Trump, de 78 años, golpeó a Biden con la inmigración, con la política exterior y con la economía. Biden pasó al ataque con el aborto, con los riesgos para la democracia y con que Trump sea “un delincuente convicto”. Ambos adjudicaron al otro la etiqueta de haber sido el “peor presidente de la historia” de Estados Unidos. Ni siquiera se dieron la mano. Los dos se descalificaron mutuamente como incapaces para ocupar la Casa Blanca. Uno de los dos llegará a ella tras las elecciones del próximo 5 de noviembre.
Fue Biden el que abrió el debate contestando a una pregunta sobre la economía. Enseguida se vio que tenía la voz tomada. Tosía para aclarar la garganta, pero la ronquera no desaparecía. El presidente parecía con el discurso demasiado ensayado y empezó a hablar a toda velocidad, haciendo difícil entender sus argumentos. Al hablar de la política fiscal, se lio una y otra vez con las cifras. Más adelante sufrió un lapsus en que pareció perder el hilo en una pregunta sobre la deuda pública y desbarró en una frase sin sentido. Se quedó en blanco con la mirada angustiada y remató con un absurdo: “Finalmente, derrotamos a Medicare”, la política sanitaria de la que en realidad se enorgullece. Aparentemente, quería decir que derrotó a la covid.
Trump, en cambio, repitió sus mensajes simples, directos y apocalípticos, con frecuencia demagógicos o hiperbólicos: “La inflación está matando a nuestro país”, dejó como primer titular. Fue una ametralladora de bulos, pero Biden no fue capaz de rebatirlos. El expresidente ignoró las preguntas de los moderadores que no le interesaban. Además, se mostró contenido en las formas, mantuvo la compostura incluso en las mentiras; no interrumpió a su rival, en parte sabedor de que su micrófono estaba cerrado cuando no era su turno. Eso hizo también que el debate fuera algo aburrido y falto de ritmo.
“Eres un idiota y un perdedor”
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El presidente lanzó los ataques más directos contra su rival. Sacó a colación una información —que Trump asegura que es falsa, aunque su jefe de gabinete lo aseveró— de que su antecesor llamó a los caídos en combate “idiotas y perdedores”. El presidente recordó que su hijo Beau murió tras prestar servicio en Irak (falleció por un tumor cerebral, que Biden atribuye a la exposición a tóxicos en esa etapa). Y dijo: “Mi hijo no es un idiota ni un perdedor. Tú eres un idiota y un perdedor”. Pareció ensayado y no tuvo el efecto de mostrar a un presidente enérgico, que quizá es lo que pretendía, a diferencia del “¿te vas a callar, hombre?”, que tan buen resultado le dio en 2020 ante un oponente faltón y descontrolado.
Trump dijo que cuando habla de que su presidencia va a ser de revancha, se refiere a que el éxito va a ser su venganza, pero dejó caer la idea de que podría perseguir a su antecesor si vuelve a la Casa Blanca. “Joe podría ser un delincuente convicto con todas las cosas que ha hecho”, dijo. “Este hombre es un criminal. Este hombre tiene suerte. Tiene suerte. Yo no hice nada malo. Tenemos un sistema amañado y repugnante”, dijo, exasperando a su rival.
Biden contraatacó: ”Los delitos de los que todavía está acusado, y piense en todas las condenas civiles que tiene. ¿Cuántos miles de millones de dólares debe en condenas civiles por molestar a una mujer en público, por hacer toda una serie de cosas, por tener relaciones sexuales con una estrella porno en la noche mientras su esposa estaba embarazada? ¿De qué estás hablando? Tienes la moral de un gato callejero”, le espetó Biden. La mujer de Trump, Melania Trump, no acompañó a su marido en Atlanta, a diferencia de Jill Biden, que estuvo junto al presidente.
“No tuve sexo con una estrella porno”, dijo Trump, una frase que uno no esperaría oír en un debate presidencial. Y con respecto a sus delitos, le devolvió la pelota: “Cuando habla de un delincuente convicto, su hijo es un delincuente convicto a un nivel muy alto”, afirmó, en referencia a la condena a Hunter Biden por la compra y posesión ilegal de un arma.
En el aborto, Trump defendió excepciones en caso de violación, incesto y peligro para la vida de la madre porque, aunque no le gusten, “hay que ganar elecciones”. Luego usó el ataque como su mejor defensa, asegurando que los demócratas defienden el aborto de los niños a punto de nacer o incluso recién nacidos. “No estamos a favor del aborto tardío. Punto. Punto, punto, punto”, respondió Biden, poniéndose a la defensiva en uno de los asuntos con que los demócratas esperan movilizar a su electorado y en el que también tuvo un par de deslices, incluida una frase mal construida en que habló de mujeres que se quedan embarazadas tras ser “violadas por sus hermanos y sus hermanas”.
Política exterior
El expresidente también entró al cuerpo a cuerpo en otros momentos. “Nuestros veteranos no pueden aguantar a este tipo”, dijo. “Es el peor comandante en jefe de nuestra historia”. Reiteró sus tesis de que la invasión de Ucrania y el ataque de Hamás se han producido por culpa de que no respetan a Biden y que no hubiera ocurrido nunca con él. “Si tuviéramos un presidente de verdad, un presidente que supiera que Putin lo respeta, nunca habría invadido Ucrania”, dijo. Criticó con dureza una y otra vez la retirada de las tropas de Afganistán como la situación más “vergonzosa de la historia” vivida por las tropas. Biden le acusó de querer sacar a Estados Unidos de la OTAN.
Ante la pregunta de cómo resolver la guerra entre Israel y Hamás, Biden destacó que su Gobierno ya presentó un plan para acabar con el conflicto con un alto al fuego y la liberación de todos los rehenes secuestrados en la Franja de Gaza. “Hamás es el único que quiere continuar con esta guerra”, señaló el demócrata. “Hamás no puede seguir existiendo. Tienen que ser eliminados”, añadió. Trump replicó que Israel es quien quiere seguir con la guerra y que deberían llevarla “hasta el final”. “Déjalos acabar el trabajo. [Biden] se ha vuelto un palestino, pero a los palestinos no les gusta porque es un mal palestino, un palestino débil”, le dijo, hurgando en otra herida por la que sangra el Partido Demócrata.
A lo largo y ancho del debate, Trump atacó a Biden con la inmigración. Dijo que los migrantes que llegan ilegalmente al país se alojan en “hoteles de lujo” mientras los veteranos están en la calle, aunque no sea cierto. También reiteró sus bulos de que los inmigrantes llegan de “instituciones mentales” y “manicomios” y que están extendiendo la delincuencia por todo el país en lo que él ha bautizado como “el crimen migrante de Biden”.
Cuando le preguntaron a Trump por el asalto al Capitolio, aseguró que no tuvo nada que ver con lo que pasó aquel día en el que una turba de sus seguidores tomó el Congreso y que fue culpa de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en otro de sus bulos. “El 6 de enero teníamos una gran frontera, independencia energética, la tasa de inflación más baja del mundo y nos respetaban en todo el mundo”. Insistió también en la mentira de que se trató de una “protesta pacífica” de patriotas.
La cuestión de la edad también se abordó. Biden llevaba una frase preparada: “este tipo es tres años más joven que yo y mucho más incompetente”. Trump dijo sentirse muy en forma y pidió un examen cognitivo para su rival. Recondujo el asunto a un intercambio sobre sus habilidades jugando al golf que quizá fue el fogonazo más amable del debate. “No puede golpear una bola ni 50 yardas [46 metros]”, dijo Trump de Biden, tras presumir de sus trofeos. “Estaré encantado de jugar contigo si cargas tu propia bolsa [con los palos]”, le replicó el presidente.
Luego llegaron los dos minutos de cierre. Biden, que parecía haber mejorado algo durante el debate, volvió a toser. Parecía que le faltaba el aire, tartamudeó de nuevo y la voz seguía tomada. No colocó ningún mensaje eficaz. Trump volvió a la política exterior, a la inmigración y a sostener que su presidencia fue un éxito. Al terminar el debate, en la sala de prensa los republicanos cantaban victoria. Los sondeos posteriores les dieron la razón.