Difícil contradecir a quienes piensan que el gobierno ha ganado la batalla y que va en caballo de hacienda hacia la imposición legal de una autocracia en México.
Entre los más elocuentes pesimistas debo contar a Pablo Hiriart, quien ve con claridad casandriana lo que está por suceder con la llamada ventana de septiembre: el gobierno ganará las mayorías calificadas suficientes para cumplir todas las amenazas del plan C, esa “secuencia de golpes contra la Constitución que hará irreversible el advenimiento del totalitarismo” (El Financiero, 5/8/24).
La mayoría oficialista ganará la mayoría artificial que pretende en el Congreso, dice Hiriart, con la complicidad del INE y del Tribunal Electoral.
Dará así, en septiembre, “el primer golpe a la independencia de poderes, con la reforma al Poder Judicial”, para que sean elegidos, es decir, puestos por Morena, jueces, magistrados y ministros de la Corte, tanto en la Federación como en los estados.
A partir de entonces, “no habrá manera de ganarle un juicio al gobierno, representante del interés de la mayoría”, pues también se creará un Tribunal de “Disciplina Judicial”, que ajustará cuentas a disidentes y desobedientes.
“Así nos juzgará Morena en los tribunales”, dice Hiriart: con partidismo disciplinario, por encima o por debajo de la ley, según el mandato político.
Desaparecerán también los órganos autónomos. Serán puestos bajo el organigrama del gobierno la administración de las elecciones (INE), de la transparencia y el acceso a la información (INAI), de los derechos humanos (CNDH), la regulación de la competencia (Cofece), de la telefonía (Ifetel), de la energía (CRE) y de los hidrocarburos (CNH).
De modo, termina Hiriart, que: “Adiós a la certeza jurídica. Adiós al Estado de derecho. Adiós a las elecciones libres. Lo atestiguaremos en unas cuantas semanas. Todo esto va a ocurrir ahora, ya”.
Ha empezado a ocurrir, no cabe duda y pinta para ocurrir del todo. Pero no ha ocurrido todavía, y está aún en la marea sorpresiva de la historia.
No tengo cómo refutar la predicción desolada de Hiriart y si tuviera que apostar, apostaría por su pronóstico, pero queda Yogi Berra: “Esto no se acaba hasta que se acaba”. Y: “Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro”.