El invitado
Flaco favor le hace el gobierno saliente a Claudia Sheinbaum con la invitación a Vladímir Putin a la toma de posesión de la presidenta el 1 de octubre.
O tal vez se hizo con su consentimiento, lo que sería peor. Juan Ramón de la Fuente, próximo canciller, debería aclararlo.
Putin tiene una orden internacional de captura emitida por la Corte Penal Internacional, a cuya jurisdicción México está sujeto desde 2005 cuando firmó el Estatuto de Roma, como se explicó ayer en estas páginas.
El gobierno ha querido disfrazar el guiño al autócrata ruso, invasor de su vecino y criminal de guerra, con el argumento de que al evento del 1 de octubre fueron invitados los mandatarios de los 208 países con los cuales se tienen relaciones diplomáticas.
Vayan a otros con el cuento de que echarán la casa por la ventana, como suelen hacer las realezas, porque toma posesión del Poder Ejecutivo Claudia Sheinbaum.
Que sea un evento solemne, con invitados amigos de México, socios estratégicos y vecinos, perfecto. Pero traer a delincuentes internacionales, perseguidos por delitos de lesa humanidad, es otra cosa: es tomar posición en su favor.
Traerlo, o el solo hecho de invitarlo, le da respaldo internacional y una respetabilidad que Putin no tiene en el mundo democrático.
Por eso la agencia de noticias Tass y el diario Izvestia, ambas controladas por el gobierno ruso, le dieron vuelo a la invitación recibida de parte del gobierno mexicano al evento a realizarse en San Lázaro el martes 1 de octubre.
Ya conocemos la aventura criminal de Vladímir Putin y su Ejército: invadieron a un país soberano para apoderarse de su territorio y someter a la población.
La guerra de Putin contra Ucrania lleva casi dos años y medio, y los ucranianos no se han rendido: luchan heroicamente para no ser despojados de su país.
Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022, hay evidencia de al menos 19 mil 546 niños y niñas secuestrados e ilegalmente llevados a Rusia, Bielorrusia o territorios ucranianos temporalmente ocupados, de acuerdo con la información documentada por el país agredido.
El Ejército del invitado a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum ha cometido crímenes de guerra, tan numerosos y crueles que la Corte Penal Internacional pide la captura de Vladímir Putin.
Y el gobierno de México lo invita a una sesión solemne en el Congreso, con motivo del cambio de mando en el Poder Ejecutivo.
Putin está en el centro de los asesinatos de periodistas, disidentes y escritores rusos, y nuestro gobierno le hace una invitación formal a que nos “distinga con su presencia” en México.
Ya López Obrador invitó a tropas de asalto del Ejército ruso a marchar en el Zócalo en el desfile militar del pasado 16 de septiembre.
Esas cortesías son ofensas para el país agredido, Ucrania, y dan la espalda a los países que están por la vigencia del derecho internacional, los derechos humanos y la convivencia pacífica entre las naciones.
¿De veras, doctor De la Fuente, quiere a Putin en el Congreso de la Unión?
¿Por esa vereda vamos a caminar, doctor?
Además de Putin, invitado está el dictador venezolano Nicolás Maduro, derrotado 70 a 30 en las recientes elecciones presidenciales en su país.
Dice que ganó, y hay que creerle, sin haber mostrado los datos que sí enseñó la oposición.
El gobierno de México ha jugado a darle tiempo a Maduro para que los asesores cubanos y rusos terminen de falsificar las actas que debieron mostrarse hace una semana y media.
Los tiranos no se van del poder, aunque les ofrezcan asilo y a pesar de que lo deseen.
Es tal la red de complicidades criminales que, a Maduro, aunque lo quisiera, no lo van a dejar irse del poder.
Generales en el narcotráfico. Gobernadores que han protegido las pistas para sacar la droga que llega de Colombia. Funcionarios y compañías privadas en el robo de oro que se llevan a Turquía. Irán y Rusia que han invertido para sostener al dictador… ¿lo van a dejar ir porque perdió las elecciones?
Maduro necesita ganar tiempo para acabar de falsificar actas y sacar a la oposición de las calles por la vía del cansancio (hay que trabajar).
El gobierno mexicano le ha puesto la alfombra para quedarse en el poder. Luego, el siguiente paso, es darle legitimidad internacional.
“Bienvenido a México, presidente Maduro”.
“Bienvenido a México, presidente Putin”.
Ambos tienen orden internacional de captura.
“Por sus amigos los conoceréis”, dicen.