La sombra del caudillo
Como en el título de la mítica novela de Martín Luis Guzmán, que inspiró la película del director Julio Bracho, que fue censurada y enlatada por 30 años por el viejo régimen priista, las celebraciones del triunfo histórico y contundente de la doctora Claudia Sheinbaum como la primera presidenta electa en la historia democrática de México ocurrieron, inevitablemente, bajo la sombra del caudillo que hoy habita en el Palacio Nacional.
La manera en la que el presidente salió el domingo por la noche, a celebrar de inmediato la victoria de su candidata y la continuación de su movimiento político en el poder, con una sonrisa de oreja a oreja que ya era muy difícil verle en los últimos meses, no dejó lugar a dudas del papel protagónico y de jefe de campaña real que jugó en estas elecciones el mandatario nacional.
Pero más allá de eso, también fue la señal clara de que, por más que repita constantemente que él no va a influir en el próximo gobierno y que terminando su mandato se irá a refugiar a su rancho en Palenque, la sombra de Andrés Manuel López Obrador seguirá gravitando políticamente por el enorme poder que ejerce y por el papel de caudillo idolatrado que seguirá teniendo en el movimiento que él fundó y que lo sigue viendo como su líder indiscutible.
Una señal muy clara de lo que sucederá en los próximos meses rumbo a la transición de poderes, es lo que hizo ayer, desde su conferencia mañanera, el presidente. Antes de que lo hiciera la propia doctora, que es a quien le correspondía anunciarlo, López Obrador se arrogó la facultad de hacer pública la aceptación del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, para continuar ocupando ese mismo cargo en el futuro gobierno de la presidenta Sheinbaum.
Aunque se hubiera tratado de algo acordado, que no parece ser el caso, no se vio nada bien que una decisión tan importante para el manejo de la política económica en su próxima administración no haya sido dada a conocer por la virtual presidenta y que fuera hasta ayer por la tarde, a través de sus redes sociales, que Claudia Sheinbaum le agradeciera al doctor Ramírez de la O “por aceptar continuar al frente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público".
Y es cierto que, como candidata presidencial, el pasado 6 de mayo durante su asistencia a un foro con los consejeros de BBVA, la doctora dijo que le pediría al actual secretario de Hacienda que continuara ocupando el cargo en el arranque de su administración, y hasta les adelantó que lo buscaría el 2 de junio, una vez que se definieran los resultados de la elección a la que, por cierto, en esa reunión calificó como un mero “trámite”. ¿No hubiera sido correcto que fuera ella la que anunciara ayer como una de sus primeras decisiones como virtual presidenta electa la continuación del titular de la Hacienda Pública?
Y no es que se ignore la enorme cercanía y comunicación que existe entre el presidente y su virtual sucesora, pero como decía el ideólogo del viejo PRI, don Jesús Reyes Heroles, a quien conoció muy bien López Obrador, “en política la forma es fondo” y las formas de que sea el presidente desde Palacio Nacional el que empiece a anunciar y a adelantar las decisiones de la doctora Sheinbaum no abonan a la idea de una presidencia autónoma e independiente de la influencia del caudillo político.
Porque sin poner en duda la legitimidad que le darán sus casi 35 millones de votos, una de las incógnitas que permanecen sobre la futura presidencia de Claudia Sheinbaum, es si tendrá el margen de maniobra suficiente para tomar sus propias decisiones o si seguirá apegándose, como lo hizo durante toda su carrera política y su exitosa campaña, a los designios y decisiones tomadas por López Obrador. Y esa duda, que hoy recorre el país de norte a sur y de oriente a occidente, es tan legítima como lo será su Presidencia.
Ayer la reacción de los mercados financieros, con la depreciación del peso y la caída de la Bolsa Mexicana de Valores fueron un aviso claro de que a los inversionistas no les agradan mucho los gobiernos absolutistas y prefieren siempre la moderación y los equilibrios, reflejados en el respeto irrestricto a la ley y el Estado de Derecho, como factor de seguridad y certeza para sus inversiones.
Así que, si no se quiere repetir la historia de la sucesión entre Álvaro Obregón y el general Plutarco Elías Calles en aquel aciago 1924, cuando la intervención abierta del presidente para imponer y favorecer a su candidato terminó en un asesinato político del general Francisco R. Serrano, que interfería en la sucesión, más valdría que se empezaran a mandar señales claras y contundentes de que, más allá de la cercanía y la identificación política, incluso del agradecimiento que le pueda tener a quien ha sido su mentor y jefe político, la nueva presidenta tendrá luz propia y no ejercerá su presidencia histórica bajo la sombra del caudillo.
NOTAS INDISCRETAS… La joya del sureste para el Partido Acción Nacional, que era Yucatán, cayó rendida ante el tsunami morenista que recorrió el país en las elecciones del pasado domingo. De manera sorpresiva e inesperada, los conteos del PREP le dieron un vuelco a las encuestas que anticipaban el triunfo del panista Renán Barrera y, entre la medianoche y la madrugada de ayer, confirmaron el triunfo del morenista Joaquín “Huacho” Díaz, quien ganó la elección con poco más de 8 puntos de ventaja. De esa manera, el único estado del sureste mexicano que se le había resistido a Morena y uno de los bastiones más importantes del panismo, terminó pintándose de guinda, con lo que el partido Morena ya controla prácticamente todo el sur-sureste del país. Aunque claro, todos los yucatecos saben que el “Huacho” tiene de morenista muy poco y sigue siendo un panista purificado por la 4T. De cualquier modo, parece que la cercanía tan grande que tuvo el presidente López Obrador con el exgobernador del PAN y próximo senador, Mauricio Vila, y sus constantes visitas y apoyos presupuestales a Yucatán, al final terminaron rindiendo sus frutos. ¿Será que ya no sólo los gobers priistas sino también los panistas se rinden ante los encantos del caudillo de Palacio?... Muy distinta resultó la cerrada elección en Jalisco, donde los pronósticos de un triunfo holgado para el candidato emecista, Pablo Lemus, terminaron en un final cardiaco y de fotografía que por la noche del domingo tensó los ánimos de los seguidores morenistas y de MC en la capital tapatía. Y es que, aunque los dos cantaron victoria y sacaron a su gente a celebrar en la Glorieta Minerva, al final el flujo de las actas en el PREP de la elección jalisciense, terminó confirmando la victoria, apretada pero al final victoria, de Lemus, quien fue finalmente el que pudo celebrar junto a sus simpatizantes bajo la icónica escultura de la Diosa romana de la sabiduría, la civilización y las ciencias. Le sudó Lemus, pero al final sus 3 puntos le permitirán mantener a Jalisco bajo el dominio naranja mientras que al gobernador saliente Enrique Alfaro le permiten respirar tranquilo ante su próxima salida… Y es que muy distintas fueron las cosas para el otro gobernador emecista, el mirrey regiomontano Samuel García, a quien sus paisanos y gobernados le dieron un tremendo revés y un golpe de realidad ante su cuestionado gobierno y su ejercicio frívolo del poder. La derrota de Mariana Rodríguez, su esposa, solo vino a confirmar que la imagen de Samuel quedó desgastada y deteriorada tras el sainete de su fallida aspiración presidencial y que, tal y como lo escribimos en esta columna el pasado 28 de febrero, los empresarios más poderosos de Monterrey le retiraron el apoyo al gobernador emecista, insatisfechos y molestos por sus malos resultados en seguridad y por el caos político en el que metió al estado por su pleito con el Congreso y su falta de oficio político para resolverlo. Y es que el claro voto de castigo contra Samuel no sólo le costó la derrota a la carismática y popular influencer que es su esposa, ante el candidato priista Adrián de la Garza, que se llevó la alcaldía de Monterrey, sino también le pasó factura a Luis Donaldo Colosio, que terminó siendo afectado en su candidatura al Senado y lo que es peor, le costará al propio gobernador García otros tres años de tener a un Congreso con mayoría opositora, algo con lo que, ya se vio en estos primeros tres años, el veleidoso y caprichoso gobernador es incapaz de lidiar… Agitamos los dados. Acecha la Serpiente.