Cuanto más de cerca se ven los números de la sobrerrepresentación en el Congreso que pretende el gobierno, más grandes son las aritméticas mágicas.
Aquí, una grandota:
Para ganar en las urnas el 74% de las curules de la Cámara de Diputados que la secretaria de Gobernación anunció, la coalición gobernante habría tenido que recibir unos 7 millones más de votos en las urnas de los que recibió.
La sobrerrepresentación que pretende el gobierno le daría la mayoría calificada en la Cámara, pero implicaría, en los hechos, que los órganos electorales le regalaran/inventaran al oficialismo unos 7 millones de votos.
La sobrerrepresentación planteada por Gobernación descuadra por completo el valor constitucional de los votos.
Todos los votos valen lo mismo, dice la Constitución, pero en este abuso de sobrerrepresentación hay votos que valen más, mucho más que otros.
Veamos estas aritméticas mágicas según el reparto de diputados que hizo Gobernación al terminar las elecciones. Cito el análisis de Ciro Murayama (El Financiero,12-6-24):
Por el PAN votaron 10 millones de ciudadanos, tendría 70 diputados: un diputado por cada 143.5 mil votos. Un diputado del PAN necesita 143 mil 500 votos.
Por el PRI votaron 6.6 millones. Le tocarían 33 diputados, según Gobernación. Cada diputado necesitaría 200 mil votos.
Por Movimiento Ciudadano votaron 6.5 millones, les corresponderían 23 diputados, 282 mil votos por cada diputado.
Por el Partido Verde, en cambio, EN CAMBIO, votaron 4.99 millones. Recibía 75 diputados, uno por cada 66.5 mil votos.
El PT, con 3.25 millones de votos, recibiría 50 diputados: un diputado por cada 65 mil votos.
Concluye Ciro:
“Un voto ciudadano por el PT valdría dos veces más que un voto por el PAN, tres veces más que uno por el PRI y cuatro veces más que uno por MC”.
La sobrerrepresentación pretendida en las elecciones de este año no sólo es la más abusiva en sus números sino la más histórica en sus efectos.
Si el gobierno se sale con la suya con estas aritméticas mágicas, tendrá mayorías calificadas en el Congreso y se instalará en septiembre no un gobierno de mayoría hegemónica, sino un Congreso Constituyente de pensamiento único.