Acapulco, dantesco y fuera de control
Ya es imposible describir el tamaño del horror. La llamada anónima de aquel día indicó que hombres armados habían abandonado unos cuerpos en Ciudad Renacimiento, una colonia de Acapulco, en las inmediaciones de la secundaria número 9. Eran las seis de la mañana.
La policía halló en ese lugar esta escena macabra: las cabezas de una mujer y tres hombres.
Los verdugos habían abandonado un torso, así como brazos y piernas en los que fue posible identificar brutales huellas de tortura.
A las víctimas les habían sacado las vísceras y las habían metido en una hielera.
Cuatro horas más tarde, en una esquina de la colonia Alianza Popular, vecinos notaron que de la batea de una camioneta escurría sangre.
Ahí había otros dos cuerpos desmembrados. Los habían metido en costales y los habían cubierto con una lona.
Había pasado apenas una semana cuando sujetos no identificados arrojaron desde un auto otros cuatro cuerpos descuartizados. De acuerdo con los testigos, los restos quedaron a mitad de la calle, a unos metros del Cereso conocido Las Cruces y a unos metros de un cuartel de la policía. Las piernas y los brazos quedaron juntos; las cabezas, metros más adelante.
Ese día se registraron 10 ejecuciones en el puerto: en la mayor imagen de terror, el cadáver desmembrado de un joven fue hallado en una de ollas de barro, de las que se usan para hacer pozole.
Entre el 7 y el 8 de julio, entre las 10 de la noche y las 8 de la mañana, hubo en Acapulco 11 ejecuciones: 8 de los cuerpos habían sido desmembrados.
“Nos tocó bailar con la más fea”, dijo la alcaldesa de Morena, Abelina López, quien arrasó en las elecciones pasadas. López declaró que la situación rebasa sus atribuciones y que su gobierno solo está facultado para prevenir delitos e infraccionar a la gente que tira basura o hace sus necesidades en las calles.
Mientras tanto, en los primeros 15 días de julio se cometieron 50 ejecuciones. Solo el 14 de julio tres colonias ardieron bajo las balas. El saldo fue de siete muertos.
Sin embargo, en Acapulco han bajado las ejecuciones con armas de fuego. Lo que hay ahora es una crisis de desmembramientos. Cientos de desmembramientos: pedazos de hombres y mujeres regados por todas partes, con narcocartulinas donde el Cártel Jalisco Nueva Generación y Los Rusos (aliados del Cártel de Caborca) intercambian amenazas, insultos y acusaciones.
El 6 de julio los restos de tres personas, dos hombres y una mujer, fueron arrojados desde un taxi en el estacionamiento de un Sam’s. Dentro del taxi había amenazas del Cártel Jalisco en contra de Carlos Alberto Rodríguez, El Ruso, y uno de sus aliados, José Miguel Bernal León, El Ardilla, líder del Cártel Independiente de Acapulco: “Ya estamos aquí, no son rumores, estamos por todos lados de Acapulco. Empieza la limpia”.
En otros mensajes el Cártel Jalisco acusa a funcionarios de la Fiscalía General de la República de filtrar a los Rusos información sobre operativos y detenidos, y advierte: “Lo que les han dado de dinero no les va a alcanzar a las viudas”.
Hace días se habló de un pacto de paz firmado por las organizaciones criminales que inundan de sangre el puerto. Pero si ese pacto acaso existió, su vigencia fue solo de unas horas. El arzobispo Leopoldo González González denunció en su más reciente mensaje dominical “el fracaso de la estrategia de seguridad” y llamó a las autoridades a “reconocer la realidad y buscar mejores estrategias junto con la sociedad civil”.
“Que la sociedad civil participe en la definición de prioridades ante el complejo panorama de criminalidad”, exigió.
Hace dos semanas se lanzaron explosivos desde un dron en el zócalo de Acapulco, cuando cientos de personas presenciaban un espectáculo. Días más tarde el cuartel de la Policía Estatal fue atacado por otro dron.
Mientras la violencia estalla y cobra diariamente la vida de policías, militares, comerciantes, taxistas, choferes de camiones urbanos, y hasta lavadores de vehículos y mecánicos (según un recuento del periódico El Sur), fuentes de seguridad locales consideran que el resto de la población vive anestesiada, insensibilizada ya ante el panorama apabullante de la muerte y la sangre. Más de 400 ejecuciones han ocurrido en la vía pública en lo que va del año: 155 en los últimos dos meses.
El año pasado, el presidente López Obrador anunció la llegada a Acapulco de 10 mil elementos de la Guardia Nacional. En medio de la extrema crisis de violencia que vive el puerto… ayer se anunció el arribo de 500 más. ¿Pensará que lo que ha fracasado seis años dará resultados esta vez? Probablemente sí, para desgracia de esas ruinas del paraíso en que se ha convertido Acapulco.