Empezaremos a ver muy pronto el tipo y el tono de hegemonía política que ejercerán Morena y sus aliados. Será tan importante el fondo como la forma.

Un primer indicio de cómo vendrá la nueva hegemonía es el que ha señalado Ciro Murayama. Se refiere a la sobrerrepresentación que Morena y sus aliados están buscando darse en el Congreso.

Las cifras son muy claras. Según el PREP del @INEMexico, Morena obtuvo 40.4% de los votos, el Partido del Trabajo 5.4% y el Partido Verde 8.3%.

En total, 54.1% de los votos efectivos.

La Secretaría de Gobernación, sin embargo, ha dicho que esos tres partidos tendrán 74% de las curules, 372 diputados. Una sobrerrepresentación de 20.3% cuando el máximo autorizado por la Constitución es 8%.

Es una adición enorme de curules que hace la diferencia entre tener una mayoría absoluta (50 +1) y una mayoría calificada (66% o más), la cual permite cambiar la Constitución.

Tanto el fondo como la forma están mal aquí. La Secretaría de Gobernación se arrogó una tarea que corresponde sólo al INE: asignar las curules según los votos. Una violación de las formas.

Respecto del fondo, qué decir. La mayoría trata de darse un poder adicional que no le dieron los votantes. Parecen no bastarle sus notables triunfos: quiere más.

Y lo busca, en este caso, sin cuidado ni por las formas ni por el fondo.

Creo, con Murayama, que este es un asunto más importante de vigilar que la batalla contra los molinos de viento de un megafraude y nociones afines.

Los votantes hablaron con claridad meridiana. Su voluntad debe ser respetada por los perdedores, pero también por los ganadores, quienes no deben arrogarse poderes que no ganaron, ni usar el poder que ganaron para ampliarlo a su antojo.

Recordé una frase de Reyes Heroles: si el poder no da generosidad, no da nada.

Una tarea fundamental del nuevo gobierno será restablecer la concordia. No podrá lograrlo sin tener generosidad en la victoria.