Zaldívar, un cadáver político
Arturo Zaldívar es un cadáver político. A lo mejor no quiere darse cuenta de ello y sigue luchando por evitar la caída libre en la que se encuentra. Las denuncias por el uso faccioso del Poder Judicial cuando era presidente de la Suprema Corte siguen apareciendo, en tribunales y en los medios, con nombre y apellido, arrinconando y dejando ver su otra faceta, la de un cobarde, alegando que no hay nada en las denuncias de abuso de poder públicas que lo vinculen, deslindándose de esa forma de Carlos Alpízar, su operador menos circunspecto en sus señaladas tropelías. Que se hunda Alpízar para que él haga el vuelo del Ave Fénix, parece ser su decisión.
En cuestión de unas cuantas semanas, la imagen de Zaldívar colapsó. La apertura de una investigación en el Consejo de la Judicatura a partir de una denuncia anónima de 32 páginas que detalla el modus operandi para “vulnerar la autonomía e independencia” del Poder Judicial, mediante presiones, amenazas y represalias contra jueces y magistrados “con la intención de satisfacer intereses personales y de terceros”, donde quedaba explícitamente expuesto el exconsejero jurídico de la Presidencia Julio Scherer, que lo mangoneaba desde Palacio Nacional, e implícitamente el beneficiario político de la manipulación realizada por el exministro, el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Scherer, que sigue haciendo negocios amparado en su cercanía con Sheinbaum y enlaces con empresarios que le pide que haga, ha mantenido silencio ante las imputaciones, que no parecen haberle causado mella en el cuarto de guerra de la candidata, ni reducido el trabajo legal en el área de seguridad, a través de dos despachos asociados a él que hacen el trabajo de lápiz para Omar García Harfuch. Zaldívar, que pasó del histrionismo a la histeria en su afán por demostrar que él podía ser más radical que los radicales, está hundido.
En su defensa pública ha señalado a la presidenta de la Corte, Norma Piña, como la autora de los ataques en su contra, que tienen como finalidad, argumenta, dañar a Sheinbaum. Se aferra a la candidata pero no hay ninguna referencia en la denuncia anónima, ni en las denuncias públicas que están comenzando a hacer magistrados contra Zaldívar y sus operadores, que la involucren a ella. Sí es claro el objetivo para que no sea el exministro quien elabore la reforma al Poder Judicial, pero no es por lo que pueda contener la iniciativa de ley, sino que el exministro, sobre el que hay decenas de denuncias de todo tipo en la Corte, sea el responsable.
La guerra contra él se abrió con la filtración de la denuncia anónima, cuya verosimilitud fue tomando la cara de una verdad al haber dado un paso al frente magistrados para ratificar con su cara, nombre y apellido en tribunales y medios, que lo expresado en ese documento era verdad. Zaldívar no entendió los mensajes y la semana pasada, a través de un reportaje de N+ Focus, la unidad de investigación de Televisa, el noticiero estelar de la cadena dio a conocer una grabación hecha por el juez Alberto Roldán en la oficina de Alpízar, donde le sugiere cómo resolver un amparo y veladamente lo amenaza si no hace lo que le mandó decir el exministro.
El amparo era para exonerar a Frida Martínez, exsecretaria general de la Policía Federal, acusada de un fraude por 2 mil 500 millones, que es parte de la forma como la Presidencia utilizaba a Zaldívar para alcanzar los objetivos de López Obrador o, como en este caso, cumplir con sus acuerdos políticos. Martínez es –o era, al menos– pareja del hermano del exsecretario de Gobernación Miguel Osorio Chong, con quien se vinculó desde 2004 en Hidalgo. Al llegar a Bucareli, Martínez, que era de todas sus confianzas, la colocó en las áreas de manejo de recursos en diversas áreas de seguridad, protegidas por la secrecía que les daba el argumento de que eran materia de seguridad nacional.
Hay miles de millones de pesos no cuantificados del paso de Osorio Chong por Gobernación, desde donde buscó la candidatura presidencial, cuyas investigaciones concluyeron en funcionarios de segundo nivel, aunque claves como Martínez no estaban protegidos por el acuerdo de impunidad que pactaron López Obrador y el expresidente Enrique Peña Nieto, donde estuvo involucrado Scherer, que fue operando lo que necesitaba el Presidente con Zaldívar.
Televisa, anticipó el jefe de investigaciones de N+, Omar Sánchez de Tagle, tenía un audio más que se iba a difundir. Y no parece ser el único. Funcionarios del Consejo de la Judicatura aseguran que a ese órgano de administración, vigilancia y disciplina del Poder Judicial le han llegado más de 10 audios y que tienen una gran cantidad de evidencia que prueba irregularidades e ilegalidades de Zaldívar y sus operadores. Es decir, la pendiente del exministro es bastante larga.
Zaldívar ha dicho que lo atacan a él para golpear a Sheinbaum. No es así, pero hay una cosa cierta. En la medida que la candidata lo mantenga en su equipo y a cargo del proyecto de reforma al Poder Judicial, los negativos se le van a ir sumando. Zaldívar es una gangrena que le empieza a recorrer la pierna. Está totalmente desacreditado y deslegitimado no sólo para la encomienda que le mandó López Obrador a hacer con Sheinbaum, sino para cualquier cargo.
Su colaborador es como un zombi y corre el riesgo de que el Consejo de la Judicatura lo encuentre responsable de los delitos que le imputan y lo inhabilite. Existe incluso la posibilidad de que el consejo dé vista a la Fiscalía General, para investigarlo por presuntos delitos penales. López Obrador tuvo en Zaldívar un activo y pensó que lo sería para Sheinbaum, como consejero jurídico y eventualmente secretario de Gobernación. Hoy es un lastre muy pesado, que no debería seguir cargando, sobre todo ante la inminente cita del tercer debate presidencial. Mejor recortar sus pérdidas y tener una salida política correcta, que cargar con el bulto de un cadáver político.