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Sin pasamontañas y con heridas de guerra, la vida después del zapatismo: “Si matamos es porque no había otro camino”

 

La escena es sencilla, pero significativa y potente. Tres hombres y dos mujeres aparecen en el encuadre de la cámara situada en el bosque de Ocosingo, en el Estado de Chiapas. Los cinco llevan pasamontañas para ocultar su rostro y se forman como en línea militar, con los brazos abajo, casi pegados al cuerpo, y con la mirada fija hacia adelante. Permanecen quietos y estáticos unos segundos. Son Benito, Elisa, Mario, Felicia y Luis Miguel, todos exintegrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que participaron en el levantamiento indígena del 1 de enero de 1994. A 30 años de la insurrección en Chiapas, rompen el silencio por primera vez y, sin pasamontañas, narran sus motivaciones, experiencias y heridas de aquella guerra.

Despues de las armas, en competencia en el Festival de Cine en Guadalajara, es un documental del director Héctor Laso y la productora y periodista Denise Maerker, que explora los riesgos y sacrificios que enfrentaron estos excombatientes, buscando cambiar una realidad marcada por la miseria, la opresión y el olvido, a la par que reflexionan sobre las transformaciones que dejó la lucha armada y si la herencia de este aprendizaje ha logrado permear en su presente y a las generaciones futuras.

Laso cuenta que la investigación comenzó a finales de 2022. El trabajo fílmico y de investigación se materializó hasta en siete viajes que realizaron a Chiapas. Sin embargo, poder encontrar las voces y el sentido de lo que buscaban contar fue complicado debido al hermetismo por parte del movimiento zapatista. Por ese motivo decidieron buscar fuera, a los exmilicianos.

“Yo me uní a la lucha armada del EZLN porque estaba harto de vivir en la pobreza, en la miseria, en el olvido, por los maltratos de los terratenientes, de los caciques. A todos nosotros, los hombres y mujeres, nos motivó y nos unió la misma causa. Estábamos en el olvido, porque no había buena educación”, relata en un fragmento quien en su momento era conocido como el capitán Benito, que perdió un ojo el 2 de enero de 1994, en la que relata como “la batalla más sangrienta de Ocosingo”.

Laso cuenta que, al vivir ellos en la clandestinidad por décadas, fueron instruidos a no hablar, que quien hablara por ellos fuera el mismo Subcomandante Marcos. Entonces, prosigue, fue decirles, ‘no vamos a hablar del movimiento, vamos a contar su historia’. Sigue el director: “No quería hacer una película político-social, sino que debía hacer un retrato íntimo de su vida después de las armas. Decidí excavar en el pasado y sus motivaciones para que dejaran de llamarlos ‘asesinos”.


Still del documental. Vídeo: CORTESÍA

Maerker complementa a Laso y dice que el documental no pretende hacer un juicio sobre el zapatismo, al que recuerda en su momento como “un punto importante de inflexión” en la vida pública, política y del país, sino más bien contar qué había sido de la vida de esas personas que tomaron esa decisión tan trascendente 30 años después. “Ellos aún admiran al movimiento zapatista, no están peleados y sienten un gran respeto por sus excolegas que aún permanecen dentro de las filas”, aclara la productora.

A Luis Miguel y Felicia, en su hogar, frente a una proyección de las imágenes de la época —que se recuperaron del archivo de Televisa y que representó una revisión de alrededor de ocho meses—, todavía se los puede ver convencidos de sus decisiones, a raíz de la falta de educación y hartados de vivir en la pobreza. “A la hora de votar por la guerra, todos levantamos las tarjetitas”, recuerda Luis Miguel, mientras que Benito, en otra escena, como complemento, afirma lo siguiente: “Si matamos es porque no había otra alternativa, otro camino”.

Maerker cuenta que lo que encontraron en los testimonios fue un cambio de mentalidad y de vida para ellos. “Para los líderes zapatistas, Marcos y demás, tal vez sea muy poco, no lo que esperaban. Ellos querían una revolución, cambiar el Estado. A nosotros nos parece muy valioso imaginar a todas esas mujeres indígenas con esa nueva conciencia de su rol, de su poder, de su palabra, y creando mujeres y generaciones pensando de otra manera”, precisa la periodista.

Narrada en español y en tzeltal —una de las lenguas indígenas habladas en los Altos de Chiapas—, Después de las armas da cuenta de la brutalidad de los enfrentamientos armados, y muestra la fortaleza de las mujeres indígenas que, hace 30 años, se negaron a aceptar “su realidad” cargada de machismo y sometimiento.

El rol de la mujer es otra de las columnas del documental. La teniente Felicia y la capitana Elisa, así como sus pares masculinos, caen cuenta que la lucha contra el machismo comenzó dentro de la vida insurgente y guerrillera, con el “trabajo parejo”. “Si no hubiera entrado al EZLN, estaría muy peor la vida. No tendría yo ese valor, como mujer que yo tengo ahora, como hablar, como hay que protegerse, o tener valor de trabajar. Ahora soy una mujer más fuerte porque aprendí muchas cosas dentro del EZLN”, afirma Felicia en otro segmento.

El documental también narra, de la voz de los cinco, cómo fueron esos 12 días de combate frente al ejército mexicano, en cuanto a la preparación, el sentir de ese momento desde las filas de los milicianos y las expectativas que se tenían respecto a la lucha armada. Sin embargo, nunca se habían visto retratados por los medios y opinión pública de la época. Eso también comparte Después de las armas, proyecciones entre muros de lo que en su momento fue otra vida que ahora parece lejana.


Una mujer en su hogar, durante una escena del documental. CORTESÍA

Una mujer en su hogar, durante una escena del documental.

“Nunca habían visto las imágenes. Y ustedes los ven. Una cosa intensa en su mirada cuando están viendo y las emociones que les despiertan esas imágenes. Es tremendo cuando uno de ellos dice que los mandan derechito en contra del cuartel militar, lo cual es mandarlos a que les cayeran las balas como el maíz a una cubeta, como una de las mujeres decía. Se fueron como en una especie de batalla frontal en donde ellos iban en la vanguardia y esa palabra, que aparece varias veces, me parece dura. Los mandaron así, a la vanguardia”, cuenta Maerker.

“Estas esquirlas que llevo cargando valen la pena porque en mi mente siempre está que es por dos hijas que tengo. Pues, es el recuerdo de aquellos 12 días de combate”, rememora Felicia en otro corte del documental, sobre un movimiento que se caracterizó por una enigmática imagen dada por el uso de pasamontañas, retratado y narrado desde la parte más humana de sus participantes, cara a cara con el espectador. Desde sus historias familiares, sus entrenamientos en la selva, sus heridas de combate, sus relaciones personales y sus aprendizajes en la guerrilla: eso es Después de las armas.

Ámbito: 
Nacional
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