Basta leer las preguntas de las mañosas encuestas del fin de semana sobre la reforma al Poder Judicial para constatar que el oficialismo se arraiga sobre todo en la población menos informada, la que da crédito a generalizaciones y es proclive a los linchamientos públicos:
—El presidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta electa Claudia Sheinbaum están proponiendo una reforma al Poder Judicial. Antes de que yo se la mencionara, ¿usted estaba enterado/a de esto o no?
—Por lo que usted sabe o ha escuchado, ¿qué tanta corrupción existe en el Poder Judicial?
—¿Cómo cree usted que deben ser elegidos los ministros de la Suprema Corte?
—¿Y cómo cree usted que deben ser elegidos los magistrados y jueces del Poder Judicial?
—¿Usted estaría de acuerdo o en desacuerdo con la creación de un órgano independiente al Poder Judicial de la Federación, que vigile, investigue y sancione a los ministros, magistrados y jueces que incurran en alguna falta o en actos de corrupción?
—Por lo que usted sabe o ha escuchado, ¿usted considera necesario que se lleve a cabo una reforma al Poder Judicial o no?
—Si tuviera la oportunidad de votar para que se llevara a cabo una reforma al Poder Judicial, ¿usted votaría a favor o en contra de reformar el Poder Judicial…?
Quienes maquinaron las interrogantes ni siquiera distinguieron entre justicia del fuero común y justicia federal, porque el objetivo es desacreditar a todo el Poder Judicial (“está podrido”, ha dicho AMLO), para dinamitar la republicana separación de poderes.
Congruentes con su aberración al conocimiento, López Obrador y su sucesora Sheinbaum prefieren ese tipo de sondeos al debate con expertos.
El 28 de noviembre de 2019 AMLO hizo esta confesión:
“¿Saben qué es lo que más me importa, más que la experiencia? La honestidad. Porque hay quienes tienen mucha experiencia, están graduados hasta en universidades del extranjero, tienen hasta doctorados, pero son deshonestos, y a nosotros lo que más nos importa, lo que más nos importa de todo, es la honestidad. Si hablamos en términos cuantitativos, 90 por ciento de honestidad, 10 por ciento de experiencia. ¿Cómo la ven…?”.
De la patada.
Por eso disparó ayer contra el análisis técnico de sus propuestas que elaboraron decenas de académicos del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y se lanzó de nuevo contra su alma máter:
“¿Qué se tienen que meter?”, se preguntó, y arremetió:
“La UNAM ya no es lo de antes. Agarraron el modelo del ITAM (Instituto Tecnológico Autónomo de México) en el periodo neoliberal, pero es una educación para la defensa de intereses empresariales…”.
Pasa por alto que el de Investigaciones Jurídicas es uno de los 36 respetables institutos de la máxima casa de estudios y que la opinión de los expertos es que los cambios que impondrá terminarán “por favorecer al partido que gobierna con iniciativas que inciden en la división de poderes y concentrarían poder en la Presidencia de la República”.
Qué peligro…