Hay mucho trágico y poco nuevo en las elecciones mexicanas del domingo 2 de junio.
Estamos viviendo en carne propia lo que hasta ahora sólo habíamos leído en libros, como tragedias de otros países: la conversión gradual de una democracia en una tiranía.
México no es la primera democracia corroída con los instrumentos de la democracia: no mediante un golpe de Estado, sino mediante la destrucción paulatina de los equilibrios y los contrapesos de la democracia, para dar paso a una hegemonía política cuyo puerto previsible de llegada es una tiranía o una dictadura.
El domingo 2 de junio una elección de Estado y una inesperada marea de votantes echaron para atrás los últimos vestigios de la llamada transición democrática mexicana.
Juntos, el gobierno y sus votantes, nos devolvieron de un golpe a un régimen de hegemonía política como el que durante décadas ejerció el PRI, sólo que corregido y aumentado, legitimado en las urnas.
Los votantes del 2 de junio desmontaron democráticamente los equilibrios de la democracia mexicana.
La elección de Estado no explica el tamaño de este tsunami antidemocrático. Hay algo más que elección de Estado en esta elección, hay también la voluntad del electorado de tener un gobierno fuerte, aunque sea incontrolable.
Confieso que no entiendo esa pulsión profunda y mayoritaria de los votantes. Pero el hecho es que los mexicanos han votado abrumadoramente por ponerle “segundo piso” a un gobierno de resultados desastrosos, cuyo proyecto explícito es volverse más poderoso, más políticamente indesafiable.
¿Por qué han votado así? No lo sé. Me propongo explorar sus razones. Pero son claras sus consecuencias.
Los votantes mayoritarios del 2 de junio decidieron ponerse sin reservas en brazos del siguiente gobierno, dándole los poderes necesarios para que haga lo que quiera con ellos.
Con los poderes y con los ciudadanos.
¿De qué tamaño será el uso y el abuso de esos enormes poderes otorgados democráticamente? Del tamaño que quieran los siguientes gobernantes. La votación del 2 de junio nos ha dejado en sus manos.
¿Eso es lo que buscaban los votantes? ¿Quedar en manos de lo que quieran sus políticos? No lo sé. Eso es lo que votaron el 2 de junio: un cheque en blanco para el gobierno siguiente.
Un cheque de poder sin contrapesos.