, consideran posible que las sustancias hayan llegado a otros puntos de la ciudad por la profundidad en la que se encontró el contaminante del pozo Alfonso XIII. “No nos va a quedar más que suponer que el agua está limpia”, responde Teresa. Como ella, cientos de vecinos tienen la misma duda. Abrir la llave del agua en Benito Juárez se ha convertido en una cuestión de fe.