Incognitapro

USO DE RAZÓN

Contingencia ambiental: cortesía de Pemex

 

Las cifras correspondientes a los resultados del primer trimestre de Pemex en este año señalan que el Sistema Nacional de Refinación produce más combustóleo que gasolinas.

Eso respiramos en la Ciudad de México, más el combustible que queman los coches.

Consecuencias del azufre que manda Pemex a la CDMX: contingencias ambientales, enfermedades, lluvia ácida y muertes por complicaciones en el sistema respiratorio.

Así termina el sexenio que empezó con la muerte de 137 pobladores de Tlahuelilpan por una explosión de ductos de Pemex, donde llenaban cubetas con gasolina sin que nadie se los impidiera, pese a que las autoridades tenían conocimiento de la fuga.

 

Ochocientos mil muertos por covid, de los cuales 300 mil no debieron morir, señala el reciente estudio de científicos encabezados por el doctor Jaime Sepúlveda.

Más 184 mil asesinatos del crimen organizado –al que no se le ha perseguido, sino todo lo contrario–, casi todos ellos impunes y los cuerpos enterrados en fosas clandestinas.

“Gracias a la vida que me ha dado tanto”, tararea el Presidente en las conferencias en Palacio.

Volvamos a Pemex y su récord de producción de combustóleo.

El combustóleo es altamente tóxico, por lo que ya se prohibió arrojarlo al mar, en cualquier parte del planeta, donde antes se hacía.

La solución que encontró el gobierno fue quemarlo en la central termoeléctrica de Tula, en lugar de hacerla funcionar cien por ciento con gas.

Eso que queman en la atmósfera es azufre que llega a los habitantes de la Ciudad de México, para que respiren.

La producción de combustóleo (un residuo del petróleo crudo), lejos de disminuir ha aumentado desde 2019 a la fecha. Y no poco: hoy Pemex produce 113 por ciento más combustóleo que al inicio del sexenio.

A finales de 2018, las refinerías de Pemex arrojaban 277 mil toneladas anuales de emisiones de azufre a la atmósfera. Mucho.

Pero en lugar de reducirlas, como establecen los acuerdos internacionales firmados por el gobierno, éstas se incrementaron: en 2023 las emisiones de óxido de azufre alcanzaron las 577 mil toneladas.

Para mejorar la calidad del aire en la capital del país, hace poco más de 30 años se cerró la refinería de Azcapotzalco. Fue, literal, un respiro.

En la presente administración han hecho lo contrario: quemar combustóleo, es decir veneno, en Tula. Respiren chilangos.

¿Todo sea por rescatar la soberanía, a Pemex, el patrimonio de los mexicanos?

No es así. De acuerdo con los datos trimestrales de Pemex, sacar un barril de petróleo del subsuelo y procesarlo en el Sistema Nacional de Refinación, le generó a Petróleos Mexicanos una pérdida operativa de dos dólares y no le aportó ni un centavo a la nación.

Ese es el “rescate de la soberanía energética” de la presente administración, a la que nos ofrecen ponerle un segundo piso.

Como lo ha explicado estos días el doctor Francisco Barnés, exrector de la UNAM y una eminencia en el tema petrolero y petroquímico, la utilidad neta de Pemex Exploración y Producción fue, en el primer trimestre del presente año, de 6 mil 800 millones de pesos.

Y durante este mismo primer trimestre, Pemex Transformación Industrial (TRI) registró una pérdida neta de 33 mil millones de pesos.

Es decir, puesto en el balance, por cada barril de crudo procesado perdemos 28 dólares, señala el doctor Barnés de Castro.

Así, mientras las empresas petroleras en el mundo ganan dinero, aquí perdemos.

Mientras el esfuerzo mundial es por reducir la emisión de contaminantes a la atmósfera, aquí aumentamos la producción de combustóleo hasta lo inaudito.

Las refinerías de Pemex (salvo Deer Park, en Texas) pierden millonadas, producen más combustóleo que gasolinas y arrojan más de medio millón de toneladas anuales de azufre a la atmósfera.

A lo anterior le llaman “rescate de la soberanía energética”.

Y van por ponerle un segundo piso a ese manicomio.

Ámbito: 
Nacional