Después de caminar en el parque de Chapultepec, donde acostumbramos hacer ejercicio; de regreso a casa, mi esposa, dijo, –mientras preparo el desayuno, tú vas por el pan–. Llegué al City Market, me dirigí al área de la panadería, iba tan absorto en mis pensamientos, que al llegar lo primero que vi al frente del área de la panadería, fue un mueble con cuatro cestas de “pan de muerto”.
Fue tal la sorpresa que sentí confusión y al instante –un ictus de tiempo-espacio mental-, ¡Carajos! Pensé, estos comerciantes quieren ser los primeros en todo, esta ¡cabrón! la competencia salvaje con la que juegan con nuestras vidas, para sacan ventaja económica de la fragilidad de los consumidores y exprimir los bolsillos lo más rápidamente posible.
Acabamos de pasar el 24 de junio, conmemoración religiosa del día de San Juan Bautista, que marca la llegada del solsticio de verano y estos, insolentes comerciantes, vendiendo pan de muerto propio de las festividades del “Día de muertos” que se celebra los días 1 y 2 de noviembre. Les vale un cacahuate nuestras tradiciones.
Me quede tan absorto en el torbellino de mis pensamientos que, del sótano de la memoria, como un haz de luz, salió del olvido aquella frase de, Jean Paul Sartre, “cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”, cuanta verdad encierra esta frase, la cual, en su tiempo, puso el acento para ventilar la fragilidad de nuestra libertad, misma que ha estado siendo devorada por el mercado consumista de la modernidad y ni cuenta nos damos.
El timbre del celular me saco de mis pensamientos y al, instante, hizo que regresara a la realidad, apenas pude escuchar, en tono molesto, –¡qué pasa, con el pan! –.
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