El debate de hoy: Trump radicalizado
Hoy veremos al “nuevo” Donald Trump que aspira a regresar a la Casa Blanca, en su primer debate con el presidente Biden previo a la elección de noviembre. Viene más agresivo que nunca.
En una reciente entrevista con la revista Time, Donald Trump “reconoció” por primera vez haber cometido un error en su primer mandato: fui demasiado amable.
“Dejé pasar las cosas porque tengo corazón. No quiero avergonzar a nadie”, dijo Trump. “No creo que vuelva a hacer eso. De ahora en adelante, voy a disparar”.
Con esa advertencia queda claro por qué, en muchas partes del mundo, de manera pública o privada, existe preocupación por lo que sería un segundo mandato de cuatro años de Trump en la Casa Blanca.
Aquí van algunos temas sensibles en política exterior, y diferencias entre ambos contendientes:
México
Trump dijo que si gana sería “dictador por un día”. Su primera acción: cerrar la frontera con México.
En varios mítines ha dejado en claro que, durante su posible segundo mandato, lanzaría una de las mayores operaciones de deportación en la historia de Estados Unidos, incluyendo el uso de las Fuerzas Armadas para manejar campos de concentración de inmigrantes.
Su plan, aunque poco factible, es remover a los 11 millones de indocumentados de Estados Unidos, la mitad de los cuales son mexicanos. Además, mantiene vivo su plan de completar el muro fronterizo.
De ganar, podría enviar a fuerzas especiales a México para desmantelar cárteles de las drogas y designar a los grupos criminales mexicanos como organizaciones terroristas internacionales.
En el Congreso, algunos republicanos ya están empujando cambios en la política energética y de seguridad de México, como parte de la revisión del T-MEC en 2026.
Biden puso en marcha una acción ejecutiva que podría beneficiar a más de medio millón de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos, la mayoría de ellos mexicanos.
Puso en suspenso la construcción del muro en la frontera y evitó repetir las políticas migratorias más polémicas de la era Trump, como la separación de niños migrantes de sus familias.
Por motivos electorales, decidió aplicar una política de restricción al asilo en la frontera con México.
Ucrania
Trump ha prometido resolver de inmediato la guerra entre Rusia y Ucrania, pero mantiene una actitud deliberadamente ambigua sobre quién le gustaría que gane el conflicto.
Durante un acto de campaña dijo que alentaría a Vladímir Putin a “hacer lo que quiera” contra cualquier miembro de la OTAN que no cumpla con el pago de sus cuotas para gastos de defensa.
Ambos tuvieron una relación de fraternal camaradería en su primer mandato, lo que fue mal visto en los sectores republicanos tradicionales, pero han evitado criticar públicamente a Trump.
Biden, por su parte, encabezó los esfuerzos para gestionar y aprobar la ayuda militar y humanitaria a Ucrania que ha totalizado más de 70 mil millones de dólares desde el inicio del conflicto.
El presidente ha liderado al mundo occidental para evitar la victoria de Putin. Ha sido enfático al señalar que no permitirá que Putin viole “ni una pulgada” del territorio de un país miembro de OTAN.
China
Trump busca promulgar nuevas y agresivas restricciones a la propiedad china de cualquier infraestructura vital en Estados Unidos, incluida la energía, la tecnología, las telecomunicaciones, tierras de cultivo, recursos naturales, suministros médicos y otros activos, además de frenar todas las futuras compras chinas en esas industrias esenciales.
Aunque Biden ha señalado que no permitirá que China tenga acceso a las tecnologías estadounidenses más avanzadas, sostiene que la meta central de su política es “competencia con China, no conflicto”.
Irán
Trump impulsó la retirada de Estados Unidos del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés), un acuerdo firmado entre Irán y varios países, incluido Estados Unidos, en julio de 2015, para desmantelar gran parte de su programa nuclear y abrir sus instalaciones a inspecciones internacionales.
En contraste, Biden estuvo más de dos años intentando restaurar el JCPOA. Aunque no tuvo éxito, el presidente estadounidense hizo un guiño no menor a Irán con su decisión de negociar la liberación de cinco estadounidenses a cambio de descongelar miles de millones en activos iraníes.