Guante de seda, pero más de lo mismo
El solo cambio en las formas es un respiro.
Ya no oímos insultos desde Palacio Nacional, sino una cordial invitación de la presidenta electa a dialogar entre las partes involucradas en la reforma judicial.
Hasta hace una semana era impensable que se invitara a jueces, trabajadores del Poder Judicial, barras y colegios de abogados, académicos y especialistas, a dar su opinión sobre la reforma.
De delincuentes y mafiosos no los bajaban.
Sí, el cambio en el tono y en las formas es notable.
No esperemos, sin embargo, que la cortesía mostrada por Claudia Sheinbaum alcance para modificar la esencia de la propuesta de López Obrador: acabar con la independencia del Poder Judicial y dar paso a la “justicia popular”.
Ahí está la nuez de lo que definirá nuestro futuro inmediato.
La presidenta electa piensa igual que él.
Habrá matices donde pondrá su sello, sin duda, pero es autoengañarse pensar que en México seguirá avanzando la democracia y la ley será la ley.
Eso se acabó. No hay reversa.
¿Acaso no fue notable el mensaje de la fotografía con quien siguió el curso de las votaciones y el resultado del 2 de junio?
Estuvo con Evo Morales.
Ni Mujica, ni Lagos ni Dilma. Evo.
Una estadista mediría las consecuencias de una mala reforma al Poder Judicial, a la luz de la oportunidad que brinda el nearshoring.
La geopolítica ha puesto a México en un momento quizá irrepetible para dar el salto hacia el desarrollo, con la relocalización de empresas (nearshoring).
Cualquier presidente de izquierda, derecha o de centro retomaría las reformas del gobierno anterior en energía, educación, fiscalía independiente y Sistema Nacional Anticorrupción.
Con menos ideología y más sentido común, la reforma al Poder Judicial sería para limpiarlo y no para someterlo.
Si diera cauces a las reformas que apenas empezaban, antes de que Claudia Sheinbaum termine su mandato se hablaría de un nuevo “jaguar” en el mundo: México.
Pero no será así. Vamos a desperdiciar el nearshoring, o nos beneficiará de manera mínima en comparación con las posibilidades que se nos abren.
¿Saben cuánto le importa a AMLO, Sheinbaum y Delgado el nearshoring? Exacto.
La llegada de grandes empresas extranjeras con fuertes inversiones al país demanda dos condiciones básicas: Estado de derecho y abasto de energía limpia y barata.
No es atractivo traer miles de millones de dólares en inversión a un país donde los jueces, magistrados y ministros de la Corte carezcan de autonomía.
La esencia de las reformas constitucionales que se van a discutir en estos días consiste en que el compromiso de los jueces no será con las leyes, sino con “el interés del pueblo”.
¿Qué quiere decir eso?
Lo que el Tribunal de Disciplina Judicial (órgano de próxima creación, cuando se aprueben las reformas) considere.
Con jueces que pueden ser removidos de sus cargos, y que encima de ellos se establezca un órgano vigilante de sus fallos para que no perjudiquen “al pueblo”, no hay independencia del Poder Judicial.
Sin cirugía mayor a la propuesta de AMLO, adiós a los beneficios del nearshoring.
Para aprovecharlo a cabalidad tendría que regresar la reforma educativa, con otro nombre si se quiere. Los maestros deben enseñar a pensar y darle bases a los alumnos para familiarizarse con las matemáticas, resolver problemas, entender un manual en español o en inglés.
De esa manera se puede no sólo aspirar a mejores ingresos, sino a ser más libres: elegir especialidad y elegir el trabajo.
¿Lo hará la presidenta Sheinbaum, o seguirá con el puño en alto y el grito de “maestro luchando también está enseñando”?
La respuesta ha sido clara. No hay engaños.
Garantizar el abasto de energía eléctrica es básico para aprovechar el nearshoring. Tiene que volver el sector privado a producirla, y darle garantías. No hay suficiente.
El gobierno no tiene dinero, y el poco que hay lo tira.
Mil 600 millones de dólares va a costar la planta fotovoltaica en Puerto Peñasco que sólo beneficia a una empresa.
La compra de 13 plantas a Iberdrola, por 6 mil millones de dólares, no agrega un solo watt a la producción ya existente. Y habrá que gastar en el mantenimiento de esas plantas.
Tomo dos notas recientes de EL FINANCIERO:
-José Buganza, director general de Energence, afirmó que México está alejando a gritos al nearshoring, ya que las empresas no tienen certidumbre sobre el abasto eléctrico: “Hoy en día, seis de cada siete proyectos ya no están llegando a México, se están yendo a Brasil u otros países de Latinoamérica”.
-Desde hace varias semanas, el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) ha declarado estado de alerta y emergencia en el sistema eléctrico, lo que ha derivado en apagones en al menos 24 estados del país, impactando diversas industrias, especialmente del sector manufacturero, comercio y servicios, y con ello la actividad económica del país.
Las señales y los hechos indican lo mismo: la destrucción seguirá.