Con la mecha encendida
En la tarde/noche del lunes 10 de junio, cuatro personas fueron quemadas vivas en San Jerónimo Coyula, junta auxiliar del municipio de Atlixco, en Puebla.
Un chofer de autotransporte, según la versión entregada por pobladores, avisó que había localizado a los delincuentes que el día anterior lo habían asaltado. En el poblado se comenzó a correr la voz. Los habitantes comenzaron a congregarse armados con tubos y palos. En algunas bardas de Coyula estaba escrita esta frase: “Ladrón, si te agarramos te linchamos”.
El gobierno de Puebla afirmaría más tarde que se desconocía el origen del rumor. Ese rumor decía que una banda de ladrones se había robado una camioneta el sábado y otra el domingo.
Vieron pasar de pronto a una camioneta que iba arrastrando otra. En cada una de estas había dos personas. Se comenzó a decir que uno de los vehículos tenía reporte de robo en una localidad cercana, Tochimilco, ubicada a 11 kilómetros.
La población se activó. Más de 200 personas salieron tras los supuestos ladrones. Los golpearon y los desnudaron. Una versión dice que los arrastraron a lo largo de ocho cuadras y los obligaron a confesar. Una de las víctimas había alcanzado a avisarle por teléfono a su pareja sentimental, Erika “N”, que los estaban rodeando. La mujer se trasladó al poblado: la identificaron y la retuvieron. Fue golpeada de manera salvaje.
Autoridades estatales y municipales intentaron acercarse al lugar de los hechos para convencer a los pobladores de que les entregaran a los supuestos ladrones. La muchedumbre, formada para entonces por más de 450 personas, lo impidió. Nadie pudo acercarse.
Los cuatro hombres fueron rociados con gasolina. Luego les prendieron fuego.
A las afueras de San Jerónimo Coyula se habían montado retenes para que nadie que no fuera del poblado pudiera entrar.
En 2010, unos abogados que acudieron a Atlixco a cobrar unas deudas fueron señalados como extorsionadores por uno de los morosos, y se les asesinó a tiros. En lo que va del año han ocurrido 14 intentos de linchamiento en el estado de Puebla. El de San Jerónimo Coyula se consumó brutalmente.
La mujer fue rescatada y hospitalizada horas después. Las víctimas fueron identificadas: eran dos albañiles y un trabajador de un taller mecánico (al cuarto no se le identificó). Según la fiscalía del estado, las víctimas eran inocentes: no había denuncias por el robo de las unidades, ni tampoco agraviados.
El fiscal Gilberto Higuera Bernal anunció que no habría impunidad y que las autoridades del estado irían tras los responsables.
La respuesta de los pobladores fue bloquear las entradas con grandes piedras, a fin de que los investigadores no pudieran entrar y ninguno de los involucrados fuera detenido.
La población afirma que las víctimas admitieron ser miembros “de un grupo organizado”. Afirma que en los diez días anteriores al linchamiento hombres armados habían despojado de sus vehículos a tres personas, y que otras cuatro unidades, incluido un tractor, habían sido robadas cuando se hallaban estacionadas en las calles.
Precisamente el día de los hechos, el pueblo se había reunido para proponer acciones de seguridad. Tras el linchamiento comenzó a extenderse un nuevo rumor: que camionetas sin placas y con hombres armados rondaban las cercanías: que llegaban cómplices en busca de venganza. Varios vecinos dijeron que, a través de redes sociales, habían recibido amenazas, que iban a cobrarles las muertes de esos hombres.
Van dos semanas de tensión creciente, en las que el pueblo ha tenido al menos cuatro juntas donde que se ordenó guardar silencio. Algunas personas comenzaban a hablar, a dar detalles. “Habíamos quedado que nos íbamos a quedar callados, que nadie iba a contar nada”, “tenemos que protegernos como pueblo”, dijeron.
Organizados en cuadrillas, los pobladores vigilan durante las madrugadas, según testimonios obtenidos por el columnista. En algunas de las calles principales han sido colocadas piedras y cadenas. “La autoridad debe saber que, así como no hizo su trabajo y tuvimos que defendernos, si ahora le pasa algo a alguien de aquí, así estamos dispuestos a defendernos nuevamente con lo que sea que tengamos, incluso si tenemos que salir con armas”, se acordó en una de las juntas.
Coyula vive además una crisis de invasión de predios que son “regularizados” por coyotes que tramitan supuestas escrituras.
Según sus pobladores, San Jerónimo está sentado sobre un barril de pólvora y la mecha está encendida desde hace dos semanas.